Versión Libre

Una foto que nunca debió producirse

La fotografía que domina hoy la portada de este diario nunca debió producirse en una democracia decente. Muestra a un juez enfrentado a un juicio en el Tribunal Supremo por haber intervenido las conversaciones en prisión entre los cabecillas de la mayor trama de corrupción de la historia reciente de España y sus abogados. Las escuchas no respondieron a una decisión arbitraria, sino a la existencia de indicios sobre la cooperación de los abogados en los negocios ilícitos de sus clientes. Uno de los letrados resultó incluso imputado. Las escuchas fueron avaladas por dos fiscales y por el juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que prosiguió la investigación, sin que este haya sido también procesado. El Supremo puede, por supuesto, cuestionar la legalidad de una actuación judicial. Lo excepcional de este caso es que se trata de la primera vez que lleva a un juez al banquillo por ordenar escuchas a corruptos, cuando existen cientos de precedentes de intervenciones anuladas por defectos de forma sin que a los respectivos jueces se les haya acusado de prevaricación. En realidad, el problema radica en que el juez de la foto se llama Baltasar Garzón y que lo que está en marcha es una manifiesta ofensiva judicial y política para aniquilarlo profesionalmente. El otrora aclamado "héroe" de la lucha contra ETA y los GAL ya suscitaba desde tiempo atrás los celos de compañeros de judicatura, pero su calvario real comenzó cuando metió las narices en la trama Gürtel y en los crímenes del franquismo. Ayer comenzó el juicio por el primer asunto. El martes empieza la vista por el segundo. Todo está preparado para aplastar y expulsar de la carrera a un juez que se volvió demasiado incómodo.

Más Noticias