En su afán por llegar a la Moncloa sin cometer un desliz que pueda estropear sus aspiraciones, Mariano Rajoy ha terminado por aportar a la ciencia política una expresión que define a la perfección esa estrategia: "Depende". Para el presidente del PP, todo depende, desde la continuidad del matrimonio entre homosexuales hasta el futuro de los sueldos del sector público. Su página web es lo más parecido a una guía del ocio y, por tanto, se frustrará quien intente encontrar en ella mayores concreciones. Sin embargo, mientras Rajoy practica la dependología, los dirigentes del PP están dejando cada día más pistas sobre lo que podría hacer el partido en caso de ganar las elecciones del 20-N. Algunas son apoyadas públicamente por el líder, como los planes de "austeridad" (véase recortes sociales) en las comunidades gobernadas por el PP; otras son objeto de matizaciones, como el reciente cuestionamiento por Cospedal de la cobertura del desempleo; otras quedan flotando en el ambiente, como la cadena perpetua que anuncia Trillo; y todas tienen en común que son inquietantes. Ayer, el secretario de Economía del partido, Álvaro Nadal, en unas declaraciones confusas con referencias al FMI y a una España supuestamente "intervenida", ahondó en las dudas ya planteadas días atrás por Rajoy sobre la determinación del PP de subir las pensiones congeladas por el PSOE. Es posible que el líder del PP logre la proeza de llegar al 20-N sin desvelar su programa (o desvelándolo con sus silencios, que es otra forma de verlo). De momento, a los ciudadanos no les queda más opción que formarse una idea con base en lo que dicen y hacen los altos cargos del partido.