La Universidad del Barrio

La ciencia para todos y todas cumple 50 años

Hoy no nos sorprende que la ciencia protagonice desde monólogos humorísticos, hasta experimentos de corte científico que conjugan magia y humor en los platós de televisión. Incluso hemos visto arte y belleza en una fotografía científica que penetra con zooms macrométricos, la intimidad de una célula o un aspecto ignorado de la naturaleza salvaje. Qué decir de los documentales, que gracias a la tecnología y al mejor acceso a los equipos de grabación, nos permiten adentrar en los aspectos de una sociedad y tener no una sino mil etnografías para conocer historias de vida en cualquier parte del mundo. Pero para llegar a ese camino, nuestro país – como otros tantos avances- tuvo que pasar por un largo camino de difusión de las imágenes y sonidos de la ciencia. Un camino duro, donde profesionales casi autodidáctas, pero visionarios, lucharon por difundir las imágenes científicas. Algo que hoy se explicaría con otras palabras: quizá "visibilizar" la investigación científica, algo vital para su "empoderamiento".

Para conocer los orígenes, de la difusión de las imágenes científicas en España, hay que remontarse, al término de la segunda guerra mundial, cuando algunos de los realizadores internacionales de cine científico, sintieron la necesidad de crear una federación de asociaciones nacionales para promover el intercambio de descubrimientos y de aportaciones a nivel técnico y científico en el ámbito del cine. Así se constituyó la Asociación Internacional de Cine Científico (ISFA/AICS), que fue fundada por un francés, un polaco y un británico: Painlevé, Korngold y Maddison. En el término de pocos años habría de aglutinar a los realizadores y representantes de 35 países.

Guillermo F. Zúñiga, el Capa español

España se incorporó a esta Asociación en 1965 representada por la Asociación Española de Cine Científico, fundada y presidida por Guillermo Zúñiga, pionero del cine científico en España e Iberoamérica y con una vida singular que le llevó a hacer sus primeros videos etnográficos en plena Segunda República. En 1931, obtuvo la licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad Central de Madrid.  Y al poco tiempo, comenzó a impartir clases en el Instituto Escuela de Madrid, hoy Ramiro de Maeztu, al igual que participó en el Servicio de Cinematografía del Patronato de Misiones Pedagógicas hasta 1936.  De esa época, data el documental perdido Boda en Navalcán, rodado en esa localidad toledana.  Durante la contienda, Guillermo F. Zúñiga, colaboró en la filmación de los noticiarios republicanos "España al día" y "Gráfico de la juventud". Después, como tantos otros españoles, cruzó la frontera de Francia con la esperanza de una libertad que se convierte en campo de concentración. Zúñiga estuvo en el campo de concentración de Argelès, Bram y posiblemente también en Gurs. Tras salir en libertad, se estableció en París, donde estableció contactos con los principales maestros del cine científico europeo, como Jean Painlevé, considerado el gran padre del cine científico moderno y fundador del Institut du Cinéma Scientifique (1930).  Zuñiga participa en varias reuniones con este pionero francés para la fundación de la Asociación Internacional de Cine Científico (1947) y luego desde su exilio en Argentina.  La labor documental de Zúñiga durante la República y la Guerra Civil, no se circunscribió al cine, como lo atestigua el descubrimiento en 2011, de un acervo fotográfico de incalculable valor periodístico e histórico.

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50 años de ASECIC

Referente social en España y Europa, la ASECIC, Asociación Española de Cine e Imagen Científicos ha sido desde su fundación, el 20 de octubre de 1966 por Guillermo F. Zuñiga, una organización sin fines de lucro que logró incorporar no solamente a los pioneros del cine y fotografía científicos del país, sino años después también a un nutrido grupo de investigadores, académicos y profesionales audiovisuales dedicados al uso de las imágenes y sonidos en la ciencia, tecnología e innovación (I+D+i) en Iberoamérica.

Con una triple vertiente desde la investigación científica, el uso educativo y cultural y la creación, realización y producción audiovisual, la Asociación ha ido desarrollando una a una sus tareas fundacionales dedicadas al estudio, análisis, documentación, difusión, proyección o exhibición de múltiples imágenes fotográficas y obras fílmicas científicas y tecnológicas.

