El óxido

400 €

Que en las últimas semanas los medios de comunicación y los ciudadanos estén haciendo cábalas sobre la decisión del gobierno de Rajoy de prorrogar o no la ayuda de 400 euros a los parados de larga duración da buena cuenta de la degeneración moral de la derecha española. Solo el hecho de dejar a la gente que peor lo está pasando con la incertidumbre acerca de un subsidio que ya de por si es muy insuficiente demuestra la nula sensibilidad del PP y su falta total de empatía hacia los más desfavorecidos. En la última comparecencia de Rajoy después de un Consejo de Ministros y tras ser preguntado por el tema, el presidente del gobierno se permitió el lujo de decir que ni siquiera habían hablado en la reunión sobre la prorroga de la ayuda. Y han sido varios los líderes del PP que han tratado de allanar el camino hacia la supresión del subsidio con el argumento de que no ha sido útil para la reintegración a la vida laboral de quien la percibe. Un auténtico insulto a la inteligencia de los ciudadanos en un país con casi seis millones de parados a los que se les dice que las prestaciones por desempleo desincentivan la búsqueda de un trabajo que no existe.

Ante el eco mediático que está teniendo este asunto en época estival, el gobierno lo tienen difícil para suprimir la ayuda de 400 euros sin levantar una tormenta política y social. Eliminar esta prestación sería echar gasolina en la hoguera del descontento ciudadano. Y es un lujo que posiblemente Rajoy no se pueda permitir. Todo indica pues que la ayuda será prorrogada y que además, en un nuevo episodio de esa hipocresía a la que nos tienen acostumbrados, alegarán motivos humanitarios para hacerlo. Pero el simple hecho de haber dado pie a las elucubraciones al respecto es síntoma de un gobierno desconectado por completo de la sociedad, de sus inquietudes y de su sufrimiento. Cuestionar la ayuda a los desempleados tras haber decretado una amnistía fiscal que horada el principio de la igualdad de todos los españoles es de una inmoralidad tan flagrante que escandalizaría a cualquiera con un mínimo de sensibilidad social.

En esta situación resulta sorprendente que la Iglesia Católica, que se ha querido erigir en adalid de la rectitud moral, no haya pronunciado aun una sola palabra al respecto. Quienes utilizan el trabajo de Cáritas como bandera de la labor social de la iglesia, a pesar de que ésta tan solo aporta un 1% de su financiación, callan ante la mayor agresión de los poderes públicos hacia los más desfavorecidos. Habrá que recordar que la recaudación del IBI de la Iglesia superaría con mucho los 500 millones que suponen para la administración la ayuda de 400 euros a los parados. Quizás este dato debería hacer reflexionar a aquellos que utilizan la labor asistencial de la iglesia como coartada para mantener privilegios que no tienen muchas ONG laicas que realizan una tarea social de primer orden.

Hace años Giovanni Sartori dio una definición del binomio izquierda-derecha que hoy cobra renovada actualidad. Decía el politólogo italiano que la gran diferencia entre derecha e izquierda es que esta última es virtuosa y sus ideas descansan en valores morales. No ocurre lo mismo con la derecha. Los conservadores están demostrando una concepción amoral de la sociedad en la que el número de parados es tan solo un dato y las prestaciones son un gasto prescindible. Solo el descontento ciudadano y su traslación a las urnas pone freno a sus pretensiones de desmontar por completo un Estado social que nunca ha sido de su agrado. Y lo peor es que a pesar de todo lo están consiguiendo. Se puede decir más alto pero no más claro: hay que pararles los pies.

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