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TDAH: emociones y realidades

Jesús Mari Guzmán

Lector de 'Público'

TDAH: emociones y realidades
Imagen de Chetan Menaria (Unsplash)

Inestabilidad emocional, pérdida de control, impulsividad, baja tolerancia a la
frustración, irritabilidad... Siempre el mismo bucle. ¿Qué me pasa? Pasada la adolescencia, cuando parece que algo dentro de ti no encaja con el suelo que pisas, empieza el viaje para buscar respuestas. ¿Soy diferente a todo y a todos? ¿Por qué no entiendo el mundo que me rodea?

Después de muchas visitas, encuentros con diferentes especialistas (orientadores, psicólogos, psiquiatras...) llega el diagnóstico: ¡zas! Cuatro letras que te acompañarán siempre. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad. TDAH.

Investigo junto a mi psiquiatra y encuentro una asociación en Donosti, ADAHIGI (Asociación de déficit de atención con/sin hiperactividad de Gipuzkoa). Me ayudan a situarme en el centro del tablero. Me hacen pruebas , y confirman el trastorno. Yo digo "pero si ya no soy un niño , tengo 30 años". No importa, es una cuestión intrínseca, que afecta tanto infancia como en la edad adulta. Lo cual significa que voy a vivir con ello por siempre.

Empiezan a responderse muchas cosas, situaciones conocidas para mí. Y recuerdo el colegio. El sistema educativo que viví me hizo más perjuicio que ayuda. En lugar de fomentar, desarrollar, encauzar capacidades y habilidades, siempre el mismo discurso. Era el despistado, el inquieto, el irascible, el sospechoso habitual de muchas interacciones del colegio. Y sucedía también en el ámbito familiar, social, con los amigos... Y no entiendes nada y te preguntas por qué pasa eso , y te sientes fatal. Solo eres capaz de pensar "¿cuándo me levantaré un día y la pesadilla habrá terminado?".

Ahora sabes que no vas a despertar, pero puedes aprender a convivir con ella, y hay esperanza, por qué no, con los instrumentos necesarios. Decides saltar a la aventura de la emancipación y entras en un nuevo mundo: el laboral. Te resulta complejo, no sabes cuál es tu sitio, y cómo puedes sentirte útil. Y después de diferentes situaciones, fracasos, y a veces alegrías... crees que eres feliz , que has conseguido situarte y que hay cierta linealidad en tu funcionamiento (un término que nunca había experimentado).

Ahí mi amigo el TDAH, que ha vuelto. En realidad nunca se había ido, siempre estaba ahí, pero lo llevaba bien. Vuelve la impulsividad, y aunque te das cuenta y rectificas, está hecho. Límites de estrés disparados, llantos, desapego social, apartamiento... Llega el descenso a los infiernos. Te sientes infame, problemático... y  empiezan los problemas en casa. Hasta que un día, por una falta de control, que casi te lleva a no contarlo, acabas sin cordones en las zapatillas. Sí, estoy en el hospital, en Psiquiatría. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué me ha pasado? Mi cabeza dijo basta y con ella quiso decir basta a todo.

Para una persona con TDAH, lo peor que puede pasar es ser, estar o sentirse apartado de su entorno (familiar, amistad, laboral). Es una persona con una sensibilidad extremada, aunque no lo parezca. Es un trastorno afectivo completamente ligado al factor emocional. Muchas veces en este tiempo pandémico vemos personas famosas exponiendo su caso en los medios. Nos llenan el corazón de sensibilidad, ternura e incluso empatía. Pero cuando son las personas del día a día , las no expuestas, más vulnerables, menos conocidas, la respuesta no es igual, y socialmente se percibe cierto aislamiento, un "yo no quiero saber nada de esto".

Hoy me atrevo a dar el paso y escribir estas líneas en Público, que me brinda la oportunidad para decir que sigo aquí aunque me equivoque más de lo normal seguramente. Para decir que sé que impulsivamente he tomado decisiones equivocadas, poco oportunas. Pero no tengo mal fondo, aunque mi hipersensibilidad me hace vivir todo muy intensamente. Siento que tengo la capacidad de empatizar y querer, aunque muchas veces no lo parezca desde el exterior.

Desde mi mayor fragilidad (derivada del TDAH) y tristeza , me encantaría acabar diciendo que soy feliz. Pero no es así. Bueno, estoy siendo un poco mentiroso, sí que algo hay. Porque me he dado cuenta de que sí hay cosas que merecen ilusionarme, soñar como buen TDAH. Y las tengo más cerca de lo que sueño, están presentes cada día.

Quiero mandar una luz de esperanza. Escribo para hacer visible lo invisible. Comparto todo esto para hacer pensar. Somos parte de la sociedad y queremos sentirnos útiles y no tristes y enfadados, no queremos volver a sentirnos castigados mirando a la pared. Para los temas relacionados con la salud mental, pido a instituciones, empresas, a la sociedad en general, que entre todos empaticemos. Eso es mucho para personas como yo, y para todas, porque cualquiera puede estar atravesando situaciones difíciles.

Hay un riesgo que no se ve, pero que existe. Generemos micro espacios afectivos y emocionales, para que al final se conviertan en macro espacios. Para mí es un gran paso todo esto, creo que me ha liberado en algo, en definitiva, me ha hecho ser más libre en mis pensamientos.

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