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Idioma

Marta Belmonte Martínez

Suscriptora de Público

IdiomaA través de mi compañero, Juan, estamos suscritos a Público. Soy, somos, personas algo mayores, 62 y 75 años. En nuestro tiempo, en Barcelona, la enseñanza de lengua extranjera era el francés. Tenemos escasos conocimientos de esta lengua y más aún del inglés. Ya me he acostumbrado, lamentablemente, a leer con el diccionario en la mano. Pero habitualmente la lectura y comprensión de los artículos se ven entorpecidas con constantes anglicismos, neologismos, neologismos en inglés y siglas. Palabras que ni siquiera están en los traductores, siglas que en muchas ocasiones no están explicitadas. Dificultades impuestas.

Hay muchas personas que no han tenido oportunidad de aprender lenguas extranjeras; otras que no pueden estar al caso de los neologismos que constantemente surgen en cualquier lengua (sujetos muchas veces al dictado de una moda o que son meros tecnicismos pasajeros); otras que no pueden llevar una lista de las numerosas siglas que se emplean en los periódicos. Muchas tienen todas estas dificultades sumadas.

Otra dificultad es la omisión de palabras, artículos, preposiciones, que obligan al lector a suponer lo que quiere ser significado o dicho. Es menos frecuente que las anteriores, pero también se da.

Son ustedes periodistas. Se han formado en una especialidad cuya razón de ser, así lo creo, es la comunicación y la información objetiva y veraz. Cuando escriben,  ¿tienen presente que parte de sus lectores no poseemos sus mismos recursos lingüísticos?  La suposición de que el lector tiene los mismos recursos que quien escribe, la abundancia de extranjerismos y siglas dificulta a quien lee comprender lo que se dice. Yo,  lectora, tengo la impresión de que se me excluye, porque supongo al escritor conocedor competente de la lengua en que escribe. Sé, no obstante, que no hay intención de excluir a nadie.

Aprovecho esta ocasión para compartir algo que me inquieta desde hace tiempo: el uso de las abreviaturas. Ahora hablo en general de periódicos y locutores de radio y televisión. Expongo sólo dos ejemplos: 17A, 1O. Supongo que quieren decir 17 de agosto y 1 de octubre de 2017. Supongo.

Estas abreviaturas minimizan la gravedad e importancia de sucedido en las fechas referidas. 17A: atentado terrorista en Barcelona y Cambrils. 1O: referéndum sobre la independencia de Catalunya, -legal o no, constitucional o no-. Las abreviaturas minimizan, ocultan lo sucedido y su importancia porque no son palabras, no son nombres y, sin embargo, son usados como tales sistemáticamente. Cuando esto sucede el lector ha de recordar y traducir, hacer suposición de lo que se quiere decir. Su atención se distrae en ello. El atentado, el referéndum, se lanzan a la periferia de la atención, se minimizan. ¿Por qué? Herramientas para confundir, para el paso de la información a la desinformación y la mentira, entre muchas otras (el silencio, por ejemplo).

Expongo todo esto porque aprecio el esfuerzo que ustedes realizan y admiro la valentía que demuestran informando, enfrentándose por ello a personajes y corporaciones muy poderosas y aún más hostiles, carentes de escrúpulos. Deseo que este periódico, sus periodistas y colaboradores perduren, que su voz sea oída y sus palabras entendidas.

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