Pensamiento crítico

No todos los políticos son iguales: crítica a los autores equidistantes

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas Universitat Pompeu Fabra y Director del JHU-UPF Public Policy Center

No existe suficiente conciencia en el mundo periodístico, político e intelectual del grado de derechización que hay en España, tanto en los medios de información como en la cultura política del país, resultado de una transición de la dictadura a la democracia que no fue modélica y tras la que, a pesar de los grandes avances que supuso, las fuerzas conservadoras continuaron y continúan ejerciendo un enorme poder sobre los aparatos del Estado y sobre los medios de comunicación de España. Ejemplos hay muchísimos. Lean los principales rotativos del país y compárenlos con otros de Suecia, el Reino Unido o EEUU, tres países en los que viví durante mi largo exilio. Verán que los contrastes son abrumadores. Permítanme un ejemplo. Un tema clave hoy en cualquier país a los dos lados del Atlántico Norte es cómo volver a la normalidad durante y después de la pandemia. Y vean lo que aparece en el Financial Times, el principal diario financiero británico (de clara y explícita orientación económica liberal), sobre lo que se debe hacer. El punto central de uno de sus artículos publicado en lugar prominente el día 26 de mayo, escrito por Rana Foroohar, era que los trabajadores tienen que ser los principales beneficiarios del necesario incremento del gasto público, pues han sido los más perjudicados por la pandemia. Subraya también que no es aconsejable que se siga el tradicional rescate de las grandes empresas, y sí en cambio que se centren los esfuerzos en el rescate de las pequeñas y medianas empresas y en la recuperación de la capacidad adquisitiva de la población. Su justificación para desaconsejar las ayudas a las grandes empresas es que suelen querer salir de la crisis a costa de sus trabajadores, despidiéndolos, tal como ocurrió en 2008, cuando los banqueros socializaron las pérdidas (mediante las ayudas de los Estados), pero no los beneficios. Y añade el artículo del Financial Times (insisto, periódico de orientación liberal) que la única justificación para ayudarlas sería que mantuvieran los puestos de trabajo de sus empleados. La postura defendida en este artículo aparece con frecuencia en este rotativo.

Es impensable, insisto, impensable, que cualquiera de los principales rotativos de este país, incluso aquellos que se definen como "liberales", publicara artículos semejantes. Y, por descontado, también es impensable que un partido que se definiera también como liberal hiciera semejante propuesta. Esta realidad muestra hasta qué punto el abanico ideológico en España está sesgado hacia la derecha. La derecha española (partidos conservadores y liberales), dentro del marco de la Europa Occidental, está claramente en el extremo de las derechas en Europa. Y tal sesgo se ve reflejado manifiestamente en su comportamiento y cultura. Vean las tertulias de La Sexta Noche cada sábado por la noche y observen quiénes interrumpen con mayor frecuencia a sus contertulios, con los cuales están en desacuerdo, sin apenas dejarlos hablar. Naturalmente que las izquierdas también realizan tales prácticas, pero, en general, es como defensa y en reacción a los ataques de las derechas. Hay múltiples ejemplos que muestran que las derechas españolas carecen de una cultura democrática, algo que queda patente a menudo en sus intervenciones. Un personaje característico que ilustra lo que digo es Eduardo Inda, que suele hacer gala de un comportamiento insultante, grosero y lleno de falsedades, que no recuerdo haber visto en los medios de los países en los que viví durante mi largo exilio. Ni siquiera en la FOX, la cadena de televisión de la extrema derecha estadounidense, aparecen individuos como tal personaje. Homologar a la izquierda con las derechas es un intento de ser neutral, poniendo a las víctimas y a los victimizadores en el mismo nivel. El mejor ejemplo de ello es la lectura que se ha dado del intercambio entre el vicepresidente segundo del gobierno, el Sr. Pablo Iglesias, y la portavoz del PP, la Sra. Cayetana Álvarez de Toledo.

