Un paso al frente

El desfile del Día de la Hispanidad o el anacrónico culto a la raza

Como todos los años, las calles de Madrid se inundarán de militares y banderitas. Vítores y aplausos. Puede que llueva, no suele ser inusual, pero ello no será impedimento para que la ciudadanía, una parte de ella, muestre su amor incondicional hacia los militares. Lástima que no les amen tanto cuando piden que dejen de despedirles a los 45 años de edad y les envíen directamente al desempleo con unas muy escasas posibilidades de reinserción. Pero el día de hoy iba de amor. Ya saben. De amor a la Patria, a la Nación y a nuestro Día Nacional. Venga mayúsculas que el asunto es muy serio.

El caso es que a poco que uno eche la vista atrás se dará cuenta que celebramos el Día Nacional en la misma fecha del calendario en la que el franquismo lo celebraba. Algo que en su tiempo llamaban el Día de la Raza. Y eso da un poco de yuyu, ¿no? ¡Pues no! En medio de la amnesia y la lobotomía completa a la que se ha sometido gran parte de la ciudadanía, eso de desfilar celebrando la Patria el mismo día que lo hacía Franco, con los sucesores designados por él al frente, no parece ser muy incómodo para muchos. Para otros, lo único decepcionante es que se trata de un festivo y no hay partido de fútbol. Creo.

Buceando en Wikipedia encontré la siguiente definición para el Día de la Hispanidad: El 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América, que culminó con el llamado "encuentro de dos mundos", que transforma las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos.

Visto así hasta mola, y mucho, si no fuera por aquello de las mutilaciones, violaciones y ejecuciones que se pueden encontrar en medios nada subversivos, por cierto, y sin investigación muy exhaustiva.

Más allá de celebrar la conquista de América, obviando todas las barbaridades que allí se cometieron o justificándolas en que los ingleses hicieron más -con un ‘y tú más’ bastante más pavoroso que el acostumbrado en ámbitos políticos sobre temas de corrupción-, lo cierto es que hay una parte que se siente excluida de esta celebración. Éste es un motivo por el que se hace necesario buscar una nueva fecha; además, hay muchas y muy variadas opciones.

Una posibilidad sería honrar a los que intentaron asesinar al genocida dictador, más que nada porque su gesto es de los pocos que permite sentir algo de orgullo y no avergonzarse de la comodidad por el sometimiento de una gran mayoría de la ciudadanía. Días al respecto no faltan, pues hasta en 17 ocasiones se intentó librar a los españoles de la lacra y el retroceso que supuso la dictadura. Al menos, sería conveniente que las Fuerzas Armadas adoptasen ese día como día conmemorativo, dado que los pocos militares que intentaron asesinar a Franco deberían constituir motivo de orgullo y enaltecimiento.

Ello no se trata de ningún delirio. Alemania, por ejemplo, celebra el 20 de abril como festividad de sus Fuerzas Armadas por ser este la efeméride del día que intentaron asesinar a Hitler. Pero para eso hay que ser antifascista y a España todavía le queda, por eso nuestras Fuerzas Armadas desfilan el Día de la Hispanidad como si fuera su propio día. Pero lo hacen de forma encubierta, pues a la vez celebran el Día de las Fuerzas Armadas en un día indefinido entre mayo y junio. Día que, obviamente, pasa desapercibido y que lo único que pretende es enmascarar que la verdadera celebración para las Fuerzas Armadas es el 12 de octubre.

Pero para día de la Hispanidad, de España si se prefiere, hay que buscar un día que nos represente. Un día que de alguna forma reúna a toda la nación entorno a un momento esencial. Y pocos me lo parecen tanto como el 26 de abril, el día que se produjo el bombardeo de Guernica. Un acontecimiento histórico de repercusión mundial que de celebrarse situaría a España en la vanguardia del antifascismo. Justo en las antípodas de las coordenadas en las que hoy nos encontramos. Una celebración con una enorme cantidad de sentimientos encontrados que marcaría el esfuerzo de una ciudadanía por redimirse. Por hacer todo lo posible por no volver a cometer los mismos errores del pasado. Una celebración que implicaría también una conmemoración de las víctimas franquistas y una petición oficial y pública de perdón.

De momento, lo comentado, lógico en cualquier país europeo o avanzado, sólo es ciencia ficción al sur de los Pirineos. En lugar de tener unas Fuerzas Armadas que conmemoran y honran a los militares que intentaron asesinar a Franco, o un país que hace lo propio con las víctimas del franquismo en la celebración del Día Nacional, tenemos a una nación que celebra la perpetuación del Día de la Raza y unas Fuerzas Armadas que se unen a la misma encubriendo su festividad en un fin de semana perdido de la primavera. Todo ello mientras más de 1.000 militares en reserva o en retiro han firmado un manifiesto a favor de Franco después de ocupar los puestos de máxima responsabilidad durante los últimos quince años.

 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de 'El libro negro del Ejército español'.

 

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