Firmas Olímpicas

A mí también me pasó en Atlanta 96

La competición que ha realizado el gallego Javier Gómez Noya me recuerda a la que realicé yo hace doce años en los Juegos de Atlanta. Un exceso de confianza me alejó de conseguir una medalla. Creo que eso es lo que le ha podido pasar a él. Noya se había preparado como nunca para esta competición. Y no hay nada que reprocharle. En la prueba, se ha exprimido de veras. Lo ha hecho en busca de una medalla que todos dábamos por segura. Teníamos motivos. Los motivos que nos había dado él. Su trayectoria.

No cabe duda de que Noya es el mejor triatleta. Sin embargo, en los Juegos, las medallas no las regalan. Salió bien del agua, en octavo lugar. Supo regular en la bicicleta. Y en la carrera a pie, que es lo que él realmente domina, fue cuando se le escapó la chapa. La responsabilidad, la ansiedad y el nerviosismo provocaron al hombre de hierro el dolor inoportuno del flato. ¡Una pena! Cuesta admitirlo, pero es así. Ha perdido una gran oportunidad, porque es el mejor del mundo. Sobre todo, en los diez kilómetros de carrera.

Seguramente, dentro de cuatro años tendrá otra oportunidad, en los Juegos de Londres 2012, pero no sabemos si entonces Javi estará en la misma forma, la que tiene en la actualidad. Es demasiado tiempo. Ojalá sea así y tenga la posibilidad de rectificar de la forma que merece. Desde luego, ahora, en Pekín, las medallas se nos están escapando de las manos. Y la de Javier Gómez Noya no ha sido la única. Son varias ya.

Más Noticias