Pensamiento crítico

Por qué es tan difícil recuperar la memoria histórica

El dictador Francisco Franco junto al dirigente nazi Heinrich Himmler, durante su visita a Madrid (1940).
El dictador Francisco Franco junto al dirigente nazi Heinrich Himmler, durante su visita a Madrid (1940).

Tengo gran respeto por los trabajos de los historiadores Paul Preston y Ángel Viñas que han criticado extensa y detalladamente la historia tergiversada (que continúa existiendo en círculos del establishment político-mediático español) del reciente pasado español, y muy en particular de lo que se conoce en España como la Guerra Civil y la dictadura que le siguió, conocida también en este país como Franquismo. Aconsejo la lectura de sus textos que deberían ser ampliamente distribuidos en los centros de docencia, (a todos su niveles) a lo largo del territorio español por las razones que he explicado en muchas ocasiones: la urgente necesidad de corregir la historia sesgada y manipulada de este país.

Ahora bien, habiendo aplaudido y reconocido los méritos de sus libros, debo también mostrar mi sorpresa y desacuerdo con algunas de sus declaraciones hechas el 18 de julio de este año en La Vanguardia en la entrevista realizada por Ramón Álvarez en la que hacen unas observaciones que merecen ser discutidas y, creo también, criticadas, como su afirmación de que la transición de la dictadura a la democracia fue "maravillosa" y "un milagro", (en el caso de Paul Preston) y "un gran éxito al desbaratar la estructura institucional política y jurídica del franquismo", (según Ángel Viñas). Tales declaraciones son casi idénticas a la promovida por el mismo establishment político-mediático español que definió tal transición como "modélica", término utilizado por los mayores medios de información del país para definir los cambios del Estado dictatorial para convertirlo en un Estado democrático, supuestamente homologable a cualquier democracia existente en la Europa occidental. Con este término tal establishment intenta ocultar las enormes deficiencias de la democracia española, resultado del enorme dominio que las fuerzas conservadoras (herederas de los que ganaron la mal llamada Guerra Civil) tuvieron durante aquel proceso. Había un gran desequilibrio de fuerzas dentro del Estado español en el que los herederos de los vencedores —los golpistas de 1936 —tenían mucho más poder en las instituciones y aparatos del Estado que los herederos de los vencidos.

Los enormes déficits democráticos del estado español

La evidencia de este dominio de las derechas de siempre en el proceso de transición es abrumadora. Desde el continuo retraso social de España, con gran sub-financiación de los servicios y transferencias del Estado de bienestar, (ver mi libro: El subdesarrollo social de España, causas y consecuencias. Anagrama, 2006), a la falta de diversidad ideológica de los mayores medios de información y persuasión del país; a la obvia falta de cultura democrática predominantemente de los gobiernos y políticos de derecha del país; a la vocación represiva de los aparatos de seguridad y de la judicatura del Estado; a la proximidad de la mayoría de Ministros de Economía de todos los gobiernos españoles con los poderes económicos y financieros del país; al servilismo del Banco de España a los intereses de la Banca en su constante promoción del neoliberalismo; a la integración de miembros de los aparatos de los mayores partidos gobernantes en la estructura económica y financiera del país; a la amplia utilización de las cloacas por los aparatos represivos del Estado con amplia colaboración de los medios de comunicación para destruir las voces opositoras, y un largo etcétera. (Para expansión de estas enormes insuficiencias de la democracia española, ver mi libro: Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país. Anagrama, 2002).  No es de extrañar, pues, que la amenaza mayor para este Régimen del 78 fue la aparición en la segunda década de este siglo de unos movimientos sociales (primero) y socio políticos (después) que lo cuestionaron. Su eslogan (del 15M) altamente popular "no nos representan", lo decía todo. La radicalización de las derechas, con la aparición de la ultra derecha en la vida legislativa del país es la consecuencia de ello.

La continua redefinición de la memoria histórica

Y este conflicto, ultra derecha-izquierda, aparece en la redefinición de lo que es la memoria histórica de España. La España de los vencedores —incluyendo la Monarquía —se encuentra hoy claramente amenazada y crecientemente desacreditada. Las estridencias de la vida política, generadas por esta ultra derecha (que existe también ampliamente en la derecha) es resultado de ello. Homologar las estridencias, presentándolas como común tanto entre las derechas como entre las izquierdas, es la versión moderna de la supuesta equidistancia u homologación que supuestamente ocurrió durante la transición entre los vencedores y los vencidos, atribuyéndoles igualdad de responsabilidades en los hechos ocurridos en el pasado. El hecho de que la Amnistía, aprobada en la transición, considerara por igual a los autores de crímenes y represión, llevados a cabo por los vencedores, que los actos de lucha por la libertad y democracia de los republicanos vencidos, se repite ahora en que las grandes tensiones de la vida política en España con elevadas estridencias se considerara responsabilidad igual de las derechas y de las izquierdas. Y es ahí donde también estoy en desacuerdo con Paul Preston cuando dice que "la calidad de los políticos de izquierda es tan mala como los de la derecha", como causa de las tensiones en la vida política del país. Esta homologación entre derechas y izquierdas como causantes iguales del griterío político hoy está muy extendida en los mayores medios de comunicación españoles que están intentando desacreditar a los herederos del 15M, que junto con las renovadas izquierdas a la izquierda del PSOE, han denunciado al Régimen del 78, cuestionando los dogmas conservadores y neoliberales, y presentando alternativas que crean gran revuelo en la vida política del país acostumbrada a la placidez del bipartidismo. Ello explica la enorme hostilidad y el juego sucio, con la activa participación de las cloacas del Estado, con colaboración de los grandes medios en contra de las nuevas izquierdas (UP y sus coaliciones en Comú Podem y Galicia en Común). Poner la izquierda y la derecha en el mismo saco es profundamente injusto y frívolo en extremo.

