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El fracaso de la "guerra contra el terror"

Nueve años después del comienzo de la guerra de Afganistán, que se ha cobrado la vidas de más de 10.000 civiles y 2.130 militares y ha devastado el país, el Gobierno de Kabul ha emprendido conversaciones con el jefe de los talibanes, el mulá Omar, para buscar una salida al conflicto. Esos contactos suponen la constatación definitiva del fracaso de la denominada "guerra contra el terror", la desquiciada aventura bélica que emprendió George W. Bush en represalia por los ataques del 11-S y que condujo también a la invasión ilegal de Irak, con su cuota de más de 100.000 civiles muertos.

La operación Libertad Duradera, como se denomina la ofensiva estadounidense en Afganistán, tuvo en sus inicios un importante respaldo de la opinión pública internacional, impactada por las terribles imágenes de la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York. En ese apoyo jugó un papel muy importante que el enemigo a batir, el régimen talibán, era una organización de fanáticos religiosos que oprimían a las mujeres y las forzaban a ocultarse en tenebrosos burkas. Sin embargo, la operación derivó en un caos monumental en el que los discursos de lucha contra el terrorismo y de la democratización de Afganistán se confundieron, sobre todo a raíz de la invasión de Irak, con evidencias crecientes sobre el interés estratégico de Washington en controlar la región.

La experiencia demuestra, una vez más, que la violencia sólo contribuye a generar más violencia. Y ello provoca situaciones extremas como que, para intentar detener la locura desatada, no quede más salida que negociar con los que ayer eran calificados (con razón) de tiranos y terroristas.

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