El dedo en la llaga

Yo también he abortado

Bueno, no es verdad que yo también haya abortado, ni de acuerdo con la ley actual ni al margen de ella, mayormente porque nací hombre y los hombres preñamos sin preñarnos, pero sí que he abortado por connivencia y complicidad, y en algún caso como colaborador necesario.
Escribiré unas pocas líneas sobre esto último.
Hubo un tiempo en el que en España la maternidad estaba mucho más difícil que ahora, que ya es decir. Entonces, quienes vivíamos en tierras algo menos yermas que éstas (en Francia, en mi caso) ayudábamos como podíamos a las mujeres que nos pedían socorro.
Me pesan en el recuerdo tres casos de mujeres que abortaron con mi ayuda en Francia en los años setenta porque, hechos sus cálculos más elementales, no podían permitirse algo que sin embargo las atraía, y mucho: ser madres. Y sufrí con ellas su frustración, en lo que me fue dado.

Hubo una cuarta a la que no pude ayudar porque ni siquiera tuve ocasión y que se nos murió desangrada: Adela, "nuestra flor alavesa, roca guipuzcoana, hierro vizcaíno", como tan hermosamente cantó en euskara Natxo de Felipe en aquellos años, cuando la mayoría ni siquiera tenía noticia de la historia de la que trataba su triste canción.
Yo, que sé muy poco de paternidades y casi nada de maternidades, pero que he visto a algunas mujeres llorar, enteras pero deshechas a la hora de tomar esa tremenda decisión más relacionada con sus sueños que con sus ovarios, me sumo al clamor soterrado de cuantas dicen que un Gobierno que afirme que no está entre sus principales prioridades ayudar a esas crías (porque suelen serlo) a encarar su propia vida con la necesaria dignidad no sólo no se merece nuestro voto: es que ni siquiera se merece nuestro desprecio.
Yo no he abortado. Pero, si bien lamento que algunas mujeres lo hayan hecho obligadas por una realidad legal, social y política a la que no podían hacer frente, con la ilusión que les habría proporcionado no verse forzadas a ello, no lamento menos, y por las mismas razones, que otras se abstuvieran de abortar, con el favor...
En fin, dejémoslo estar.

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