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Lenguaje y lucha ideológica

Hace unos días, con ocasión del último periplo internacional de Zapatero, escuché a varios participantes de tertulias periodísticas referirse en términos despreciativos, incluso insultantes, a la Alianza de Civilizaciones y a su promotor, el presidente del Gobierno.
Admito que nunca me ha convencido del todo esta iniciativa, entre otras cosas porque adolece de una mezcolanza confusa de conceptos, comenzando por los de Alianza, Civilización, Occidente e Islam. Tampoco me interesa una pretendida alianza que esquive en su texto fundacional el concepto de laicismo, uno de los hallazgos de la Ilustración. Sospecho que, cuando Zapatero y el turco Erdogan -copatriocinador de la iniciativa– abandonen la primera línea política, la Alianza terminará olvidada en uno de los muchos cajones del escritorio de algún burócrata de la ONU, situación que ya describió de modo hilarante Albert Cohen en su monumental novela Bella del señor en referencia a muchos proyectos que llegaban a la Sociedad de las Naciones.

Ahora bien: aunque parezca contradictorio con lo antes expuesto, con frecuencia me encuentro convertido en defensor de la Alianza frente a sus feroces detractores, por un motivo elemental: la coyuntura en que nació el proyecto. Zapatero lo presentó en 2004, cuando los mensajes omnipresente eran el "choque de las civilizaciones", de Huntington; el "eje del mal", de Bush; la pretensión de Aznar de recoger una referencia al cristianismo en la Constitución europea, y las diatribas islamófobas de intelectuales y periodistas de Europa y EEUU. En esa atmósfera incendiaria, aún hoy existente, que un mandatario hablara en la ONU de "alianza" en lugar de "choque" constituía, por su sola enunciación, un rayo vital de sensatez y sosiego.

La discusión en torno a la Alianza de Civilizaciones conduce así a un debate de mayor envergadura: la necesidad que tiene la izquierda de fortalecerse en el terreno lingüístico, donde la derecha, sobre todo la más reaccionaria, le lleva desde hace años una enorme ventaja. El lingüista Lakoff ya lo avisó en su opúsculo No pienses en un elefante: la izquierda debe redescubrir la importancia del lenguaje como instrumento de lucha ideológica. Desde esa perspectiva, la Alianza de Civilizaciones tiene trascendencia como ensayo de una estrategia que la izquierda está en mora de desarrollar.

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