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Una mirada urgente a la salud mental

María Eirea Pérez

Graduada en Psicología, Master en Educación y Licenciada en Filosofía.

Una mirada urgente a la salud mental
Imagen de Karim Ghantous / Unsplash

Estimadas autoridades del Ministerio de Sanidad,

Me dirijo a ustedes a través de esta carta, porque es la vía más pertinente que he encontrado para manifestar mi malestar respecto a lo que parece una deriva de los últimos años en los exámenes de Psicólogo Interno Residente (PIR). Esta es la excusa,  porque tengo conocimiento de lo que sucede en las áreas de salud mental en la práctica, y no solo en la teoría.

Según mi punto de vista, es lamentable que la orientación de esta prueba adopte, especialmente en los últimos años, un carácter predominantemente biomédico. Por un lado, eso denota unos presupuestos teóricos que no son los únicos existentes, y ya existe evidencia científica que los pone en cuestión, y, por otro lado, se evidencia el desprestigio de la psicoterapia, área fundamental de la Psicología.

¿Ustedes conocen lo que sucede en las unidades de salud mental públicas de este país? Mi impresión y la de muchos otros es que no. Y si la conocen, y no hacen nada para modificar lo que sucede en ellas, están desamparando a muchas personas vulnerables por omisión y comisión. Alguna denuncia supongo que les ha llegado... Por no hablar de que el Defensor del Pueblo ha denunciado a algún centro psiquiátrico ni más ni menos que por tortura... ¿Les suena Conxo? Este centro es la punta del iceberg, pero su ejemplo, es la tónica prevalente en salud mental. Lo que pasa es que mientras la resolución de las denuncias se demora, la gente sigue sufriendo. ¿Se acuerdan de la película Alguien voló sobre el nido del cuco? Pues en la realidad, en la práctica, algo así sucede en los centros de salud mental, solo que ahora no se abren cabezas. Y no solo en Conxo. El tratamiento de los pacientes como delincuentes,  vulnerando derechos fundamentales e ignorando la autonomía del paciente, sigue vigente, e incluso es justificado y amparado.

A mi modo de ver, es probable que esto tenga que ver con la predominancia del modelo biomédico, que no es la única perspectiva existente, aunque parece que la quieren convertir en la única. Este modelo usa los mismos criterios que los del campo de la Psicología para establecer diagnósticos. Meras orientaciones teóricas.... ¡Nada más que eso! ¿O acaso la evidencia científica ha demostrado cuánta cantidad de serotonina, dopamina, etc., se requiere para estar bien en cada caso particular? No. ¿Existen pruebas para demostrarlo? No. Lo único que puede sostenerse es que parece que las personas que presentan depresión, ansiedad, etc.; experimentan variaciones  o "desajustes" en los niveles de los neurotransmisores. ¿Pero son los mismos, en la misma cantidad, y de la misma naturaleza, para todos los casos? No. Al menos, no existe la certeza de que eso sea así. ¿Estos factores son los únicos elementos que intervienen en el malestar psicológico? No. Y, entonces, ¿por qué existe el sesgo "tendencioso" de preguntar por los neurotransmisores del modo como se hace en pruebas como el PIR? ¿Y la psicoterapia? Por no hablar de que problemas como las demencias, sobre las que hay muchas preguntas este año en el examen PIR, en muchos casos son derivadas a psiquiatras para abordarlas y tratarlas, incluyendo la medicación o el uso de contenciones. Se abordan como trastornos mentales. ¿No lo sabían? ¡Pues sí! Es muy habitual...

