La trama mediática

Victoria con guadaña

Tal vez porque habían ensayado tantas veces la canción del triunfo, a la hora de la verdad la fanfarria carpetovetónica ha sonado un tanto artificiosa. "Confianza absoluta", atronaba en primera el órgano oficioso marianista, rebautizado para la ocasión como La Razón del Cambio. Bajo los dientes talla XXL de la sonrisa de rigor, asomaba el cuchillo: "El veredicto popular de ayer es que España está dispuesta a pasar malos tragos, pero exige a cambio un Gobierno con el pulso firme", nos advertía el editorialista de los bastos y espadas que van a pintar en adelante.

En ABC, también chuntachunta en la primera ("Triunfo histórico") y en el editorial ("Rajoy arrolla"), con los columneros haciendo la ola al tiempo que pronosticaban la era de la motosierra. La más explícita, Isabel San Sebastián: "Rajoy debe coger este toro del recorte por los cuernos, aunque se deje el cargo en el empeño. Porque lo que está en juego es España". Recorta bien y no mires a quién. O sí.

Tan solo amagos al lado de la contundencia con que El Mundo anunciaba el fin democrático de la democracia. "El mandato del cambio", proclamaba en portada bajo esta significativa apostilla: "Manos libres a Rajoy para sacar a España de la crisis". El editorialista pedrojotesco certificaba la defunción definitiva de Montesquieu: "Ahora le toca gobernar a Mariano Rajoy con plenos poderes para hacerlo. Todos los demócratas debemos darle un amplio margen de confianza". Lo que temíamos, mayoría absoluta es igual a absolutismo.

Apunta, Mariano

Hasta Libertad Digital, donde el futuro presidente pasaba por mingafría, maricomplejines y cosas peores, se felicitaba por la goleada del pontevedrés en las urnas. "Voto de confianza para el PP", titulaba como apertura. Eso era lo cortés. Lo valiente venía en el editorial: "No sólo se trata de aplacar a los mercados, sino de dar satisfacción a la amplísima mayoría de españoles que han exigido un cambio radical".

Y cómo no, junto a los "¡hurras!", los emplumados diestros hacían cerillas con el árbol caído. Eso sí, ninguno con la virulencia del editorialista de La Gaceta: "El peor gobernante que hemos tenido desde Fernando VII deja como legados dos bombas de relojería: los cinco millones de parados y a los proetarras instalados en el poder y con grupo parlamentario propio. Sería una tremenda injusticia que tan nefasto personaje se fuera de rositas".

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