La trama mediática

España plural y singular

Mientras todo se hunde, y a la espera del héroe que vendrá a salvarnos a lomos de una gaviota, siempre nos quedará como pegamento universal el patriótico balón. "La verdadera España plural", se enardece ABC a cuatro quintos de portada, sobre la fotografía de los futbolistas Iker Casillas, Xabi y Andoni Zubizarreta. Un pie aclara el porqué de tanta fanfarria: "La UEFA distingue a los jugadores —dos madrileños, un catalán y un vasco— que más han jugado en la exitosa selección española". Con mano trémula por la emoción, La Gaceta coloca el lazo rojigualdo que redondea el regalo: "Campeones, centenarios y orgullosos de España".

¿Nacionalismo? ¡Ca! Eso ya se sabe que son siempre los otros, como anota en el folleto davileño (plusmarquista de columneros con seudónimo) alguien que firma como Genoveva: "Los nacionalistas, a quienes se les debería dar más tiempo en los medios de comunicación, para que toda España comprobase su egoísmo infantil, su chulería adolescente y su discurso decrépito, construido sobre mitos y leyendas que sólo se creen en los primeros cursos de las ikastolas".

Patxi Pilatos

Hablando de nacionalistas, ¿recuerdan al sietemachos que hizo morder el polvo a los pérfidos rompe-Españas en Vasconia y por ello fue elevado a los altares carpetovetónicos? Pues ahora lo están bajando de ahí a gorrazos. Vean lo que dice Martín Prieto sobre él en La Razón: "Patxi López ha llorado desconsoladamente, ha enunciado una nueva era para España, ha recibido a los hombres de Bildu como a los palafraneros de la paz perpetua de Kant y ha reconocido a Zapatero poco menos que como hijo ungénito de Aitor y Amaya. Aunque sólo fuera políticamente Patxi López debería condenarse a si mismo". Como faltaba algo en la diatriba, el minieditorialista del diario azulón remataba: "Incluso para hacer de Pilatos le falta mucho más valor".

También había brea para el neotraidor en Libertad Digital, pero les va a divertir más un texto cabalístico de todo a cien firmado por Gabriel Moris bajo el título "Una fecha singular: 11-11-11". ¿Anunciaba el fin del mundo? Más bien no. Sólo era una disculpa para hablar de una vieja obsesión recurrente: "Inevitablemente ha venido a mi mente un día ONCE, no muy lejano, en marzo de 2004, que no fue tan gozoso, para algunos, como promete serlo para el que resulte agraciado con el cuponazo". Literatura exquisita, ya ven.

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