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Las consecuencias del tijeretazo

Un día después de salvar por los pelos el plan de ajuste en el Congreso de los Diputados, el Gobierno concretó ayer las consecuencias que el tijeretazo tendrá en el empleo y el crecimiento económico en los próximos tres años. En total, se crearán casi 150.000 puestos de trabajo menos de lo previsto, y la tasa de paro se comportará peor de lo estimado en cada ejercicio, si bien mantendrá una tendencia de leve y progresiva reducción. El crecimiento del PIB, a su vez, sufrirá una revisión a la baja de medio punto en 2011 y de cuatro décimas en los dos años siguientes. Este esfuerzo para contentar a "los mercados" a costa de un alto sacrificio social parece insuficiente, a juzgar por la decisión de la agencia Fitch de rebajar la calificación de la deuda española. Los voraces mercados quieren más. Entre otras cosas, una reforma a su gusto del mercado laboral. Y los sindicatos temen que el Gobierno acabe cediendo también a esta presión.

Ayer mismo, la Fundación Ideas, del PSOE, presentó un estudio que aboga por la creación de una tasa a las transacciones financieras internacionales y, si fuese necesario, impuestos a la banca y mayores recargos sobre las plusvalías de los activos financieros. En el mismo acto, el Nobel de Economía Josep Stiglitz atacó con dureza a las agencias de calificación y criticó que la lucha contra la crisis se esté centrando en la reducción del déficit. A la vista está que existen enfoques alternativos o, cuando menos, complementarios. Si es cierto que "el proyecto de Zapatero está más vivo que nunca", como proclamó ayer la vicepresidenta De la Vega, el Gobierno debería explorar con urgencia esos caminos.

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