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PP-C’S-PSOE a favor de mantener la impunidad del franquismo ¿De qué tienen miedo?

Por Rosa García, miembro de La Comuna.

El pasado día 20 de marzo fue un día triste para la enclenque democracia que nos permiten disfrutar en este país. Otro más.
El rapero Valtonyc anunciaba que su ingreso en prisión era inminente, cuestión de días. Su delito fue creer que en España había una democracia auténtica y se gozaba de libertad de expresión, como en los países europeos. Craso error. Era muy joven y se le ocurrió escribir unas canciones con palabras propias de los raperos, en las que criticaba la figura del rey (más bien "al figura" del rey) y el anacronismo histórico que supone la existencia misma de la monarquía. Cayó sobre él la furia de los vendepatrias de pulserita y cuentas en Suiza y sus palmeros. Nada le hubiera ocurrido si se hubiera limitado a escribir letras machistas, racistas, fascistas o xenófobas, porque eso sí lo ampara la libertad de expresión del postfranquismo en que vivimos.
Resulta indignante ver cómo entran en prisión manifestantes, sindicalistas, tuiteros, titiriteros, jóvenes de Altsasu, políticos catalanes o cualquier opositor democrático por delitos supuestos o en aplicación de la ley mordaza; cómo aumenta la censura sobre artistas, escritores, guionistas o periodistas, mientras que ladrones de guante blanco y políticos corruptos cuentan con la complicidad de los poderes ejecutivo y judicial para evitar las condenas y, también, para no devolver nada de lo robado; cómo van cercenando todos los derechos fundamentales conseguidos con mucha lucha y mucho sufrimiento.
La deriva autoritaria del régimen del 78, representado por el PP, Ciudadanos y PSOE, se apoya en el nacionalcatolicismo español, de nuevo excitado por el poder económico (la oligarquía, el Ibex 35, "los de arriba", los privilegiados o como guste denominarlo), y comienza a ser tan obvia que ya ha traspasado nuestras fronteras y está siendo denunciada en todo el mundo donde se vuelve a asociar España con el franquismo.
Cuando el poder recurre a las formas más antidemocráticas de gobernar está dando a entender que tiene miedo. Pero, ¿miedo a qué, o de qué?

En las últimas semanas han tenido lugar grandes acontecimientos:
El éxito de la huelga feminista del 8-M, liderada por el Movimiento Feminista, que culminó con multitudinarias manifestaciones en prácticamente todos los pueblos y ciudades del Estado, supuso un antes y un después en la larga lucha por los derechos de las mujeres. El Manifiesto del 8M denunciaba la brecha salarial sostenida, la violencia machista, la invisibilidad de la mujer y sus logros, la LGTBI-fobia, la mayor incidencia de situaciones de vulnerabilidad y pobreza, la falta de conciliación, las agresiones sexuales y la culpabilización de las víctimas, la persecución de las mujeres inmigrantes, los recortes en sanidad y educación, la corrupción y la grave represión y los recortes de derechos fundamentales. Y terminaba anunciando que "¡Seguiremos hasta conseguir el mundo que queremos!" Un deseo revolucionario.
Tanto miedo les dio a los que mandan que ordenaron a Rajoy y Rivera (sus marionetas favoritas), y a la práctica totalidad de sus medios de comunicación serviles, que cesaran su campaña de acoso y desprestigio contra las feministas y se pusieran lazos morados y ¡oh, sorpresa! acabaron afirmaron su "inquebrantable adhesión" a la lucha por la igualdad de las mujeres, algo desconocido e insólito hasta ese momento.

Igualmente, las multitudinarias manifestaciones de los pensionistas llenaron las calles de las principales ciudades. A destacar la de Bilbao, donde un tercio de sus vecinos salieron a manifestarse. Es particularmente preocupante para los intereses del régimen del 78 el hecho de que los pensionistas, considerados el caladero electoral del PP y PSOE, pongan en la picota las políticas neoliberales aplicadas por estos partidos que han conducido a una extrema desigualdad social y a una depauperación de grandes sectores de la sociedad, con especial virulencia sobre los jóvenes y los pensionistas, y de mayor gravedad cuando se trata de mujeres que, en general, cobran pensiones más bajas. Los pensionistas han sufrido también la infame campaña de desprestigio y desprecio con que suelen acoger cualquier manifestación de crítica y descontento, pero no han cedido y amenazan con seguir las movilizaciones hasta que sean atendidas sus demandas.

