Desde fuera se ve con más claridad. Se acabó la fiesta. Nos lo recuerda Frei Betto desde Brasil. La Europa de las pasarelas, de los trenes de alta velocidad, de los subsidios a las multinacionales, del acelerador de partículas, de las operaciones de cambio de sexo, dejan el sitio a los ambulatorios cerrados, a la perdida de la paga extraordinaria, a las jubilaciones anticipadas, a la congelación de sueldos y a la condena a un futuro laboral donde los esclavos romanos tenían más derechos. Apenas podemos sufragar -con unos ingresos mermados por la amabilidad con los ricos-, la seguridad social, la atención a los enfermos, la educación pública. Queda un poco para reforzar las armas de guerra. Querrán quitarle las riquezas a otros pueblos peor armados.
Qué tiempos aquellos. Los ricos no necesitaban pagar impuestos. Los pobres podían soñar con ser ricos. Las clases medias confundían la pulsera del crucero a Cancún con un seguro vitalicio de prosperidad. Unos pocos engañaron a muchos en un tocomocho monumental. Creyeron que había duros a peseta para todos. Nos endeudamos. Nos han ido robando hasta los calcetines. Ellos siempre estuvieron blindados. Las Duquesas se casan y tiran la casa por la ventana. Nunca imaginé que en el nuevo siglo se pudiera todavía vivir vicariamente historias de papel couché. Eso envalentona a los sinvergüenzas. Ahora, los culpables del desastre echan la culpa a los que se dejaron embaucar. Y son ellos los que dictan cuántas sillas hay en el juego. Y ya están en los botes. Se acabó la fiesta.
Regreso de un viaje por Venezuela y México. En el país gobernado por Chávez, recuperándose de su enfermedad, la toda Venezuela se asustó de perder lo logrado en los últimos años. Incluida la oposición, que buscaba encontrar un espacio adversando al comandante. Pero le entran sudores fríos de pensar que pudiera faltar. Porque ellos mismos saben que la voracidad sin tasa de la burguesía miamera venezolana es el principal enemigo del desarrollo del país (nunca existió una burguesía nacionalista en el país caribeño). El desarrollo que ha logrado, invariablemente según el PNUD, la Venezuela bolivariana. Chávez supera el 60% de popularidad (cifras de encuestadoras opositoras). El paro es inferior al de España, la edad de jubilación está más de diez años por debajo, el gobierno hace un esfuerzo en construir vivienda pública. Lo mismo que Zapatero. Claro que no son comparables los países. Por eso llama mucho más la atención que allá haya más coherencia que aquí. Quizá por eso algunos diarios globales se empeñan en hacer todos los días una esquela de Chávez o entregan una foto suya a los sepultureros del photoshop. Hacen un periodismo a la altura de sus convicciones morales.
En México, todo amenaza con el regreso del PRI. Un candidato hueco presentado como un exitoso político que habría demostrado su eficiencia en la zona industrial mexicana por excelencia. En tiempos de un neoliberalismo duro que ha dejado a México ser la ensambladora barata de productos de fuera. Enfrente de este cachorro empresarial, el viejo aparato priista, dinosaurios que, frente a los triunfantes capitanes de la aventura neoliberal, quieren reclamar la disciplina del aparato y la red clientelar que pueda sostener el país. Neoliberales frente a dinosaurios. Pero el país sigue desangrándose. El México real por un lado, el México institucional, encantado de conocerse, por otro. Desde los desayunos en hoteles de lujo no se acierta a ver el país. Hay que salir a la calle. Aunque sea para ver a los indignados de Wall Street.
El Partido de Acción Nacional (PAN), la derecha amiga del Partido Popular español, deja un país entregado al narcotráfico, con cada esquina del país manchada de sangre y acompañada de una escenografía de terror. Con una frontera sobre la cual ha perdido el control, una ciudadanía entregada al trabajo basura, a la dependencia del capitalismo global, al deterioro de los servicios sociales -especialmente de la educación, que ha alcanzado niveles africanos-, mientras crece el trabajo basura y la oferta laboral marginal reservada a los países de la periferia (contrabando, prostitución, drogas, armas). La dizque izquierda, el PRD, tampoco aporta gran luz, convertido en una veleta que prefiere pactar con el derechista PAN antes que confiar en la voluntad rupturista de Andrés Manuel López Obrador, única posibilidad electoral de ofrecer esperanza a los que ya no tienen esperanza. En América Latina, como dijo Walter Benjamin de Europa, sólo a través de los sin esperanza nos será dada la esperanza. Nos vamos encontrando todos.
Hipoxia cerebral
Regreso a Europa y me encuentro con que el PSOE ha organizado su convención programática. Ni siquiera estando en la oposición y a punto de perder cualquier espacio de poder reaccionan. Qué propuestas tan mezquinas. Están noqueados. Como la tercera vía que asumieron como credo. ¿Alquien le pedirá cuentas a Anthony Giddens por tanto destrozo? Pero como sus militantes ni dicen nada, siguen y siguen: ¿por qué el discípulo más avanzado -junto a Clinton- de la tercera vía, Felipe González, sigue dando lecciones de nada? Quizá sepa que en cuanto deje de pedalear conocerá del suelo. Una vieja guardia, capaz de invadir el esfuerzo de renovación generacional del pusilánime Zapatero. Vieja guardia que acaba de aprobar constitucionalmente la imposibilidad de hacer políticas socialdemócratas. ¿Llegarán a convencer a nadie? Sólo, una vez más, el miedo que da una derecha nacional-católica, corrupta y franquista, configuran su baza electoral. Hay demasiada gente que lleva una década votando con la nariz tapada. Van a tener hipoxia cerebral. Qué mediocridad. Izquierda Unida ha vuelto a demostrar su incapacidad de abrir las listas a nadie que no sea núcleo duro de algún burócrata. Casandra ve el desastre y lo cuenta, pero Zeus la condenó a que nadie la creyera. Parece que va a llegar el frío.
¿Y los botes?
Queda la sensación de que, entre unos y otros, queremos que un 15-M, reforzado con los parados que ya no puedan esconderse en el trabajo informal, por los desahuciados una vez más desahuciados por el desahucio de los amigos o familiares que también han perdido el piso, crecido por los tranquilos que pierdan el colchón tendido por un padre o una madre que aún aguantaban, en fin, alentado por los desesperanzados, no vean otra luz que el nihilismo de Tottenham. Entonces todos los argumentos tendrán que ser reescritos.
Se acaba la fiesta. Muchos ni siquiera bailaron. Y los pocos botes están ocupados y defendidos por banqueros, terratenientes, brokers y sus guardias de presa. ¿Se tratará de echarlos por la borda? Casi antes de cerrar la puerta, el Partido Socialista se ríe del referéndum de la OTAN y regala el territorio español a mercenarios cuya única misión será robarle a africanos y asiáticos el petróleo. Y lo peor que le ha pasado al mundo es que ha muerto el fundador de apple o que se ha casado un antiguo caldero aristocrático lleno de botox y folletines decimonónicos.
A veces uno no sabe si estamos en manos de imbéciles o de canallas.
Comentarios
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