No todos los políticos son iguales en España

Este reciente intercambio dialéctico entre el vicepresidente y la portavoz del PP, entre otros, ha sido utilizado como ejemplo de la falta de cultura democrática de los políticos, que se insultan constantemente, aumentando la crispación innecesariamente. De esta manera se ponen en la misma categoría a lo que se considera polos opuestos, proyectando así la imagen de que las derechas y las izquierdas tienen una responsabilidad compartida en la tensión y la crispación que se vive en el país. Periodistas tan conocidos y respetados como Iñaki Gabilondo o académicos de reconocido prestigio como Ignacio Sánchez-Cuenca han hecho tal acusación, recibiendo por ello un gran aplauso en los mayores medios de información. Dice Ignacio Sánchez-Cuenca en sus declaraciones en La Vanguardia (de la cual es colaborador habitual) que "hemos entrado en un juego de descalificaciones y adhesiones en los dos bandos que es brutal. Unos dicen que el gobierno son asesinos y los otros, que hay una especie de golpismo ultraderechista para echar al gobierno del poder. Y así resulta imposible tener un debate constructivo sobre las políticas que vamos a llevar a cabo porque queda enterrado bajo toda la palabrería y el griterío". Si uno no supiera ni lo que se dijo ni el contexto en el que se dijo, respondería con empatía al ruego de Ignacio Sánchez-Cuenca de denunciar tanto griterío por parte de los dos extremos. Pero cuando uno conoce el contexto, así como quién dijo qué, tal empatía desaparece, pues homologar los supuestos polos, en un intento de ser ecuánime, demuestra una limitada comprensión de lo que ocurrió y también una neutralidad que sustituye lo que debería haber sido una condena, sin paliativos, de lo que dijeron e hicieron las derechas del país, escasamente democráticas.

Veamos los datos, por lo visto, desconocidos –por tales voces supuestamente ecuánimes, y comencemos por la visión que algunos medios extranjeros tienen de nuestras derechas. Lo primero a resaltar es que un gran número de rotativos extranjeros han expresado su alarma por la radicalización de las derechas españolas (bien definidas por el miembro emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, como "las derechas extremas y la extrema derecha"), las cuales están utilizando todos los medios para intentar expulsar al gobierno de coalición de izquierdas, animadversión que se centra principalmente en  UP y, sobre todo, en su dirigente, Pablo Iglesias, la persona más odiada por las derechas españolas (esta animadversión y hostilidad es tan estridente y constante que uno tendría que asumir que Gabilondo e Ignacio Sánchez-Cuenca son conocedores de ello).

Tal odio llega a un nivel máximo con la acusación proferida por la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, sobre el padre de Pablo Iglesias, al que acusó nada menos que de terrorista por haber sido miembro de la resistencia antifranquista. Tal insulto es de una magnitud ofensiva hacia todos los que luchamos contra la dictadura, un comportamiento que, de haberse producido en cualquier otro país europeo, habría sido denunciado por la mayoría de los medios de comunicación demócratas, incluyendo los medios de información en Alemania y en Italia, países que sufrieron regímenes semejantes al fascismo español. Tal acusación de "terroristas" contra los luchadores antifascistas es la misma que utilizó el régimen totalitario de Franco, el más cruel y que mayor número de asesinatos políticos cometió como régimen político en la Europa Occidental (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000, tal y como documentó el experto en fascismo europeo, el profesor Malefakis, de la Columbia University de Nueva York). E, incluso hoy, España es, después de Camboya, el país con un mayor porcentaje de desaparecidos por motivos políticos, todo ello justificado con el argumento de que eran terroristas. Y lo que es extraordinario es que tal personaje sea la portavoz del PP, cuyos orígenes tuvieron lugar en un partido fundado por personalidades de aquel régimen dictatorial anterior tan cruel e inhumano. Las fuerzas que luchamos contra el fascismo español teníamos toda la autoridad moral para utilizar medios pacíficos o armados para terminar con aquella dictadura.

Por otra parte, portavoces de Vox han acusado al gobierno de coalición de ser ilegítimo, repito, ilegítimo, acusación que parece haber hecho suya también el Sr. Pablo Casado. Me parece una acusación gravísima, pues frente al gobierno ilegítimo cualquier forma de respuesta, incluyendo un golpe de Estado, es posible y aconsejable. Son bien conocidas las relaciones de la derecha extrema y la extrema derecha con grupos de la policía patriótica, de las fuerzas armadas y de la judicatura.

Ante esta realidad, denunciar a Pablo Iglesias por decir lo que es obvio, poniéndolo al mismo nivel que el insulto de definir como terrorista a una persona que militó en la resistencia, me parece absurdo y de una gran falta de sensibilidad democrática, que da la apariencia de una neutralidad que puede parecer equidistante en un contexto tan derechizado como el que hay en la cultura mediática y política de este país. Es, hablando claro, un intento oportunista (y profundamente injusto hacia las izquierdas españolas) de presentarlas como una parte con la misma responsabilidad en la creación de la crispación que hay en España. Tales autores me decepcionaron profundamente. Hoy la máxima responsabilidad de la crispación recae en las derechas de siempre, que nunca rompieron con sus raíces, que fueron las fuerzas conservadoras que sostuvieron la cruel dictadura responsable del enorme subdesarrollo social que todavía tiene España.

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