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La estrategia de los controladores

El derecho de huelga constituye una de las grandes conquistas de los trabajadores y debe ser defendido con firmeza frente a las poderosas corrientes de opinión que pretenden socavarlo. Los controladores aéreos pueden acogerse legítimamente a ese derecho, en cuyo caso deberían justificar con argumentos convincentes su decisión y respetar la regulación sobre servicios mínimos. Sin embargo, una vez más han optado por aprovechar el comienzo de la temporada de vacaciones para plantear sus reivindicaciones sin recurrir a la figura jurídica de la huelga, sino mediante lo que a todas luces parece una estrategia de bajas concertadas. Esa actitud le resta rigor a una lucha que, de entrada, goza de muy escasa popularidad, ya que los controladores son percibidos por la opinión pública como un sector privilegiado que gana unos cuantiosos salarios (200.000 euros anuales como media) por un trabajo que, aunque genera bastante tensión, no es más arduo que muchos empleos que desempeñan otros ciudadanos.

La Seguridad Social ha anunciado que investigará las bajas de los controladores de los últimos días, porque existen sospechas fundadas de que encierran una huelga encubierta. Los propios controladores deberían ser los primeros en tomar conciencia del grave perjuicio que su actitud provoca no sólo a miles de usuarios del transporte aéreo, sino a ellos mismos. Puestos a defender sus intereses, deberían hacerlo sin argucias, convenciendo, si es que pueden, a la ciudadanía de que sus peticiones están justificadas.

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