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Decencia: zero points (Eurovisión 2019)

Por Luis Suárez, miembro de La Comuna.

El mismo día en que se difundía un vídeo (otro) de unos militares israelíes entrando, armados hasta los colmillos, como se suele decir y como es el modus operandi de las IDF -ejército israelí-, en una escuela palestina para detener a un niño de 9 años, en los telediarios nos informaban de la presencia ya en Tel Aviv de nuestro joven representante -Miki- en el próximo festival de Eurovisión que se celebra el 18 de mayo en aquella ciudad.

También en estos mismos días se conocía una reciente polémica desatada en la sociedad israelí (ver artículo ‘Los rabinos y Hitler’ de Eugenio García Gascón, Público.es, 6 de mayo, 2019): En síntesis, se trata de la doctrina de la escuela rabínica de una de las tantas colonias israelíes en los territorios ocupados, declarándose abiertamente racistas y supremacistas, y llegando a defender a Hitler, salvo que al parecer este se habría equivocado de raza superior.

Sólo había transcurrido una semana desde la última refriega en la franja de Gaza con decenas de víctimas palestinas y varias israelíes, con motivo de otra ‘marcha del retorno’ -reclamando el derecho a la vuelta a su país para los aproximadamente 6 millones de población palestina refugiada-, cuyas convocatorias, iniciadas hace un año, han dejado alrededor de 7.000 personas heridas -según cifras de Naciones Unidas- por arma de fuego del ejército israelí en aquel enclave sometido a un criminal bloqueo.

Precisamente este 15 de mayo se conmemora un año más la Nakba (desastre), es decir, la creación del estado de Israel en 1948, inicio del largo periodo de opresión del pueblo palestino por el estado sionista.
Todo ello coincidiendo con el inicio de la campaña electoral para el parlamento europeo, con una Unión Europea cada vez más endeble, donde España, a falta de un improbable triunfo en Eurovisión, ya tiene un as en la manga: el primer falangista en acceder a ese magno foro, para nutrir el creciente club de europarlamentarios fascistas -o, si esto suena fuerte, neofascistas-.

Pero ¿qué es el festival de Eurovisión?

O mejor aún, ¿quién es responsable del festival? El festival de Eurovisión viene organizándose desde 1956 y su convocante es la Unión Europea de Radiodifusión (UER), formada por compañías de radio, televisión y multimedia públicas o de servicio público -actualmente un total de 117 de 51 países; por parte de España forman parte la SER; la COPE; RNE, RTVE y TVE-, cuya misión se define así por su director general (según se lee en su página web):
‘Los medios de servicio público son la base de las sociedades democráticas. Nuestro papel es promover sus valores y asegurar que nuestros miembros sigan jugando un papel vital en la cultura, sociedad y discurso público europeos.’

Pues bien, con la celebración en Israel de Eurovisión 2019, esta organización está negando de manera descarada esos valores democráticos, a costa de un pueblo, el palestino, oprimido y discriminado desde hace más de 70 años por la potencia colonial que tiene su capital en la sede del festival; bueno es que lo tengamos en cuenta cuando esos medios se reivindiquen y vanaglorien, con su habitual arrogancia, por su indispensable labor democrática.

¿Es posible ignorar la naturaleza racista, colonialista y criminal del estado de Israel?

Los medios de comunicación no son ingenuos y, desde luego, si algo no pueden alegar es ignorancia. Imposible ignorar las innumerables condenas de NNUU y denuncias de organismos internacionales al Estado de Israel, por su política sistemática de opresión, discriminación y desposesión del pueble palestino, por sus desproporcionadas acciones de represalia militar contra cualquier forma de resistencia y muestra de dignidad de aquel, por su incumplimiento de los acuerdos internacionales en su colonización territorial y ‘batustanización’ de la Cisjordania sometida al apartheid...

Eventos como el de Eurovisión solo persiguen la legitimización (normalización es el término habitualmente utilizado por las organizaciones de derechos humanos) de ese apartheid. De ahí la importancia propagandística que el estado israelí otorga a eventos internacionales de este tipo, siendo Eurovisión en particular uno de los de mayor difusión: Más de 200 millones de seguidores estimados, en un ámbito geográfico que desborda ampliamente el estrictamente europeo (Rusia, Turquía, Australia, ... además de Israel).

Las organizaciones de derechos humanos y de solidaridad con Palestina han subrayado (y también el artículo ‘Eurovisión sobre las ruinas de Palestina’, de Jorge Ramos Tolosa, publicado en este mismo medio el 11 de mayo) el hecho especialmente simbólico de que el centro en el que se va a realizar el festival -el Tel Aviv Expo Center- está edificado sobre las ruinas de al-Shaykh Muwannis, pueblo palestino destruido tras la expulsión de su población en el 48. Como tantas otras decisiones del gobierno israelí, esta tiene un mensaje adicional o plus de escarnio que podríamos calificar como recochineo histórico.

