Versión Libre

Juan Carlos, el rey reformista

El título II de la Constitución define con claridad las funciones del rey, a quien atribuye, de manera sustancial, un papel de árbitro y moderador en el funcionamiento de las instituciones. En su discurso navideño del viernes, dedicado casi por completo a la difícil situación económica, Juan Carlos recordó a los millones de parados y a los pequeños empresarios que han cerrado sus negocios por la crisis, referencia seguramente compartida por la inmensa mayoría de los españoles. Sin embargo, el rey faltó a su obligación de imparcialidad al defender las reformas económicas de inspiración liberal que se están adoptando contra la crisis, un asunto sobre el que existen profundas divisiones entre los ciudadanos y que, entre otras cosas, ha provocado ya una huelga general.

Afirmó el monarca que, en las actuales circunstancias, "no caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo que a la postre nos dañan a todos". El mensaje parecía aludir a los controladores, pero cabe aplicarlo a muchos empresarios que exigen sin cesar prebendas económicas mientras el grueso de la sociedad paga los platos rotos de los excesos y sufre los rigores de las reformas que con tanta firmeza apoya el monarca. Hubiera sido interesante que Juan Carlos profundizara un poco en su afirmación retórica de que la ausencia de rigor y honradez no fue ajena al origen de la actual crisis. Y si de predicar con el ejemplo se trata, la Casa del Rey sólo ha reducido su presupuesto en las cuentas de 2011, tras dos años y medio de crisis, y lo ha hecho en un 5,2%, apenas un tercio del recorte de los ministerios.

Más Noticias