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Lo importante es que están vivos

Los cooperantes Albert Vilalta y Roque Pascual ya están libres tras permanecer secuestrados por Al Qaeda en el Magreb Islámico durante 267 días. En condiciones normales, una noticia de este calibre debería recibirse con alegría o, al menos, con alivio. Sin embargo, algunos medios de la derecha, sin esperar siquiera a que los cooperantes estuviesen de vuelta en casa, se lanzaron iracundos a reprobar el procedimiento seguido para su liberación, que incluyó la excarcelación de uno de los secuestradores preso en Mauritania y el pago de un rescate. El debate sobre la conveniencia o no de negociar con secuestradores es legítimo, pero la mayoría de las críticas apenas disimulaban su verdadero objetivo: denigrar a Zapatero como un gobernante supuestamente débil y condescendiente con el terrorismo.

Mariano Rajoy ha mantenido una actitud más prudente que en el secuestro del atunero Alakrana, que usó como ariete contra el Gobierno cuando los marineros aún se encontraban en cautiverio. Sin embargo, en su comunicado de ayer, el líder del PP no pudo reprimir una pulla contra el Ejecutivo al afirmar que el terrorismo requiere "unas políticas comprometidas de lucha contra los enemigos de la libertad".

Tanto en el caso de los piratas somalíes como en el de Al Qaeda del Magreb, se trata de modalidades nuevas y complejas de terrorismo, a las que, en este momento, resulta muy difícil responder con una alta probabilidad de éxito. En julio pasado, la organización que secuestró a Vilalta y Pascual asesinó a un ingeniero francés al que Sarkozy ordenó liberar mediante una acción militar. Los cooperantes españoles están vivos.

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