Tres por semana

Sometidos al anonimato

Para jugar o rendir pleites?a, hay máscaras para todo. mónica patxot

El cine las ha arrinconado a locales clandestinos ligados a prácticas sadomaso. Películas como Irreversible y Pulp Fiction las segregan a contextos gays, pero la figura emergente de la dómina está contribuyendo a la par conditio del consumo de máscaras como fetiche sexual.

Desde el punto de vista histórico, la máscara ha sido un medio para suplantar la propia identidad. Ese fue su uso original en el carnaval de Venecia –y figuras como Arlequín, Columbina, Polichinela– y así funciona también en el terreno fetichista del sexo. En este ámbito quien las compra se muestra determinado y seguro de sí mismo. "El cliente que las pide sabe a lo que viene y no vacila ni un momento", comenta Blas Gallardo, propietario de la boutique Toysex de Madrid (San Bartolomé, 7). El fabricante británico Zado dispone de un amplio catálogo de máscaras en piel.

Castigo invisible
Como en casi todos los productos relacionados con el sexo, las máscaras guardan secretos. Así, los pequeños orificios para respirar por la boca esconden un pene, que se va hinchando en la boca del sodomizado según accione el partner la bomba de aire. El modelo tiene un precio de 124 euros. Otras, incluyen cremalleras u orejas y hocico, a modo de perro.

Estas máscaras tienen uno o varios elementos que pueden desligarse: en algunos modelos, los ojos; en otros, la boca... La versión más lúdica y menos cara remite a la lucha mexicana, con modelos muy llamativos que oscilan entre los 12 y los 14 euros.

Descendiendo a materiales de peor calidad, encontramos las máscaras de látex (disponibles en diversos colores), con huecos en los que enmarcar los ojos y la boca y cuyos precios van desde los 24 a los 38 euros. Cualquier atrezzo sadomaso que se precie no puede prescindir de fusta. Las de la casa Zado cuestan en torno a los 30 euros. Las hay con mangos que imitan al pene y azote en trencillas de piel o en forma plana. Guantes y chalecos constituyen los complementos perfectos de toda máscara.

----------Modelos: artesanía al servicio de la confusión---------

  • cortesano

Son el exponente más refinado de la máscara. No llevan gomas de sujección sino una varilla lateral que debe ser sujetada. Una alternativa menos anónima pero igualmente atractiva es el antifaz.

  • lucha mexicana

Inspiradas en los luchadores americanos, son coloridas y desenfadadas. Prescinden de cremalleras y elementos de quita y pon. Esta sencillez se nota en el precio, inferior al de las máscaras sadomaso.

  • terminator

Las máscaras usadas en las prácticas sadomaso son siniestras y convierten a quien se las pone en un siervo. Elaboradas en piel, incorporan apéndices como hocicos u orejas de animal. Son de las más caras del mercado erótico.

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