Un paso al frente

Diez años de la primera boda gay en las Fuerzas Armadas

Los Albertos, Linero Marchena y Fernández Sánchez, protagonizaron un evento histórico en el año 2006 al contraer matrimonio. Ambos eran militares del Ejército del Aire. Su boda fue un acontecimiento, tenía que ser un acontecimiento y el Régimen al completo, desde El País hasta ABC, pasando por todas las televisiones y radios se hicieron eco del mismo. Hasta los medios internacionales querían una foto y unas palabras de los protagonistas.

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La situación no era fácil porque el año no había comenzado bien. El teniente general Mena tuvo la ocurrencia de amenazar con una intervención militar en el caso de aprobarse un Estatut en Catalunya que fuera más allá de dónde ellos entendían que debería llegar. Porque los protectores de la Patria son ellos, los altos mandos militares, los de los desastres de Cuba y Annual y los de la sublevación armada del 36. Ellos son los Guardianes de la Constitución. Si alguien lo duda, que lea, relea y vuelva a releer el artículo octavo del Libro Sagrado... ¡Hostia! Pues sí, es real y lo redactaron los Padres de la Constitución, aunque atendiendo a tamaño anacronismo, inexistente en ninguna otra constitución moderna del mundo, sería más correcto denominarles los Padres del Régimen.

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Así pues, el año se había torcido para el Régimen, muy del gusto de creencias fascistoides, pero muy contrario a la exhibición de las mismas. Se puede y se debe ser fascista, pero la gracia está en que no lo parezca, o si lo parece en que no reste votos. Unos militares muy alterados podrían hacer creer a la ciudadanía que las Fuerzas Armadas no eran tan modernas como todos debían imaginar, que para eso a esas alturas ya estaban completamente integradas al servicio de la OTAN y sus crímenes de guerra. Todo vanguardismo. Por tanto, había que darle un giro a ese regusto rancio que Mena y los muchos oficiales que le apoyaron habían dejado. Y en esas, dos gais deciden casarse... Zapatero, que era tan partidario de la Alianza de las Civilizaciones como de sextuplicar la industria de las armas, no podía encontrarse más gozoso.

La boda tenía que demostrar que las Fuerzas Armadas sí eran modernas, que no eran las rancias milicias franquistas anquilosadas, sino un moderno ejército OTAN dispuesto a secundar y cometer cualquier atrocidad en aras del santísimo capitalismo salvaje. Y lo demostró. Esa pareja de gais besándose y con insignias castrenses al tiempo que todos los militares de alta graduación mantenían las formas tendría que ser suficiente muestra de modernidad. Y lo fue.

El PSOE, que siempre está con las mujeres, los gais, el aborto, los derechos y las libertades, pero también con los recortes, las puertas giratorias, la corrupción, los GAL, el rey y la inmunidad del franquismo, vio que aquello podía ser un filón. Le ayudaría doblemente. Primero, a marcar distancias con el rancio PP con el que siempre confluyó en todos los acuerdos esenciales del Régimen; y, segundo, a desmarcarse de sí mismo, de su régimen de terror impuesto en el mundo de las Fuerzas Armadas y las FCSE.

Quizá pocos se acuerden, pero eran los tiempos de un Rubalcaba que azotaría con virulencia a los movimientos asociativos de la Guardia Civil, liderados por AUGC. Y eso que eran los que pretendían desmilitarizar la Benemérita, y eso que eran los garantes de los derechos y las libertades...

En las Fuerzas Armadas, la situación era todavía peor. José Bono, ese político que, como muchos otros, podría haber militado en el PP o en el PSOE sin mucho problema acababa de ser sustituido por José Antonio Alonso, ese político que aun militando en ambos partidos no habría conseguido que se le recordase.

Y los medios de comunicación encantados. Dos gais y militares casándose. Y la Marca España también orgullosa y hasta el Ángel Marcelo vio aquello con buenos ojos. Todo era maravilloso...

Hasta que el apaño se torció. Por mucho confeti gastado, lo de ser homosexual en las Fuerzas Armadas depende, en el mejor de los casos, del jefe que se tenga. Si toca cara, no hay problema; si toca cruz, reza, aunque no sepas ni quieras, o piensa en un tratamiento para curar la enfermedad, eso también funciona según le dijeron al teniente coronel Sánchez Silva, que todavía sigue enfermo de lo suyo. Por desgracia, en el Ejército sale cruz muchas más veces que cara y en unos meses se pasa del cuento al chiste y la burla.

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Ahí, en el drama, en el acoso laboral, ya no había confeti ni televisiones ni PSOE ni mucho menos medios internacionales. Lo de ser acosado en las Fuerzas Armadas es el día a día, la herramienta de trabajo, el látigo del mando de turno. ¿Es eso relevante? Para nada. Tres o cuatro noticias y al cubo de la basura de los medios y que el show continúe. Ya no eres noticia chaval, que te echen de las Fuerzas Armadas no tiene nada de noticioso y, menos, que te echen por marica. Por ese camino ya habían pasado el teniente coronel José María Sánchez Silva, el sargento primero Domingo Díaz Leal o el guardia civil Joan Miquel Perpinyà... Para salir en los medios tienes que ser el primero en algo, de lo contrario la historia no da ni para unas líneas junto a los horóscopos.

Las Fuerzas Armadas, el PSOE, los medios de comunicación y el Régimen, diez años después del aquelarre teatral, siguen siendo lo mismo y Alberto, por desgracia, sigue teniendo que escuchar los mismos chistes de siempre, a veces del propio ministro del Interior, sobre el peligro de la homosexualidad para la especie humana y otras gilipolleces similares. Y también tiene que vivir el incremento de las agresiones a los homosexuales, otro tema que solo es noticia cuando hay algo de sangre o algo rosa que contar... Cosas de la Patria, que hoy ya es moderna.

 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.

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Tal vez te puedan interesar las novelas "Código rojo" (2015) y "Un paso al frente" (2014).

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