Voces de la precariedad

En defensa del sindicalismo de clase

El artículo "Otro modelo sindical es posible" publicado recientemente en el diario económico Expansión por el Presidente de CSIF, Miguel Borra, no puede dejar indiferente a nadie que tenga interés por la actividad sindical y la defensa de los derechos laborales en España.

Ya hace tiempo que esta organización viene desplegando la idea de que hacen falta sindicatos "desclasados" y en esta publicación siguen ahondando en la misma premisa. "Somos conscientes de que hay muchas voces que reclaman un sindicalismo renovado, generalista, independiente desde el punto de vista político, profesional, transparente y alternativo a las tradicionales organizaciones de clase. Ahora más que nunca hace falta trasladar al ámbito sindical el pluralismo democrático de la sociedad española." Pasen y vean.

Apelar al "pluralismo democrático" actual para renovar el sindicalismo cuando lo que estamos viviendo en nuestro país es la partición interesada del partido tradicional de la derecha (Partido Popular) en otros dos (Ciudadanos y VOX) y el encapsulamiento de la única fuerza estatal en el Congreso de los Diputados que no pertenece al establishment (Unidas Podemos), parece cuanto menos un chiste de mal gusto.

Manifestación por la defensa del transporte público en Madrid.
Manifestación por la defensa del transporte público en Madrid.

El vínculo histórico de esta central sindical con la derecha política y con una práctica sindical conservadora y nada efectiva a la hora de mantener derechos (no digamos ya recuperar o conquistar otros nuevos) se expresa ahora con la llamada a apostar por unos sindicatos nuevos y adaptados a una realidad española de madurez democrática. Tal vez el Presidente de CSIF viva en otra España distinta a la de la Ley Mordaza, el constante asedio al derecho de huelga o el poder desbordado que tienen los empresarios gracias a las Reformas Laborales de 2010 y 2012. De lo contrario, no hablaría seguramente de "sociedad madura y democrática".

El ataque a la burocracia (la punta de lanza del artículo) pierde credibilidad siendo CSIF el emisor del mensaje. Un sindicato enclaustrado en sus despachos, ausente de las grandes movilizaciones sociales y que, en ciertas empresas como Correos, ha facilitado a la Directiva (junto a otros actores) un camino fácil hacia la reconversión de la empresa pública en un operador multinacional logístico, alejado de la cobertura de las necesidades postales de la población. Proceso en el cual, para colmo, se está extinguiendo el cuerpo de funcionarios (segmento que dicen representar).

El señor Borra pretende hacer pasar una crítica desde la derecha (anti-clasista) por una oda a la democratización de la vida sindical ahogada por las "viejas estructuras burocráticas". El burro hablando de orejas.

Pero, ¿pueden existir sindicatos que no sean de clase? ¿Los intereses de empleados y directivos son confluyentes? En definitiva, ¿puede existir un "sindicalismo ciudadano"?

Si algo es viejo es el empeño de algunas organizaciones por declararse neutrales, independientes, "libres"...Cosa que es a todas luces imposible en una sociedad dividida en clases sociales. Pero en el terreno sindical es aún más aberrante esta consideración. Las organizaciones sindicales nacieron por la necesidad de los trabajadores de asociarse para limitar los efectos de la explotación laboral y fijar unos mínimos por debajo de los cuales nadie habría de trabajar. Con el tiempo, fueron capaces de plantearse objetivos más ambiciosos (convenios colectivos, estatutos de los trabajadores, sistemas de seguridad social, etc).

¿Se ha convertido en prescindible dicha labor? Ni mucho menos. ¿Cómo es posible, entonces, hablar de sindicalismo ciudadano e independiente? El señor Borra, pretende embarullar una cosa que es sencilla. Si eres un empresario te asocias con tus colegas de las patronales para ver cómo amasar más y más beneficios a costa del trabajo ajeno. Y si eres un empleado te vas al sindicato a defender unas mejores condiciones laborales.

Hay una insistencia casi religiosa en los supuestos cambios sustanciales que ha sufrido el panorama laboral. Se despliegan de derecha a izquierda en una especie de "complot antisindical" y para ello se lanzan todo tipo de mitos: "Ya no hay industria o es residual", "la clase trabajadora ha desaparecido o al menos mutado muchísimo"...Estos mitos tienen en común que apuntan todos en la misma dirección: Afirmar de una u otra forma que la transformación del panorama laboral ha sido tan amplia que las organizaciones históricas de las y los trabajadores (sindicatos y partidos de clase) han perdido su lugar, están fuera de contexto. Al igual que pasaría con las ideas y propuestas que tradicionalmente han permitido a la clase trabajadora ganar derechos e incluso remover los cimientos del modelo capitalista.

Que los sindicatos de clase tenemos grandes retos por delante y tareas por cumplir (o hacerlo mejor), es una verdad indiscutible. Y con una nueva crisis asomando en el horizonte más nos vale arrimar el hombro para que seamos capaces de hacerlo. Precisamente por ello, estas posiciones aparentemente renovadoras y promotoras de una mayor democracia en el seno de las organizaciones sindicales, son en verdad un ataque más contra la última barrera que tenemos los trabajadores para defender nuestros derechos.

A diario el sindicalismo de clase despliega una acción que permite firmar convenios que amparan a un gran número de trabajadores, presiona para evitar despidos masivos o para la derogación de las lesivas reformas laborales que han degradado las condiciones laborales de la mayoría trabajadora. Incluso consigue hitos históricos como la victoria de la plantilla de Coca-Cola en Lucha (Fuenlabrada) contra uno de los grandes iconos del capitalismo actual. Sin duda, perder el contrapeso sindical (de clase) sería como colgarse de la soga y tirar la banqueta.

Mario Murillo (@MarioMurilloPTD)

Trabajador de Correos y sindicalista

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