El óxido

Por qué no Podemos

¿Podemos o no Podemos? Esa es pregunta que desde hace unas semanas se llevan haciendo las gentes de izquierda militante; esas personas que están a la zurda del PSOE y que hasta ahora se han debatido entre la abstención, el voto a formaciones minoritarias, a organizaciones de izquierda nacionalista o a Izquierda Unida. La irrupción en escena de Podemos y el entusiasmo que está generando entre los sectores más activistas abre una nueva posibilidad de cara a las elecciones que unos ven con buenos ojos y otros con desconfianza. Y otros como yo somos escépticos y tenemos más dudas que certezas ante la aparición de Podemos en la arena política y ante sus posibilidades de movilizar a los votantes de izquierdas.

Podemos es un proyecto aun por concretar. Se trata de una iniciativa cuyo objetivo parece ser la creación de una candidatura electoral para las elecciones europeas del próximo 25 de Mayo. Como cabeza visible del colectivo se sitúa Pablo Iglesias, un joven profesor de Ciencia Política, presentador de debates televisivos y tertuliano profesional. No se trata de un partido político al uso sino más bien de un colectivo ciudadano, aunque su vocación electoral parece fuera de toda duda.

Si como todo parece indicar Podemos se presenta finalmente a las elecciones, le disputará a Izquierda Unida un espacio electoral que con la crisis de credibilidad de los dos grandes partidos españoles (en particular la del PSOE) está en franco crecimiento. Según todas las encuestas Izquierda Unida lograría hoy los mejores resultados electorales de su historia. Incluso algún sondeo reciente del CIS le daba a la coalición una intención de voto directa igual o mayor que la de los socialistas, si bien esos datos habría que ponderarlos (o "cocinarlos", como se dice habitualmente) para dilucidar la horquilla real de diputados que lograría Izquierda Unida si los comicios se celebrasen hoy. Pero así todo Izquierda Unida se consolidaría como la tercera fuerza electoral en España, con un papel importante como partido "bisagra" y recortando distancias al bipartidismo de las formaciones catch-all o "atrapalotodo" que se disputan el centro político; esto es, PP y PSOE.

La realidad sociológica española necesita de una opción electoral como Izquierda Unida que sirva de referente en las urnas de aquellos ciudadanos que se definen nítidamente como "de izquierdas". Y la irrupción de Podemos puede fragmentar ese espacio electoral haciéndolo más frágil en las instituciones. Hasta donde conocemos, las diferencias programáticas entre IU y Podemos son mínimas, casi de matiz, lo que difícilmente justifica la creación de una nueva marca electoral.

El discurso que se maneja desde Podemos es el de la mano tendida a IU para buscar una confluencia de las izquierdas. Se habla de ofrecerle a IU un pacto para crear una gran plataforma de izquierdas, a la manera de la Syriza griega. Pero realmente no existe tal ofrecimiento. Lo que ha hecho Podemos es echarle un órdago a IU, exigiéndole que le trate de igual a igual. No me cabe duda de que sería una buena noticia que las gentes que hoy están detrás de Podemos pudieran participar en una candidatura conjunta con Izquierda Unida. Tanto en un lugar como en el otro hay personas valiosísimas que llevan años trabajando en los movimientos sociales de forma desinteresada y sería deseable no dejar a ninguno de ellos fuera.

Uno podría pensar, leyendo las declaraciones de los líderes de Podemos, que Izquierda Unida quiere blindarse ante otras formaciones de izquierdas; que se niega a confluir y a buscar alianzas con otras sensibilidades ajenas a la coalición, como si los de Cayo Lara quisieran monopolizar el voto de izquierdas. Pero la realidad es otra. Lo cierto es que desde hace años Izquierda Unida ha desarrollado una estrategia de alianzas con colectivos de lo más variado, algunos de ellos marginales, incluso a costa de ofrecerles puestos institucionales a organizaciones que apenas lograban un par de miles de votos cuando se presentaban en solitario. Es lo que IU bautizó como "La Izquierda Plural". Basta ver que en casi todas las circunscripciones donde IU se presenta, lo hace "con apellidos": Chunta Aragonesista-Izquierda Unida, Izquierda Unida-Verdes-Socialistas Independientes de Extremadura, Izquierda Unida-Los Verdes de Madrid, Izquierda-Ezkerra en Navarra (con IU, Batzarre y Los Verdes), y así hasta un sinfín de siglas que en unos u otros comicios han participado con IU en las elecciones. Si realmente Podemos hubiera tenido intención de confluir con Izquierda Unida se habría sumado a "La Izquierda Plural" sin necesidad de recurrir a discursos sobre la presunta "derechización de IU" con el que se han despachado algunos de los artífices de Podemos.

