La trama mediática

Aplaudidores acelerados

Hasta que aparezca el niño del cuento a descubrir que el rey está desnudo de ética y otras cosas, son los emplumados cortesanos los que exhiben impúdicamente sus vergüenzas, o sea, sus desvergüenzas. Unas simples palmas les sirven como excusa. "El mayor aplauso, para el Rey", vocea La Razón en primera. "El Rey recibido en las Cortes con uno de sus mayores aplausos", versionea El Mundo. "El aplauso más largo", sincopa ABC. Pero como todavía se puede exagerar un poco más, La Gaceta ve todas las apuestas de sus rivales de kiosco y las sube cuatro corcheas: "El aplauso más largo de la democracia".

Eso, en las portadas. En los editoriales, otra torrentera de adhesión inquebrantable. "La Corona, nuevamente, representa la continuidad y unidad del Estado y la Nación, por encima de alternancias de gobierno y de contiendas partidistas", proclama ABC. Supurando por la llaga de sus obsesiones, El Mundo añade: "Ese apoyo lo recibe además la Corona en un momento clave, cuando las tensiones separatistas amenazan con agudizarse al hilo de la crisis y el papel de la institución resulta insustituible como garante de la estabilidad política".

Dávila, entregado

Hasta Carlos Dávila, que cuando se enfurruña, suelta patadas en la regia espinilla, ayer peloteaba primorosamente al Borbón desde La Gaceta: "Que el órgano donde habita nuestra soberanía reaccionase así tiene decisiva importancia; es un refrendo general con escasas e inanes excepciones". Se veía venir. Ahora la democracia funciona por el aplausómetro, como en los concursos cutres de televisión.

¿Inocentadas? Podría ser. En la prensa actual, siempre queda la duda, como prueba el lisérgico artículo que publicaba ABC en su tercera. Llevaba por título "El desnudo ofensivo" y lo firmaba un académico de la Real de Bellas artes que atiende por Miguel Orio e Ybarra. Puro desvarío casposo y machirulo, como comprobarán en este fragmento: "Vestidas o desnudas, las calzan [a las modelos] con unos tacones desmesurados que las hacen caminar a saltitos. ¡Qué pena! Con lo maravillosamente que se mueven sobre bailarinas. Pero la cosa va más allá. Sobre los torsos anoréxicos, de costillas aparentes, ha proyectado pechos artificiales de desproporción evidente".

Al lado de eso, la broma de Libertad Digital, con César Vidal disfrazado de soldado del Ejército sureño de Estados Unidos, resultaba de lo más verosímil.

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