La trama mediática

Mariano y levanta España

Programa no: programón. "Decálogo del PP para levantar España", se albricia ABC en primera junto a una foto del gran líder. "Objetivo: recuperar España", marianea La Razón, donde el columnero José María Marco echa unas coplillas a su fetiche: "Para superar la grosería sectaria del PSOE actual y reconstruir una España más amable, más respirable, la acción política debe volver a la prudencia y al diálogo. El Partido Popular de Rajoy es la mejor garantía de que esto todavía es posible".

Al grano, La Gaceta concreta: "La nueva España de Mariano Rajoy. No a la negociación con ETA, no al aborto socialista, educación trilingüe y prisión permanente". Desde El Mundo, aparece Fernando Sánchez-Dragó con la cara tatuada de gaviotas y vociferando al luchador pontevedrés: "Persiga al adversario hasta las cuerdas. Aséstele el derechazo decisivo en su mandíbula de cristal. Noquéelo. No se limite a ganar las elecciones. Hágalo por aplastante mayoría, cuanto más absoluta, mejor. España la necesita".

En el papel de pinchaglobos, el editorialista de Libertad Digital: "Mariano Rajoy y su formidable equipo de arúspices y sociólogos son muy partidarios de la lluvia fina, que paradójicamente tiene por pilar fundamental el no mojarse. Rajoy, que pretende ser el próximo presidente del Gobierno, tiene que entender que tiene que mojarse".

Curri, reportera

A la espera de la ampliación de las glosas rajoyenses, disfruten con el relato de la manifestación del sábado firmado en ABC por la sin igual Curri Valenzuela. Dentro unas líneas tendrán el vello como escarpias: "El público era de los que tienen bandera en casa: parejas jóvenes con su prole, matrimonios de mediana edad, grupos de amigas y, en general, esa gente de clase media que sabe permanecer inmóvil cuando suena el himno de España (que sonó) o conoce alguna estrofa de 'La muerte no es el final' (que se cantó)".

Para que no decaiga la emotividad, la impagable confesión de Juan Manuel de Prada en XL, el dominical de Vocento. Está enamorado y se va a casar. Lo narraba sin ahorrar detalles escabrosos, como el primer morreo a su amada, tras el que hizo lo que todo el mundo: "Corrí a una iglesia, para dar gracias al Dios providente que había dejado de guardar silencio: porque, al besarla, había sentido que el ser divino temblaba dentro del ser querido, como escribió en cierta ocasión Victor Hugo". Dos rombos.

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