Además, los vecinos de Murcia llevan luchando valientemente desde octubre contra el muro que quieren construir para proteger el paso del AVE, y que supone partir en dos la ciudad y dividir a sus vecinos, obligándoles a desviar sus desplazamientos y dificultando la vida de la comunidad, faltando a las promesas que les hicieron. El delegado del gobierno (al que se conoce como ‘gobernador civil’, por comportarse como tal figura franquista), del PP, ha respondido como únicamente saben hacer: con represión, multas, insultos y mentiras. Las cargas policiales contra las concentraciones pacíficas de los vecinos fueron especialmente virulentas el 8M, pero no han conseguido parar la protesta, los vecinos siguen manifestándose.

La cuestión es que esta democracia descafeinada se constituyó sobre la gran falacia de que los mismos que habían mantenido el franquismo y reinstaurado la monarquía se convertían, por arte de acuerdos y maniobras entre las distintas familias del poder hegemónico oligárquico, en "demócratas de toda la vida". Parte de la oposición democrática, cuyos militantes habían luchado con heroísmo y sacrificio contra el franquismo, se plegó a esta situación e intentó acomodarse al nuevo régimen. Lo que debería haber sido una ruptura democrática que era la exigencia y el deseo de la mayoría del pueblo, como demostró valientemente en las duras luchas del postfranquismo, se transformó en una farsa, agitando el fantasma del golpe de Estado para frenar las reivindicaciones populares, hasta que no tuvieron más remedio que representar la ópera bufa del 23-F para recordarnos el "palo y tentetieso" que tan bien les ha funcionado durante siglos a esta oligarquía retrógrada, desalmada y mediocre que llevamos sufriendo, junto con una burguesía pacata y cómplice.

Entre las condiciones impuestas por los franquistas figuraba, claro está, mantener el silencio sobre los crímenes del franquismo y renunciar a cualquier atisbo de juzgar a los criminales y torturadores que medraron en la larga noche de la dictadura. Para ello promulgaron la nefasta ley de Amnistía de 1977, con apoyo del PSOE y PCE y la oposición de la izquierda revolucionaria y republicana que habían luchado por la verdadera amnistía. Esta infamia significó una ley de punto final: A cambio de liberar a los luchadores antifranquistas que aún quedaban presos se impuso el olvido y la prescripción de los delitos de genocidio y lesa humanidad cometidos durante la guerra, la postguerra y toda la dictadura.
Sabido es que los gobiernos de Felipe González cumplieron fielmente este cometido, premiando y promocionando a muchos de los delincuentes franquistas que luego les sirvieron con gusto en el tristemente famoso Plan ZEN (GAL, torturas, ilegalización de partidos abertzales, ley antiterrorista, etc). Recordemos que el Plan ZEN (Zona Especial Norte) fue elaborado por el teniente general franquista Cassinello, entrenado por al CIA, jefe de los servicios secretos en la transición y del Servicio de Información de la Guardia Civil el 23-F y fiel servidor de los ministros de Interior del PSOE. Será por eso que se oponen a que los papeles del 23-F sean desclasificados.
A los gobernantes del PSOE no les preocupó insultar la memoria de muchos militantes socialistas que fueron asesinados y arrojados a las cunetas de donde todavía esperan ser rescatados.
Aznar, por supuesto, mantuvo la misma tónica. Y fue Rodríguez Zapatero quien se atrevió a realizar la llamada Ley de Memoria Histórica, que nació con pocas posibilidades de futuro, pero que respondía a una firme reivindicación de los grupos memorialistas que llevaban años exigiéndola. Tan restringida era esta ley que muchos represaliados del franquismo tuvieron que dirigirse a Argentina para poder presentar una querella, ya conocida como Querella argentina, que agrupa a víctimas de todos los crímenes cometidos desde 1936 hasta 1977, e incluye bombardeos, fusilamientos, desaparecidos, torturados, represaliados, bebés robados y el largo etcétera de la barbarie franquista.
Las pocas posibilidades que ofrecía la Ley de Memoria Histórica para juzgar los crímenes del franquismo chocaban con la Ley de Amnistía, y los jueces se acogen a ello para que no prospere ninguna causa, obviando las leyes internacionales sobre derechos humanos que el Estado español había venido aceptando (y firmando) con su acostumbrada hipocresía, y que califican claramente los delitos del franquismo como crímenes de lesa humanidad, que nunca prescriben.
Pues bien, el día 20 de marzo, por iniciativa de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA), y apoyada por los grupos parlamentarios de Unidos Podemos, ERC, PNV y Grupo Mixto, se presentó en el Congreso una propuesta de modificación de la Ley de Amnistía de 1977 para permitir que los delitos del franquismo pudieran ser juzgados en España. Una vez más, el PSOE ha traicionado los deseos legítimos de las víctimas y ha votado con los que defienden a los franquistas asesinos y torturadores. Se esperaba, desde luego, pero no por más sabido es menos doloroso, en particular para los que han presentado querellas por torturas contra Billy el Niño y ven cómo, una tras otra, son inadmitidas en los juzgados españoles.
Después de más de 40 años desde la muerte del dictador se nos sigue negando la posibilidad de acceder al derecho inalienable de VERDAD, JUSTICIA y REPARACIÓN, alegando los pactos de la transición: "Todos estuvimos de acuerdo", nos dicen. ¿Seguro? No se nos preguntó, no hubo referéndum sobre la forma de Estado, ni sobre memoria histórica, ni sobre ningún punto crucial que permitiera cerrar la etapa de la dictadura y conseguir una democracia de calidad. Lo estamos pagando. Decía sabiamente un cartel en una manifestación: "La democracia no juzgó al franquismo y ahora es el franquismo quien juzga a la democracia".
Caiga sobre la conciencia de los diputados del PSOE esta nueva cobardía y esta nueva burla a quienes lucharon contra el franquismo y contribuyeron a instaurar realmente la democracia, quienes padecieron tortura y cárcel, quienes salieron a las calles a protestar y sufrieron la represión policial, quienes fueron despedidos por luchar por sus derechos, quienes tuvieron que exiliarse o vivir en la clandestinidad huyendo de la policía política franquista y quienes tuvieron valor de enfrentarse a lo peor que ha dado nuestra historia: la dictadura franquista.

