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Ibeas y el pardillo

Javier Amor. Miembro de Unidos por Nicaragua y de La Comuna

"Alcalá de Henares, villa de curas, monjas y militares". El pardillo había soñado con ser cura, le habían criado las monjas y entraba en el Castro de Compluto como pinche recluta.

La recepción corrió a cargo de un oficial que en su alocución dejó caer: "sé que algunos de vosotros han tenido problemas en la vida civil por meterse donde no les llaman, pero como dice el himno de Millán-Astray ‘cada uno será lo que quiera; nada importa su vida anterior. Y no quiero mirar a nadie". Un militar liberal del siglo XIX viajando en el tiempo. A partir de ahí todo fue aburrimiento, por lo que el pardillo no tuvo más remedio que aficionarse a la literatura. También se cantaba mucho al marchar. Años después el pardillo descubriría que el himno emblemático de su compañía, la canción que entonaba a grito pelado y con cierto ardor guerrero, era una versión descafeinada de "La bandera en alto" himno oficial del partido nacionalsocialista alemán. La de "Yo tenía un camarada" se la sabía desde niño; ésta no.

El campamento terminó sin pena ni gloria y en los destinos fue a parar al cuartel del Infante Don Juan, quien nunca abatió un elefante.
Allí se reencontró con Juan Manuel Ibeas, un profesor brillante y prematuro de Biología en la Autónoma que, sin embargo, había sido su amigo en la adolescencia. Su relación estaba muñida por las matinales musicales de la "Caravana" de Ángel Álvarez, la calle General Ricardos y su condición de marxistas-lennonistas, desviación ideológica que empezaba a propagarse para exasperación del comunismo cavernario.

Ibeas, algo mayor que el pardillo, era un veterano con todas las de la ley. Cumplía su segundo o tercer servicio militar en espera de juicio por propaganda ilegal y nada de mariconadas como el Tribunal de Orden Público. A él le iba a juzgar un Consejo de Guerra.

Ibeas era un abuelo en toda regla, que incluso firmaba los pases de pernocta propios y ajenos, falsificando la firma del Capitán ecuestre Llera en un cuadernillo oficial que había obtenido a cambio de una piedra de hachís, proporcionada por dos directores cinematográficos de prestigio, cuyo nombre se omite porque están vivos. "Ibeas siempre sale" era la divisa de la compañía y los pases los extendía según el comportamiento de aquellos reclusos dependientes de su omnipotencia. El cabo furriel, Fernando Savater (sic), hacía la vista gorda con aquellas peligrosas irregularidades en aras de la amistad que les unía. El profesor Savater acompañó al Ibeas cuando les expulsaron de la Universidad junto a un haz de físicos comprometidos.

Atrás quedaban noches excitantes en las que los dos muchachos metían chicles en las cerraduras del Banco Hispano Americano o el Español de Crédito, después de haber pasado la tarde escuchando vinilos de pop anglosajón.
Cuando el pardillo terminó la mili, Ibeas seguía dirigiendo la compañía y cuando salió el juicio el pardillo estaba presente por si había que pegar a alguien. El riguroso tribunal le condenó por un delito de propaganda ilegal mientras cumplía el servicio, pero condonó la sentencia en vista de las varias milis que ya se había chupado.

Alguna cosa buena tenía que dejar aquel año y medio de encierro. Los fusiles de asalto Cetme, con los que ocasionalmente se hacen prácticas de tiro, pueden ser utilizados como remedo de guitarra eléctrica. Fans de los Who ambos, Ibeas se subía en lo alto de la taquilla con el fusil y reproducía las aspas de molino que hace Pete Townsend con la guitarra. El pardillo nunca había salido de España, pero el Ibeas había estado en el memorable concierto de la isla de Wight e incluso llegaría a ser amigo de Joe Strummer and the Clash.
A su autoridad militar sumaba la musical, que no era apreciada por todo el mundo. Un gudari desubicado adrede, que dormía en la parte superior de una litera, despertado a las 6 por los acordes de "See me, feel me" mentaba la madre del Ibeas y del pardillo, antes de echarse un trago de Savin que tenía encima de la taquilla y darse media vuelta en la piltra.

Incorporados a la vida civil, decidieron que había que montar la ópera "Tommy" en español.

Contaban con el grupo "LSD", que ensayaba la música con su proverbial competencia. El pardillo había sido cantante ocasional con ellos y se mostraban entusiasmados con el proyecto, especialmente el bajista Vicente Horna, que también era fan de los Who.
El Ibeas y el pardillo fueron seleccionando los intérpretes con más voluntad que éxito. Al ser un proyecto amateur, nadie cobraba nada. Sólo el pago del local de ensayo que ponían a medias Ios dos titanes de Carabanchel. Los cantantes eran muy informales en los ensayos, pero la música estaba completa.

En esas se estaba cuando surgió el primer contrato ad honorem en el club parroquial de San Pol de Mar. Sin escenografía de ninguna clase y en un escenario mínimo donde el guitarrista Antonio Parrondo, muy alto para la ocasión, se pegaba con la mano en el techo cada vez que intentaba hacer el molino, se atrevieron. José Mari Cuadrado hizo el Tommy que hubiera correspondido a Mario Pacheco. Ibeas hizo de narrador y el pardillo de Tío Ernie. Quien años después sería la cantante de Los Bólidos, Carmen Madirolas, hizo una Reina Acida de lujo; un insulto para el modesto cast.

Apretujados, prácticamente sin ensayos, se acometió la ópera, que salió de cualquier manera, aunque los músicos tocaron a cabalidad.
José Mari, en medio de la actuación, decía avergonzado: Entre el público está Moncho Alpuente y me conoce.
Terminaron cantando todos a coro la última pieza, épica como pocas y luego fue un silencio ominoso. El versátil -y piadoso- Alpuente aplaudió y la congregación le siguió.

Esa fue la primera y última vez que se presentó en español la ópera Tommy sobre la faz de la tierra.

El orgullo por la proeza se mezclaba con un cierto mal sabor de boca por los resultados; era inevitable desquitarse.
Aquella noche oscura del alma, Ibeas y el pardillo hicieron una pintada con spray negro sobre los ladrillos rojos del Cinema España. "Imagine No Franco", firmada PMLPE (Partido Marxista-Lennonista de los Pueblos de España).

El paréntesis aclaratorio es del autor.

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