Buzón de Voz

Entre la indignación y la resignación

Si no fuera porque aún quedan por delante tres meses y medio de Gobierno en funciones, precampaña, campaña electoral y unos comicios democráticos generales, se diría que Zapatero habría lanzado el viernes un mensaje similar al que un siglo antes pronunció en las Cortes el entonces presidente del Ejecutivo, Antonio Maura: "Que gobiernen los que no dejan gobernar". A la vista de la celebración política y mediática del anuncio de adelanto electoral, sin distinción de ideología o supuesta línea editorial, un extraterrestre de visita podría pensar que Zapatero ha gobernado instalado con obcecación y vehemencia en unos parámetros contradictorios y perjudiciales para los intereses no sólo de la oposición conservadora sino también de los grandes poderes económicos y de los más influyentes grupos de comunicación. Curiosamente, los mismos medios y analistas que elogian el "talante democrático, negociador y dialogante" como principal virtud de Zapatero festejan el final precipitado de su legislatura ante la acuciante "necesidad de un gran pacto de Estado para salir de la crisis". De modo que el PSOE sufre ahora el desgaste de haber tomado algunas medidas que su electorado identifica (con razón) como propias de la derecha y a la vez el castigo que debería corresponder a quienes no han arrimado el hombro en una situación tan grave. Romper esa pinza letal que forman la indignación y la resignación es el reto más difícil para la izquierda antes del 20-N.

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