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La cleptocracia madrileña continúa

Por Ramón Alonso, miembro de La Comuna

El pasado mes de mayo, en un artículo se adelantaba: "El 26 de mayo serán las elecciones autonómicas. Aunque es improbable que el partido popular las gane, no es descartable una solución a la andaluza, es decir un gobierno de coalición PP-Ciudadanos apoyados por VOX, quienes no entrarían en el gobierno pues, como en Andalucía, preferirán ejercer el poder sin mancharse en los asuntos de gestión". El 14 de agosto se culminó el proceso. Desafortunadamente se acertó de lleno con el pronóstico, la investidura de Isabel Díaz Ayuso, rana en ascenso, pendiente de imputación penal junto a su protectora, la madre de todas las ranas, que llevó a cabo una campaña llena de "ocurrencias", es un esperpento ajeno a la ética o a cualquier sentido de coherencia democrática, con esos precedentes, quién duda que seguirá la cleptocracia. ¿Dónde quedó la intransigencia de Ciudadanos con la corrupción?

Los peores augurios se quedaron cortos: el fracaso se repitió en la capital. La desgracia de que la Comunidad fuese controlada por personajes cuya intención declarada es destruir los movimientos por la igualdad de la mujer, los de la memoria histórica y los de defensa de la sanidad y educación públicas también afectaban al ayuntamiento. La coalición de extrema derecha llevó a cabo una campaña clara, dura y tajante; sus amenazas fueron patentes pero los amenazados, en vez de aunar esfuerzos para evitar que dichos montaraces dirigieran nuestro futuro, repitieron sus errores tradicionales. La izquierda obtuvo victorias pírricas, es decir fracasos. No ganó la derecha, perdieron los que se le oponían.

Pero por qué esta derrota: además de partir de una premisa falsa, pues los resultados de las elecciones de abril indicaban un balance de fuerzas compatible con lo sucedido, las campañas se diseñaron como si la situación fuera a ser un paseo. No debemos olvidar que las grandes corporaciones económicas tienen sus sedes sociales en Madrid, y que es en esta ciudad donde se materializan los más importantes proyectos y operaciones financieras. También es la sede de las administraciones generales del Estado, cuyos dirigentes conviven o son parte de las grandes familias que dirigen los principales negocios. Controlar las instituciones madrileñas tiene importancia estratégica para los intereses de los grandes poderes económicos y para ello destinaron enormes medios económicos y mediáticos; estos últimos hicieron todo lo posible por desprestigiar a las instituciones municipales, utilizando al máximo la crispación como instrumento de intoxicación política.

Desafortunadamente no se supo contrarrestar con eficacia la enorme presión realizada desde los medios hostiles. Así, a pesar del enorme desprestigio por los numerosos casos de corrupción que afectan al principal partido de la derecha, los poderosos dieron con la fórmula que les va a permitir gobernar y actuar de la manera más desinhibida posible.
Mientras tanto, los partidos y organizaciones partidarios del progreso y la igualdad, fieles a su pasado, han continuado con la táctica suicida de enfrascarse en peleas políticas fratricidas. Han forjado al rojo vivo una imagen de falta de capacidad para llegar a acuerdos, con el agravante de que a la vista de sus potenciales votantes, el motivo principal del conflicto no es político o ideológico sino que es el reparto de los mejores puestos, en listas o cargos.

El gobierno de Carmena tuvo aciertos tales como la lucha contra la contaminación, el control del gasto, el incremento de inversiones en algunas partidas, pero hubo importantes errores:

Haber creado expectativas de que todo se podía hacer o arreglar sin que el marco jurídico ni la estructura de los servicios municipales permitieran tales alegrías. Cualquier propuesta de mejora estaba mediatizada por el entorno legal o por una estructura que concentraba el poder en los servicios centrales, dejando vacías de competencias a las juntas municipales. Como ejemplo la puesta en vigor de iniciativas sin tener en cuenta las limitaciones legales que provocó varias sentencias desfavorables en los tribunales.

Haber sido incapaces de atender las demandas de los barrios más necesitados, creando desánimo entre su base social.
En Ahora Madrid reinaba la división. Los que ven como traidores o enemigos a quienes piensen o actúen de manera distinta a sus inmaculados principios llevaban tiempo sembrando cizaña antes de la convocatoria electoral. Las desilusiones por la desatención y las divisiones políticas sin fundamento claro son el caldo de cultivo donde prolifera la abstención, que creció en los distritos más desfavorecidos, lo que generó un desastre que afectó también al voto a la Comunidad.

Los resultados de la baja participación son Gobiernos títeres al dictado de la extrema derecha, con lo que vendrán: recortes en enseñanza y sanidad, peor funcionamiento de los servicios públicos, venta a pérdida de vivienda pública, frenazo de las actividades de reparación a las víctimas del franquismo, campañas difamatorias contra los inmigrantes, las feministas, los ecologistas... todo ello bajo la batuta de los elementos más retrógrados quienes han recibido su recompensa en forma de cargos públicos.

Van a ser necesarios esfuerzos y unidad para hacer frente a esta ofensiva ya iniciada con la suspensión de actos ya aprobados y el intento de cancelar Madrid Central. Esperemos que quienes sembraron la discordia estén en las luchas al nivel que su autoproclamado izquierdismo exigiría. Los demás sí cumpliremos nuestros compromisos.

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