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La propuesta de Cayo Lara

E l coordinador de IU, Cayo Lara, propone que el despido de trabajadores en una empresa que obtiene grandes beneficios debería ser constitutivo de delito. Podrá discutirse la idoneidad de la propuesta, pero no la legitimidad de la indignación que subyace a ella y que seguramente comparten muchísimos ciudadanos. Resulta difícil aceptar que Telefónica, que ha cerrado el año con 10.000 millones de euros de beneficio, destine más de 600 millones al recorte de plantilla. O que los directivos de las grandes compañías del Ibex aumenten descaradamente sus sueldos y primas, mientras los líderes europeos exigen un día tras otro a las clases trabajadores que se ajusten el cinturón y que admitan como un hecho inexorable la destrucción de avances laborales y sociales conquistados con décadas de lucha. Por supuesto que habrá explicaciones para todo: exigencia de mayor eficacia y competitivad, los "mercados", ya se sabe.

El más reciente capítulo de esta brutal ofensiva neoliberal, que con tanta lucidez describió Naomi Klein en su Doctrina del shock, es el acuerdo de los líderes europeos para que los salarios dejen de vincularse al IPC y lo hagan a la productividad, lo cual dejaría de garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores. En España, esa ofensiva ya ha pasado por la reforma laboral, el endurecimiento del sistema de pensiones, una ley de cajas que permite su privatización tras su saneamiento con el dinero de los contriubuyentes, la privatización parcial de aeropuertos, el recorte del gasto público como medio para reducir el déficit, etc. Medidas que se adoptan después de que think tanks bien cebados o "expertos" como el grupo de economistas que se hace llamar Los cien allanan el camino esparciendo ideología pura y dura bajo el disfraz de verdades científicas inapelables.

Existen medidas alternativas para salir del agujero, incluso desde postulados convencionalmente socialdemócratas, como vienen apuntando desde distintas disciplinas analistas con tanta o más reputación que Los cien, como Reich, Lakoff o Klein. Pero las tesis neoliberales siguen su imparable desfile militar. Por eso es comprensible la indignación de Lara, con independencia del debate de fondo sobre la viabilidad de su propuesta.

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