El Movimiento 15-M hizo llegar ayer al Congreso de los Diputados, coincidiendo con su último pleno extraordinario antes de vacaciones, un documento muy singular en el que enuncian algunos de los numerosos problemas que aquejan a los pueblos españoles.

El texto es una síntesis, evidentemente apresurada, de los testimonios que recogieron los indignados en el curso de las marchas que desarrollaron durante las últimas semanas desde distintos puntos del Estado y que desembocaron el sábado pasado en Madrid.

Pese a no sentirse representados por la actual clase política, según proclaman en uno de sus más conocidos eslóganes, los indignados han considerado pertinente que los diputados conozcan –o reconozcan– una serie de hechos en apariencia insignificantes, que normalmente no llegan a las páginas de los periódicos, pero que sin duda degradan la calidad de la democracia.

El memorial de agravios refleja denuncias concretas en pueblos específicos, tales como el absentismo laboral de los concejales, el sentimiento de intimidación de gentes de los pueblos al hablar de política (¡tras 35 años de democracia!), la decisión de un Ayuntamiento de aplazar la construcción de un hospital y construir al tiempo un circuito de coches, la subida de sueldo del 238% de un alcalde, etc.

No se trata, ni mucho menos, de un documento técnico y es posible que no todos los datos estén debidamente contrastados. Pero ello no debe en ningún modo minimizar su gran valor, que es el mismo que subyace al propio Movimiento 15-M: servir de aldabonazo para las conciencias y animar a un debate profundo sobre las vías para mejorar la democracia.