En la redefinición de la memoria histórica, el establishment político mediático está dispuesto aceptar de que hay que encontrar a las víctimas, es decir a los muertos desaparecidos (más de 120 mil personas) pero no se les puede enjuiciar a los que les asesinaron pues ya fueron amnistiados en la transición cuando todos, tanto las víctimas como los victimarios fueron amnistiados por igual. Esta igualdad de responsabilidades alcanzó su máxima obscenidad cuando en un desfile militar, organizado por el gobierno socialista bajo la dirección de un hijo de los vencedores, el Ministro de Defensa el señor José Bono (el gran referente en la Sexta Noche), hizo desfilar a  soldados de la división Fascista que apoyaron el Nazismo en Europa junto a luchadores por la democracia y la libertad en España, poniendo al mismo nivel a los defensores del Nazismo (herederos de los golpistas españoles) que a los que lucharon contra él. (Tal personaje prohibió más tarde a los republicanos que lucharon por la libertad a que llevaran su bandera republicana en la reunión a los que se les convocó al Congreso). Y tales portavoces de esa versión de la memoria histórica asumen explícitamente que ha habido una reconciliación entre los vencedores y los vencidos consecuencia de que las heridas ya se cicatrizaron.

¿Qué heridas se cerraron, señor Bono?

Una de las grandes falsedades frente a la transición modélica fue considerar que los vencedores y los vencidos, con gran generosidad, conciliaron sus diferencias cerrando las heridas. Conozco a muy pocos herederos de los vencidos que consideran que las heridas están cicatrizadas. Mis padres y mi familia fueron brutalmente represaliados por el Fascismo primero, y en caso de mis tíos y tías por el Nazismo en Francia, después. Mi padre fue represaliado y expulsado del magisterio por enseñar, precisamente, los valores de democracia, libertad y justicia durante la República, en un pueblo de la región pirenaica catalana. Y mi tía, prisionera en un campo de concentración Nazi, por luchar en la resistencia anti Nazi en Francia (como miles de republicanos), condecorada más tarde por el gobierno francés del General De Gaulle, pero completamente olvidada en España como así ha ocurrido con la diáspora republicana en Latinoamérica. ¿Cuándo fueron aquellas heridas cicatrizadas? ¿Cuándo estos valores republicanos fueron enseñados en las aulas españolas? ¿Y cuando fueron los maestros represaliados por la dictadura, homenajeados y compensados por su enorme sacrificio? ¿Y cuando los gobiernos españoles han homenajeado a la diáspora republicana en el mundo? ¿Y hasta cuando los luchadores antifascistas continuarán olvidados? ¿Y cuándo se denunciarán a los que represaliaron, que todavía hoy gozan de todas las prebendas? Y ello no se debe a que todos los políticos son iguales, señor Preston, sino a que unos que continúan teniendo un gran poder ven alarmados el creciente clamor a favor del cambio y se sienten amenazados respondiendo con todo tipo de medidas represivas que intentan destruir las voces valientes que denuncian la situación actual. En realidad, la respuesta a la pregunta del título del artículo, "¿Por qué es tan difícil recuperar la memoria histórica?", es muy fácil de responder: las derechas heredadas de los vencedores de la Guerra Civil, continúan ejerciendo un gran poder político y mediático español, que evitan por todos los medios que se conozca la historia real en este país, habiendo contribuido a ello el consenso forzado en el proceso inmódelico de la transición, que impuso un silencio y una complicidad para no recuperar la historia del país. Y lo pude ver directamente cuando volví del exilio, unas de las cosas que me preocupó más cuando llegué de nuevo a España fue ver la enorme ignorancia que los estudiantes tenían de la historia reciente de este país. De ahí que una cosa que pedí en la universidad en donde yo enseñaba, es que se dieran clases sobre nuestro pasado y de nuestros valores republicanos. Ni siquiera la izquierda gobernante vio motivo para ello, pues creían que era mejor no tocar el pasado. Esta actitud ha sido muy común, hasta hace poco, incluso, entre algunos sectores de las nuevas izquierdas. En realidad, la clara recuperación de la bandera republicana en los movimientos contestatarios es un hecho reciente. En España los vencidos perdieron la Guerra Civil y perdimos gran parte de la democracia. Pero las movilizaciones en las calles parecen ser indicadores de que podemos recuperarla. Pero, hasta que esto se revierta no vamos a tener una ley de la memoria histórica que el país necesita y se merece.

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