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Madrid, la capital (que pudo ser) de la Memoria

Por Luis Suárez, miembro de La Comuna

Durante una semana la ciudad de Madrid ha acogido a cientos de investigadores, docentes y activistas del mundo adelante, en el mayor encuentro internacional hasta ahora jamás celebrado sobre Memoria, organizado por la Asociación de Estudios de la Memoria (MSA).
Las 3 facultades de la Universidad Complutense donde se ha realizado la conferencia han sido del 24 al 29 de junio un hervidero de gentes de toda procedencia, que no se ha dejado amilanar por la asfixiante canícula.

La Memoria es un inmenso espacio de diversidad y aprendizaje mutuo
El programa era de tal densidad que la misma elección de actividades constituía un reto complejo. En pocas cifras: unas 1.500 personas inscritas, de 45 países; 250 paneles de debate; más de 20 mesas redondas; actividades artísticas y festival de cine paralelos; visitas de campo, talleres y clases especiales... además de todas esas sinergias, conexiones e intercambios que surgen sobre la marcha, como efecto colateral -en ocasiones el más relevante y duradero- de estos encuentros ecuménicos o torres de babel.
Una conferencia predominantemente académica, con los objetivos centrales de promover, por una parte, ‘un mejor conocimiento e implicación (en la red global) de las epistemologías del pasado no-occidentales’; y por otra, ‘la cooperación entre especialistas en Memoria de habla inglesa y española’.
Los temas presentados han sido variadísimos, como lo es el mismo concepto de Memoria, y abarcan desde las bandas juveniles latinas -gangs- transnacionales, hasta los flujos y ciclos del agua -blue memory studies- ambos portadores transfronterizos de memorias, por mencionar alguno particularmente exótico; con una especial abundancia de trabajos en torno a post-colonialismos, post-comunismos, el Holocausto, transiciones, exilios, migraciones, memoria de la mujer, metodologías memorialistas, etc.
La ambición y variedad de temas son buena muestra del carácter ambiguo, polisémico, del concepto de Memoria. Sin entrar en disquisiciones, podemos asimilar la acepción de Memoria que vertebra los estudios aquí congregados a la que en nuestro país tiene la expresión memoria histórica, que por cierto algunos consideramos redundante.
Se puede simplemente hablar de memoria colectiva, por oposición a la memoria personal o individual. Memorias -relatos y representaciones- colectivas no únicamente dirigidas a entender el pasado, sino a explicar también el presente y orientar el futuro, que son un objeto de estudio de creciente relevancia en el mundo. La Memoria que se constituye así en conciencia social y acervo cultural sobre el pasado y el presente, y sobre nuestros valores e identidades.
Las miradas y perspectivas desde las que se hace memoria son también múltiples: víctimas, victimarios, herederos, activistas, gestores de lugares, creadores y artistas, guardianes (gate-keepers),... filosofía, ética, estética, justicia, derechos e identidades,... Incluso las visiones duales, contrapuestas, ... enredadas (entangled), es decir, diferentes experiencias a partir de unos mismos hechos. Por ejemplo, los procesos de asimilación de poblaciones inmigrantes, o la descolonización y sus herencias, que, por cierto, conecta con algunas iniciativas actuales aquí y ahora en relación, por ejemplo, al Sáhara (memorias compartidas) ...

Madrid, un nudo de paradojas de la Memoria
Sobre la elección de Madrid, el programa de la conferencia señalaba: ‘Tanto el campus universitario como la propia ciudad ofrecen el mejor escenario posible para una conferencia de esta naturaleza’, debido a la relevancia tanto de la fecha como del espacio: 80 aniversario del final de la guerra civil y del exilio republicano; Ciudad Universitaria, frente bélico que aún conserva numerosas huellas de los 3 años de combates; junto a La Moncloa, espacio de exaltación retórica de los vencedores y sus valores nacional-católico-fascistas.
Y, en ese contexto, un único rastro de políticas de Memoria democrática: el modesto monumento a las Brigadas Internacionales -en la Avenida Complutense-, que, como señala el programa, es frecuentemente vandalizado.
Es la paradoja memorialista: el contraste entre la magnitud de los hechos históricos y la carencia de relato y documentación de los mismos que, si en buena medida se podría hacer extensiva al conjunto del Estado, resulta en Madrid particularmente llamativa y sangrante, hasta hacer de nuestra ciudad una auténtica capital de la desmemoria.