¿Ustedes son conscientes de la cantidad de problemas que existen en salud mental por el amparo "dogmático" de esta perspectiva reduccionista? ¿Les suena el sobrediagnóstico? ¿Les suena el uso de contenciones de manera indiscriminada, y más días de los permitidos? ¿Les suena la vulneración de la autonomía del paciente que conlleva la vigencia del paternalismo sanitario, ya cuestionado en los propios códigos deontológicos, pero que la ley todavía no protege,  aunque los derechos universales sí? ¿Les suena la sobremedicación sin psicoterapia como único método para solventar estas adversidades que todos podemos padecer? ¿Les suena la jerarquía interna que existe en el campo de la salud donde, por ejemplo, los psiquiatras hacen de menos a psicólogos, enfermeros, o celadores, etc. por el mero hecho de que ellos son médicos y pueden recetar? Eso sí, son máquinas de diagnóstico sin base científica; ya que para establecer su diagnóstico solo recurren a la mera interpretación, a la impresión de las palabras y comportamientos de un paciente. Por no hablar del abuso que hacen de los informes, fármacos, las técnicas coercitivas, las puertas giratorias que se perpetúan porque no creen en la recuperación del paciente, precisamente, porque solo consideran los mecanismos biológicos. Algo que no todos los estudios sostienen y apoyan.

La salud mental lleva años y años, y no solo como resultado de la covid-19, clamando por la ayuda de un Ministerio de Sanidad que parece no escuchar ni  empatizar con el sufrimiento provocado por el propio sistema, plagado de prácticas viciadas y, me atrevería a decir, inhumanas, de un grupo poblacional muy amplio, pero que a las farmacéuticas les resulta muy rentable. ¿Les importa la salud de la gente? Esa es la cuestión.

Algunos, consideramos que la pandemia ha podido incrementar los problemas psicológicos como resultado de situaciones específicas, como sucede con otros eventos extraordinarios: pérdida de empleo, efectos de la enfermedad, etc.; pero la salud mental no está resentida por la covid-19, sino por otros motivos que parecen endémicos al propio campo y que llevan presentes años y años. Y no solo es una cuestión de inversión económica, sino de abordaje terapéutico, de concepciones psicológicas y/o médicas, de derechos y deberes de los pacientes. Y no solo es terreno de los profesionales que trabajan en este campo. Si me permiten el atrevimiento: deberían supervisar, por ejemplo, el tratamiento -me refiero a la relación terapéutica- dispensado por psiquiatras a pacientes. Creo que se llevarían una sorpresa... Por ejemplo, con recurso habitual a la amenaza. ¿Nunca les han llegado denuncias? Algunas se quedan en el cajón, porque si pones la denuncia; el supuesto profesional, te amenaza con otras cuestiones "muy serias". ¡Esa es la realidad! ¿Por qué es tan difícil que prosperen las denuncias contra médicos? No deja de ser una profesión como cualquier otra. A veces, las preconcepciones del prestigio dañan el conocimiento y la reflexión crítica que debería ser una constante de un campo profesional. En este sentido, y apelando al código deontológico, uno puede tener la intención de hacer bien, y ocasionar mucho mal... Los supuestos profesionales del campo de la salud también pueden hacer daño. Para ejemplificar lo que sucede en salud mental revisen, por ejemplo, el conocido experimento realizado por Rosenhan, que mostró las dificultades de un centro psiquiátrico para distinguir a  personas perfectamente sanas. No está desactualizado. Eso pasa habitualmente en salud mental, precisamente porque se "criminaliza" y se vulnera la autonomía del paciente. Incluso, por parte de los supuestos profesionales, existen prejuicios hacia los pacientes; porque como ya he dicho previamente, no creen en su recuperación. Muchos psiquiatras propenden a cronificar y patologizar el malestar.

Con este escrito, pretendo poner de manifiesto mi disconformidad con lo que parece la deriva predominante en los contenidos de pruebas como el PIR, que no deja de ser más que el reflejo de una visión determinista de la salud mental, al mismo tiempo que apoyo mi argumentación, ejemplificando con lo que sucede realmente en la práctica las debilidades del propio sistema. Algunas de ellas llevan siendo denunciadas desde hace años por asociaciones, pacientes y profesionales del campo, pero parece que ignorarlas es la disposición que se ha adoptado. Algunos, con la referencia de cómo funcionan las cosas en otros países, nos preguntamos, ¿por qué? Pues que sepan que hay gente que no solo está sufriendo por verse afectada por un trastorno mental, sino también, y, al mismo tiempo, por las malas y poco saludables prácticas de un sector profesional que debería abordar con humanidad y profesionalidad este tipo de cuestiones. ¿No creen que ha llegado el momento de tomar partido al respecto?

 

 

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