¿Qué hacen exactamente los 55.000 soldados estadounidenses y un número desconocido de efectivos de la misión de la OTAN que permanecen en Irak, tras el anuncio de la retirada de las tropas estadounidenses en el 2011, en una operación bautizada como 'Nueva Aurora'? ¿Qué clase de trabajo realizan en las 104 hectáreas de embajada de EEUU en Bagdad, y en sus otros 9 consulados, mientras miles de terroristas avanzan hacia la capital con sus banderas negras? ¿Mientras estos terroristas matan a cientos de civiles, provocan la huida de casi un millón de personas en sólo una semanas y dejan sin agua, alimentos y servicios básicos a otros tantos, sin hacer un solo rasguño a los ocupantes occidentales? (Ver: El trapicheo de Obama en Irak). Esta es la paz y la prosperidad prometida por el trío de las Azores.
Mercenarios contratados por la OTAN, algunos bautizados como Daash, en árabe, e ISIS , en inglés, -acrónimos del Estado Islámico de Irak y al-Sham, nombre antiguo de los territorios de Siria y el Líbano-, culminan su propósito de desintegrar Irak en varios mini estados. Antes pasaron por Afganistán, Pakistán, Yemen, Chechenia, y recientemente por Libia, Mali, Siria y Ucrania, allanando el camino del dominio militar-económico de EEUU sobre dichos países. La militarización de Irak con 14 mil millones de dólares en aeronaves de combate, misiles Hellfire, y otros artilugios bélicos no ha impedido la derrota militar y política del gobierno iraquí, su pérdida de funcionalidad ni la demostración de su incapacidad, como sistema político sectario.
Fue en cumplimento de este plan cuando la Administración Bush instaló un régimen chiita en Bagdad, marginando a los sunnitas, y después organizó unas fuerzas militares igual de divididas, para que sucediera lo que ha ocurrido ahora: los oficiales y soldados chiitas de Mosul no han defendido a la población sunnita agredida por los yihadistas, a pesar de que el Pentágono cobró una ingente cantidad del bolsillo de los iraquíes para entrenar a 930.000 soldados.
Esta táctica se confirmó con la detención fortuita de dos agentes del Special Air Service (SAS) británico, el 19 de septiembre del 2005, cuando conducían un coche cargado de explosivos en Basora, disfrazados de árabes. Sin duda, la punta del iceberg de las operaciones de bandera falsa, para iraquizar la invasión ilegal de la coalición occidental, y para castigar al pueblo iraquí, que entonces se negó a ser tutelado por el gobernador de la nueva colonia, Paul Bremer.
Tres dimensiones de la crisis
La convergencia de varios factores a distintos niveles está configurando una nuevo mapa en la región:
A nivel interno: Las recientes elecciones presidenciales, que iban a consolidar el domino y los privilegios de la élite corrupta chiita, y el trato degradante hacia los sunnitas, laicos, y minorías religiosas no islámicas, además de las detenciones arbitrarias y las ejecuciones sumarias dieron pie a una inaudita alianza entre dos fuerzas: el movimiento Naqshbandi de los ex oficiales seculares baasistas, al parecer dirigido por el fiel a Saddam, Ezzat Ibrahim al-Duri, y los yihadistas sunnitas, apoyados por Arabia Saudí y EEUU, con grandes capacidades para ejecutar la guerra de guerrillas en las zonas urbanas.
A nivel regional: como si se tratase de un macabro plan coordinado, la semana pasada EEUU amenazó con volver a bombardear Irak para proteger "sus intereses nacionales",y envió el portaaviones George H.W. Bush al Golfo Pérsico. Mientras tanto, sus drones lanzaban bombas y misiles sobre el pueblo pakistaní, los talibán (los "no enemigos" de Washington, según Joe Biden) asaltaban el aeropuerto internacional de Karachi, y los yihadistas en Libia tomaban la ciudad de Benghazi.
¿Quién sabe?, quizás se está llevando a cabo el Plan Yinon, lanzado en 1980 por un analista israelí, consistente en explotar las tensiones étnico-religiosas de los árabes y musulmanes, con el fin de desintegrar sus países, y especialmente enfocado en Siria e Irak. Por otro lado, el actual acercamiento entre Irán y EEUU ha provocado recelos en Arabia Saudí e Israel, que intentan sabotearlo como sea. El realpolitik de debilitar la media luna chiita – desde Siria y Líbano, pasando por Irak e Irán- , les ha llevado a utilizar a los yihadistas sunnitas, y a golpear los intereses de Irán en Irak: la caída de Nuri Al Maliki o Bashar Al Asad pondrían fin a las negociaciones nucleares entre Teherán-Washington, además de empujar a Irán a armarse.
