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Salir en la foto

Candela Rodiles

Salir en la foto
Foto: Inkredo Designer / Unsplash.

No sale bien en las fotos pero no deja de entrar. Se tiene que sacar alguna foto para subir alguna foto; quién es si no está en la foto. Todo y todos se venden a través de la foto. ¿Sin foto? Eso es estar obsoleto. La foto es el futuro.

Quiere salir en la foto pero al mismo tiempo quiere hacerla. Se da cuenta casi siempre en mitad de la faena, y entonces se encorva, sonríe de medio lado, y trata de disimular la incomodidad haciendo con la mano un gesto que le ha robado a alguien. No se ve bien en los selfies, a los que aquí nadie llama autofotos aunque se empeñen aquellos que odian que ahora todo el mundo lo comparta todo. Es plenamente consciente de cuál es su lado bueno, y de que el otro no lo es.

Detesta el disparador automático y su cuenta regresiva de dos (pocos) o diez (demasiados) segundos. No se identifica con su foto del carnet de identificarse, aunque gastó las tres balas del cartucho del fotomatón —antes de resignarse y escoger la primera de todas—. ¡Sí, aún hay fotomatones! Los encuentra bajo tierra; se esconden como gatos allá donde las escaleras se mueven solas, donde todos van con prisa y no tienen tiempo de pararse a quitarlos. Ya nadie esgrime el palo de fotos. Los nuevos niños ya no se sirven de sus índices y pulgares cuando fingen sostener una cámara: en el mundo táctil basta con tener un dedo para recordar, para elegir, para amar, desamar, silenciar y pararlo todo.

La foto suma, resta, cambia y sigue; es el presente, perdura. La foto es el futuro y el presente aunque siempre sea el pasado. La foto. Menudo invento.

-"Padece usted daguerrotipia"

-"¿Es grave, doctor?"

Solían creer que desgastaba el alma, pero no se preocupe: no eran más que supersticiones de viejas.

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