Algo que las personas participantes en la conferencia han podido comprobar de primera mano durante las visitas de campo programadas: las trincheras de la Ciudad Universitaria, abandonadas al esfuerzo voluntario y privado; los escombros de la que fue emblemática cárcel de Carabanchel; el desafiante mausoleo franquista de Cuelgamuros, congelado tal como lo dejó la dictadura...

Lecciones prácticas de negacionismo histórico
La visita en concreto al llamado Valle de Los Caídos -el sábado 29- ha constituido un auténtico shock para los visitantes memorialistas que flipaban creyendo viajar en el tiempo y el espacio al recorrer el monumento a un genocidio, presidido por la tumba de su perpetrador, sacralizado y custodiado por una siniestra secta monacal, y banalizado al mismo tiempo como escenario festivo ‘popular’ (coincidieron con una boda en la basílica),... sobre los restos de 35.000 ‘caídos’ mal enterrados.
Para subrayar ese clima de revival franquista, solo faltaba el nuevo alcalde madrileño, del PP, anunciando en esos mismos días la disolución de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria, creada en la anterior legislatura municipal. Poniendo así en práctica una de las prioridades declaradas -la lucha contra las políticas de memoria histórica- del gobierno trifachito de la ciudad de Madrid, liderado ideológicamente por el partido neofascista Vox.
Capítulo aparte merece la jerarquía eclesial católica, imprescindible en cualquier aquelarre oscurantista y retrógrado, y que de cuando en cuando hace un paréntesis en su éxtasis místico, sus terapias de reconversión sexual, sus apropiaciones indebidas del patrimonio común y su escamoteo de pederastas para patear también el tablero político en nuestro país -en la mayoría de los casos, por cierto, del lado de la caverna. Precisamente en estos mismos días han tenido a bien, por boca del saliente nuncio del Vaticano, pronunciarse en defensa de la permanencia de Franco en Cuelgamuros, y del blanqueo-negación del golpismo fascista y la dictadura.

España predemocrática, o cuando la Memoria no es objeto de estudio sino de confrontación
En suma, lo que las personas asistentes a este encuentro habrán aprendido del caso español, es que la Memoria es aún, antes que un campo de estudio y aprendizaje colectivo, antes que una dimensión de la construcción de cultura democrática y de derechos humanos, un campo de batalla y revanchismo, la penúltima trinchera de una derecha inculta, heredera y nostálgica de la dictadura, que abomina de los principios de verdad, justicia y reparación, cuando se trata de los crímenes franquistas.
Frente a las políticas públicas de Memoria relativas a los traumas históricos que, con matices y no sin conflicto y dolor, han llevado adelante tantos pueblos europeos, latinoamericanos, asiáticos, africanos, etc., asentadas en un acuerdo general respecto a los valores comunes de libertad y dignidad, España sigue sobresaliendo, en su estadio predemocrático de conciencia, como terreno fértil para el negacionismo y la injusticia.
Aunque hay que reconocer que el campo de la anti-memoria no se circunscribe aquí a la derecha oficial: nuestro déficit de cultura democrática afecta igualmente a sectores ‘intelectuales’ y a camarillas corporativas como las de algunos historiadores. Recordemos sino el penoso episodio del ‘manifiesto contra la memoria histórica’ ("Manifiesto por la historia y la libertad", marzo 2018).
Esta es el legado de injusticia transicional, falsificación histórica y déficit democrático del régimen del 78. Estas son las vergüenzas que hemos exhibido ante un altamente cualificado auditorio internacional durante unos días, por otro lado, memorables.

La Memoria, un desafío colectivo para construir ciudadanía libre
Una breve reflexión adicional sobre el estímulo que acontecimientos como esta conferencia representan para el emergente movimiento social en favor de la memoria democrática, que contrasta vivamente con la general abulia institucional y pública, y que se retrata bien en los cientos de entusiastas jóvenes -estudiantes de especialidades relacionadas con la Memoria- que han participado en condición de voluntariado en la conferencia.
El memorialismo actual, a diferencia de lo sucedido en los años de la transición y posteriores, no se circunscribe o refugia ya -como señalaba certeramente el escritor Isaac Rosa durante la conferencia-, al ámbito equívoco y sutil de la ‘creación’ -literatura, cine, cómic...-, sino que ya avanza en otros frentes más adversos o incluso hostiles como la academia y los medios.
Nuestro reto es construir la Memoria como arma por el derecho a la verdad, justicia y reparación. Un recurso necesario para garantizar la no repetición del horror fascista.

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