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Un drama social insoportable

La cifra de parados que ha alcanzado España –5,3 millones de personas– constituye un drama social de tal envergadura que merece un debate urgente no sólo acerca de las recetas que se vienen aplicando desde el estallido de la crisis, sino también acerca del modelo productivo que han impulsado los sucesivos gobiernos socialistas y conservadores.

Dicho modelo alcanzó la consideración internacional de "milagro" bajo el mandato de Aznar, que logró ese éxito mediante el fomento sin límites de la burbuja inmobiliaria, una feroz campaña de privatizaciones (pan entonces, hambre hoy), la degradación del mercado laboral y el disfrute de cuantiosas ayudas europeas que ya no existen. Todo ello, además, en una época de inusual crecimiento económico mundial.

Zapatero gozó de las mieles de ese modelo inercial –incluso mejoró la cifras macroeconómicas heredadas– hasta que le estalló la crisis. El milagro resultó ser humo, la "fábrica europea de empleo" se desmoronó de un soplo, y todo cuanto se les ocurre a los gobernantes –Zapatero a partir de mayo de 2010 y ahora Rajoy– es aplicar dócilmente unas recetas de austeridad y reformas laborales que les dictan desde Berlín y el FMI y que no han conseguido otra cosa que estrangular la economía española y disparar el paro hasta límites insoportables.

El PP podrá argumentar, con razón, que los últimos datos del desempleo corresponden a la etapa del Gobierno socialista. Pero las primeras medidas de Rajoy, y las que se anuncian, van en la misma dirección: tranquilizar a los mercados y a los grandes poderes financieros a costa de alargar en el tiempo el empobrecimiento, el miedo y la incertidumbre de los ciudadanos.

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