El papelón europeo en Oriente Medio

Decir que Europa es un actor irrelevante en el cuadrilátero mundial en el que se dilucidan las supremacías geopolíticas, en plena escalada competitiva gracias sobre todo a la política internacional del primitivo-paranoico Trump, es una perogrullada. En particular, respecto al conflicto palestino, la UE no es ni siquiera ignorada, es más bien un tonto útil al que Israel utiliza para pagar buena parte de sus desaguisados.

En efecto, la UE es un dócil pagador cuando se trata de reconstruir las infraestructuras y bienes en los territorios palestinos que Israel destruye una y otra vez, particularmente en Gaza; es asimismo el financiador de una administración palestina que por delegación realiza las funciones básicas asistenciales que corresponderían a la potencia colonial, Israel.

Con espectáculos como Eurovisión, Europa se supera: de cómplice instrumental del sionismo a bufón legitimador de sus políticas criminales.

Atrévete a soñar

Este es el lema del festival de Eurovisión de este año. Pero, ¿eso incluye a la juventud palestina? ¿en qué puede atreverse a soñar ese pueblo, tras 70 años de expolio y más de 50 de ocupación y avasallamiento? ¿deberían soñar en que las llamadas democracias occidentales algún día dejen de permitir su lento genocidio?

Afortunadamente colectivos pertenecientes al movimiento BDS (boicot, desinversión y sanciones) están haciendo una denuncia del escándalo que supone su celebración en Israel bajo el lema ‘Artwashing apartheid’ (lavado de imagen del apartheid a través del arte). En este marco se sitúa la reclamación contenida en el comunicado de unos 100 artistas palestinos (ver en https://boicotisrael.net/bds/artistas-palestina-finalistas-eurovision/):
Como cantantes, compositores, bailarines, músicos y otros artistas palestinos instamos a todas y todos los finalistas de Eurovisión 2019 a que se retiren del concurso, para así evitar participar en la agenda explícita de Israel que consiste en utilizar las actuaciones de artistas internacionales para blanquear sus crímenes de lesa humanidad.
Un pequeño grupo de 20 artistas israelíes se han solidarizado con ese llamamiento, y han brotado múltiples muestras de apoyo a Palestina exigiendo el boicot a Eurovisión. Ninguna acción, o siquiera declaración, por parte de las instituciones europeas.

Trump e Israel fabrican combustible bélico

Entretanto, el presidente-histrión Trump decide echarle un poco de leña a la combustión del clima bélico mundial, tras la reciente ruptura unilateral del acuerdo nuclear con Rusia, al romper también el pacto nuclear con Irán, firmado en 2015, y endurecer las sanciones contra este país. Otra decisión innecesaria e injustificada, según han tenido que reconocer las propias autoridades europeas, puesto que Irán ha cumplido hasta ahora aceptablemente aquellos acuerdos.
Casualmente, en esta ofensiva anti-iraní, la mano de Israel es también evidente: de hecho, las sanciones venían siendo reclamadas reiteradamente por este país, para el que Irán es el primer enemigo regional.

La escalada de hostilidades es, en definitiva, en buena medida un acto más de servilismo de EEUU hacia el lobby sionista norteamericano y hacia el estado de Israel, uno más -como la decisión de abrir embajada en Jerusalén el pasado año- en una acelerada sucesión de gestos de la administración de Trump, al que parece no importarle la desestabilización y riesgo bélico global que ello acarree.

Que quede, pues, inscrito en la historia universal de la infamia

El festival de Eurovisión 2019 constituye un mecanismo de blanqueo del genocidio israelí sobre el pueblo palestino, en el que las democracias occidentales organizan una fiesta derrochando su impúdica alegría -y dudoso gusto- para entretener y respaldar a la potencia colonial anfitriona.
Esta fiesta constituye una provocación y una exhibición de desprecio hacia un pueblo que desde hace 70 años viene sufriendo impunemente su desposesión, expulsión, negación de cualquier derecho y futuro, así como la violencia institucional de la potencia ocupante, el estado de Israel.

La ‘democrática’ UER y las cadenas públicas y de servicio público adheridas son activos cómplices de este atentado contra los derechos humanos y contra la decencia.

La Unión Europea y los países socios son igualmente cómplices por tolerar que las cadenas de radiodifusión y TV públicas participen en este aquelarre vergonzoso, en un ejercicio más de sumisión a Israel y al estado tutor de este, es decir, los EEUU.
En la víspera de sus elecciones parlamentarias, la Unión Europea asiste al mismo tiempo, como testigo mudo, a la escalada de tensión bélica en Oriente Medio provocada por el anfitrión del festival, Israel, mediante la maquinaria de guerra estadounidense comandada por un incendiario aliado sionista, Trump.

Mientras, en Gaza, se celebra un festival alternativo entre las ruinas de los últimos bombardeos:
https://kaosenlared.net/gaza-celebra-un-eurovision-alternativo-entre-las-ruinas-de-los-bombardeos/

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