En efecto, durante los últimos 50 años, y más allá de lo que se definía como un cine aplicado a la investigación de un fenómeno científico, el desarrollo del uso instrumental de las imágenes y sonidos generados desde el campo de las ciencias y tecnologías se ha vinculado a otras utilizaciones, las cuales habría que ir reconociendo en cada una de las distintas disciplinas o áreas científicas y tecnológicas donde se ha desarrollado.

Y aunque el origen del cine está en la ciencia, y su aplicación en múltiples áreas científicas y tecnológicas, y en particular en el ámbito de la medicina, donde muy pronto se vieron todas las posibilidades que las imágenes y sonidos tenían para la investigación, enseñanza y divulgación del conocimiento médico; inmediatamente, también se comenzaron a utilizar con este triple carácter en otras disciplinas, tales como las ciencias naturales como la biología, la física o la química, o las ciencias humanas como la antropología, la geografía o la historia. Evidentemente, el uso de las imágenes y sonidos en todas las técnicas, ingenierías y tecnologías, resultaron herramientas comunicativas fundamentales para mostrar y acceder a los conocimientos que existían sobre ellas. De hecho, a partir de las distintas áreas del conocimiento de las ciencias, ingenierías y tecnologías, la ASECIC reconoce la calidad visual, sonora o audiovisual, así como la pertinencia o rigor científico de las obras audiovisuales que se generan en España y en el mundo.

No solo cine

Y aún cuando por su historia de 50 años, la ASECIC, al igual que otras asociaciones, organismos y personas dedicadas a la comunicación y periodismo audiovisual científico, haya delimitado al cine científico estrictamente a todas aquellas obras audiovisuales que se generan con la I+D+i en el campo de la ciencia y tecnología; también han venido considerando el concepto cuando se utilizan sus imágenes y sonidos en otros campos como el de la comunicación y divulgación del conocimiento o el de la cultura científica y tecnológica dentro de la llamada popularización de la ciencia y tecnología. E incluso, desde los años 60, también esta noción de cine o audiovisual científico se planteó cuando se utilizan sus contenidos audiovisuales como recursos didácticos, pedagógicos o docentes dentro de la comunicación educativa o instruccional en procesos de enseñanza-aprendizaje.

Con sus distintos miembros asociados, y a través de distintas iniciativas y actividades que realiza cotidianamente, la ASECIC también ha hecho posible, no sólo la visibilidad y apoyo a la producción audiovisual científica, sino validar el importante uso educativo y cultural de las imágenes y sonidos científicos y tecnológicos en España y en el mundo.

Hoy día, la Asociación organiza proyecciones, actos o eventos audiovisuales en muestras, festivales o certámenes, establece una colaboración activa con medios de comunicación y otras organizaciones científicas, educativas y culturales, tanto españolas como internacionales, para impulsar proyectos de coproducción, difusión, I+D+i y uso creativo o aprovechamiento educativo y cultural de contenidos e imágenes fotográficas y audiovisuales científicas y tecnológicas, impulsa a la formación, actualización y especialización profesional técnica y académica en el ámbito de la comunicación y divulgación de las imágenes fotográficas y audiovisuales científicas y tecnológicas, mediante propuestas y alianzas y convenios interinstitucionales concertados con entidades universitarias, otorga reconocimientos y premios ASECIC, en especial el de su fundador Guillermo F. Zuñiga, en múltiples muestras y festivales internacionales y nacionales a los que es invitado y recopila la documentación especializada sobre el audiovisual en general, y el científico en particular a través de su Filmoteca Eugenio Tutor (con más 6000 contenidos para visionados presenciales de estudio e investigación). Este importante patrimonio audiovisual, que en la actualidad está disponible exclusivamente para su consulta para educadores e investigadores, y en proceso de documentación para su puesta en valor de una manera más accesible para la ciudadanía en general.

Sin embargo, y ante todo, sería importante replantear y delimitar una vez más lo que se entiende por cine científico ya que una clara definición terminológica es la base del enfoque y planteamiento que se quiere dar al mismo. Por ello, y desde lo analógico a lo digital, la ASECIC tiene como reto en la actualidad seguir definiéndolo, valorándolo o reconociéndolo cada día en las imágenes fotográficas y las en movimiento.

 

Rogelio Sánchez Verdasco

Carolina Espinoza Cartes

 

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