En los últimos días antes de la publicación de este artículo se han sucedido varios hechos que ponen aún más en duda la calidad de esta falsa democracia: el juez Llerena, de cuya imparcialidad dudan prestigiosos juristas nacionales e internacionales, ha enviado a la cárcel a cinco diputados del Parlament de Catalunya (Turull, Forcadell, Rull. Romeva y Bassa), que se unen a los ya encarcelados (Junqueras, Forn, Sánchez y Cuixart) cuyo principal "delito" fue ¡organizar un referéndum! Y, debido a la euroorden de detención emitida por el mismo juez, Puigdemont ha sido detenido en Alemania. Todo perfecto para el nacionalismo rancio del PP-C’s-PSOE que han dado saltos de alegría hablando de que "nadie está por encima de las leyes". ¡Qué cinismo! Los mismos que acababan de librar a los criminales franquistas de ser juzgados por las leyes que defienden los derechos humanos.
Las protestas por estos desmanes político-judiciales han sido muy importantes en Cataluña y otros pueblos del Estado, a pesar de que las manifestaciones pacíficas han sido reprimidas con golpes e, incluso, intentos de atropello por parte de los Mossos. Ya no es únicamente una cuestión de independencia, también están en riesgo los derechos fundamentales para todos y todas que tanto costaron conseguir. Luchar contra la impunidad se ha convertido en algo prioritario, porque de aquellos barros, estos lodos.

Volviendo a la pregunta del título de este artículo: "¿De qué tienen miedo?"; pues está claro:
De quienes no aceptan los recortes y la precarización del neoliberalismo rampante; de quienes denuncian la represión en todas sus formas; de quienes se oponen a los desahucios, a los recortes en derechos fundamentales, en sanidad y enseñanza; de quienes no se callan ante la brutalidad policial; de quienes tienen el valor de luchar por sus derechos de huelga y manifestación; de quienes quieren una república como forma de estado; de quienes luchan por el derecho a la autodeterminación de los pueblos...

En definitiva, ¡tienen miedo de quienes NO TIENEN MIEDO!

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