Por otra parte Podemos se ha presentado en sociedad como una izquierda "moderna" frente a la vieja izquierda representada por Izquierda Unida. Una izquierda más joven, menos dogmática y con vocación de ser el referente electoral del 15M. Bien es cierto que este relato está más fabricado por los medios de comunicación que por Podemos, pero el movimiento encabezado por Pablo Iglesias se está aprovechando de este fenómeno para construirse una imagen alejada de la de los viejos partidos comunistas. Pero curiosamente detrás de Podemos, como verdadero artífice del asunto, se encuentra Izquierda Anticapitalista, una organización trotskista heredera de la Liga Comunista Revolucionaria (partido de extrema izquierda activo durante las décadas de los setenta y ochenta) que aun pertenece a la IV Internacional. Y el mismo Pablo Iglesias ha sido militante de las Juventudes Comunistas de España, organización juvenil del PCE. Nada por tanto de nueva izquierda frente a la izquierda tradicional representada por IU.

La vinculación de Podemos con el 15M es sencillamente literatura que algunos medios de comunicación han potenciado. Resulta complicado señalar qué fue el 15M y sobre todo qué queda de aquella experiencia nacida en la Puerta del Sol. Se trataba de la confluencia de miles de ciudadanos indignados, muchos de ellos sin una adscripción política clara, y con un alto nivel de heterogeneidad. El 15M nunca tuvo un programa político ni una ideología. No era ese su objetivo. Pero si algo dejó claro el movimiento de los indignados fue su alergia a los liderazgos y su negativa expresa a participar en un proceso electoral bajo unas siglas determinadas. Todo ello sería incompatible con cualquier intento de Podemos de erigirse en portavoz del 15M en unas instituciones políticas a las que los indignados gritaban aquello de "no nos representan".

La figura de Pablo Iglesias en Podemos es otro de los elementos controvertidos que más críticas ha cosechado entre los más escépticos. Ciertamente no parece descabellado acusar de personalista a una formación que se ha dado a conocer con la elección opaca de su portavoz (y todo indica que será también cabeza de lista en las elecciones) por parte de una "asamblea de notables" antes de desarrollar su proyecto organizativo a través de asambleas locales. No parece que ese sea el procedimiento más democrático para escoger a un portavoz. Pero en todo caso la elección de Iglesias no es inocente. Se trata de un personaje joven y muy mediático, un tertuliano que ocupa los asientos de la izquierda en los debates de televisión (que tienen más de show que de confrontación de ideas) frente a mostrencos de la derecha más radical como Francisco Marhuenda.

Más allá de las simpatías y antipatías que pueda despertar Pablo Iglesias, su actuación en las últimas semanas ha sido como mínimo cuestionable. El episodio del video que está circulando por la red con una intervención suya en la que, relatando un robo que se produjo en un centro social madrileño, utiliza expresiones desafortunadas como "lúmpenes, gentuza de clase mucho más baja que la nuestra", ha indignado a un sector del público potencial de Podemos que lo han calificado de "clasista". Pero la guinda a las palabras de Pablo Iglesias la ha puesto él mismo con una carta de rectificación publicada en este mismo diario, en su blog, en la que aprovecha unas disculpas hechas con la boca pequeña para lanzar dardos contra eldiario.es, periódico digital que publicó el video y otras informaciones sobre Podemos, y contra su director Ignacio Escolar, acusándoles de no jugar limpio.

No parece lo más adecuado que alguien que dice defender la libertad de expresión lance acusaciones veladas a un diario por publicar informaciones verídicas que no le gustan. La idea de "disparar al mensajero" es tan antigua como el propio periodismo pero sería deseable que Podemos evitara ese tipo de actitudes. Máxime cuando hablamos de un referente de la información digital progresista como eldiario.es y de un periodista con una trayectoria intachable como Ignacio Escolar que en su etapa como primer director de Público logró crear un espacio informativo imprescindible a la izquierda de El País.

Por último falta saber cual será la estrategia de Podemos si finalmente se presentan a las elecciones y logran representación institucional. Mientras la principal de las acusaciones que desde las filas de Podemos se le hace a IU es la de ser comparsa del PSOE en las instituciones (como en el caso de la Junta de Andalucía), los de Pablo Iglesias no explican que harían ellos en una situación similar. ¿Pactarían con los socialistas o permitirían un gobierno conservador del PP? Antes de votar estaría bien saber que harían en ese caso. Solo de ese modo sabríamos si realmente podemos o no podemos.

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