La trama mediática

Pombo se descubre

De vez en cuando hay que llegarse a los arrabales carpetovetónicos para encontrar las ambrosías más deliciosamente rancias. El laureado upeydero Álvaro Pombo se retrata en un artefacto llamado Minuto Digital: "Sí me hago esa pregunta, de si no tendríamos, por ejemplo en España, que pasar a una fase suprapolítica, suprapartidista, de gestores firmes. ¡Si tenemos cinco millones de parados! Un dictador con mano fuerte". Sin tiempo para que se les pase el primer glups, el segundo, casi letal: "Si no se reconoce que España se benefició mucho con la dictadura franquista, y que la democracia fue posible gracias a Franco, se están diciendo cosas raras". A su salud, doña Rosa.
De las sacristías de Cope sale humo negro. ¿Se les ha ido la mano con el incensario? No, es el editorialista, a punto de entrar en combustión. "¡Este no es el cambio!", clama. Y cuando el copia-pegador se acerca creyendo que se encontrará una hostia sin consagrar para Rajoy, resulta que el farfullador se refería a otro cambio: "El socialismo español necesita más tiempo para cambiar viejos esquemas de pensamiento. A comienzos de la década de los 90 Blair supo dar un giro al viejo laborismo británico, a finales de los 70 González supo abandonar el marxismo como referencia. Un cambio de ese tipo es el que necesita ahora el PSOE". Leñe, pues preséntese a las primarias.

Wall Street, nido de rojos

En La Razón, exclusiva de cinco tenedores. Lehman Brothers, Goldman Sachs y el resto de la banda son marxistas desorejados. Palabra del ideólogo (es un decir) de Aznar, José María Marco: "Entre 1989 y 1991 se hundió el socialismo de los pobres. En estos años estamos asistiendo al colapso del socialismo de los ricos y de los señoritos, modelo mucho más resistente que el otro, por  razones obvias".
Disfrazado de autoridad moral, el editorialista de El Mundo pone cara de asco ante el caído en desgracia Jaume Matas: "Lo que está quedando al descubierto es una forma de gobernar típica de una coyuntura peligrosa: una etapa de alegría en el gasto asociada a un poder casi absoluto. Igual se contrataba de forma irregular a quien hacía los discursos a Matas que se contrataba a Urdangarin a cambio de humo". El pequeño detalle que se le olvida es que el menda de los discursos es Antonio Alemany, el mismo que luego los elogiaba en la edición balear del periódico pedrojostesco. Qué cosas.

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