Que Obama firmase un contrato de venta de armas con Bagdad (en el que se incluían varios caza bombardeos) por el valor de 14 mil millones de dólares no es moco de pavo, y evidentemente preocupa a los judíos y los árabes.
A nivel internacional:
1. ¿Es posible que Washington, desde Irak, esté planeando aplicar la solución final en Siria, castigando de paso a Rusia por la crisis de Crimea? No es casualidad que los republicanos defiendan que impedir el hundimiento de Irak pasa por "resolver la guerra civil en Siria". Es obvio que en Washington hay un sector que pugna por hacerse con el control de Irak mediante la legalidad y su gobierno chií, y otro con más prisa y menos pudor que no duda en intentarlo a través de los yihadistas.
2. Obama tiene su estrategia: se hace de rogar para bombardear el país. Sabe cuanto mayor sea el incremento de violencia en Irak, más peticiones recibirá de todas partes para acometer una reocupación –esta vez legal- del país, pasando a ser recordado como el salvador de los iraquíes, y borrando de un plumazo la infame invasión de su país.
3. Un hecho curioso: En Irak, las grandes petroleras estadounidenses han dejado de explotar el petróleo, para pasar a sacar más beneficios con otras ocupaciones menos arriesgadas; se han convertido en empresas de prestar servicios (maquinarias, conocimientos) a otras corporaciones, como las chinas. Algo parecido a lo que ocurrió en tiempos de la fiebre del oro de California, cuyos principales beneficiarios fueron los vendedores de excavadoras y palas a los mineros, y no quienes buscaban el dorado metal.
4. Es otra oportunidad para que el Departamento de Defensa consiga miles de millones de dólares para el Fondo contra el Terrorismo -que oportunamente también han surgido en Nigeria, Libia, Afganistán, o Mali-. Cuanto mayor sea el caos en países con gobiernos debilitados, más necesidad de fondos habrá para salvar a la humanidad del terror islamista. En Afganistán, después de casi 13 años de ocupación, EEUU se prepara para cohabitar con los talibán (los mismos implicados en el 11-S), instalándose en nada menos que 9 bases militares implantadas en las fronteras de China, Irán, Pakistán, e India, para, supuestamente, luchar contra ellos.
¿ Es Bin Laden este 'jeque invisible'?
Nadie sabe quién es exactamente. El temible jeque Abu Bakr al-Baghdadi, supuesto dirigente de los yihadistas salafistas del ISSI, cubre su rostro con una máscara para ocultar su identidad. Desde su escondite está coordinando los combates en Irak con grandes grupos paramilitares, organizados por las autoridades del país -como el Hizbolá iraquí- que operan bajo el nombre de la Brigada de Oro, vinculada directamente a la oficina del primer ministro.
Bajo su mando, los escuadrones de la muerte de ISSI han ejecutado a cientos de civiles – funcionarios, vendedores de bebidas alcohólicas, intelectuales, docentes, jueces, soldados, miembros de minorías religiosas y muchos otros, sembrando el de terror en una población que ya no sabe hacia dónde huir. ¿Estará este individuo en la lista de personas por "asesinar selectivamente" del presidente Obama o del Mossad?
Seguramente no, ya que ISSI está cooperando con el Gobierno Regional del Kurdistán de Irak, cuyas poderosas milicias peshmergas (término persa que significa 'quien sacrifica su vida por otros'), han sido entrenadas por los israelíes, y tienen fuertes vínculos de todo tipo con Tel Aviv. El proyecto de creación de un Gran Kurdistán con los pedazos arrancados de los países rivales de Israel está más vigente que nunca. De momento, los kurdos se han hecho con el control de la ciudad petrolífera de Kirkuk, que no es kurda del todo, ya que en ella habitan también los árabes, turcomanos, izadies, sunnitas, chiitas y cristianos. La amenaza de una limpieza étnica pesa sobre la ciudad.
Grave peligro para Irán
El gobierno de Teherán ha declarado su intención de no intervenir militarmente en Irak para frenar a los de ISSI, pero no podría mantenerse al margen (por la presión de los militares radicales) en caso de que éste grupo asalte y destruya los templos chiitas en Samarra, Kirbala y otras ciudades.
El proyecto bushiano del Nuevo Oriente Próximo avanza, y pone fin al Irak constituido como entidad unificada, nacida tras la Primera Guerra Mundial. Las consecuencias son absolutamente imprevisibles, pero hay una garantía: habrá mucho dolor.
Comentarios
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