Rosas y espinas

La honradez va en yate

Uno que es jodópata, verdadópata, amorópata, libertópata, politoxicópata y otras fascinopatías, se pone a hacer la declaración de la renta y se da cuenta de que lo único que desgrava de todas las patologías, ahora que nos han quitado la sanidad pública, es la ludopatía. No se engañen, mis malhadados y estúpidos lectores. No estoy de broma. La ludopatía desgrava. Por primera vez en la historia de este azaroso país, en nuestra declaración de la renta de este año podremos desgravar el dinero que hayamos perdido en los casinos. Tengo que insistir en que no estoy vacilando al ignaro lector. Mientras la hipoteca ya no puede desgravar más de un 15%, cuando el año pasado era un 25, este año nos alegran la declaración permitiéndonos desgravar el dinero perdido en los casinos. Solo el dinero perdido en los casinos. Dentro de poco va a haber dos casillas donde aportar nuestras querencias: la de la iglesia y la de los casinos.  Qué contento que me voy a poner yo, y qué ufano estará el amable Sheldon Aldeston, ese simpático y espeluznate gordito americano que muy pronto va a montar en Madrid las Eurovegas.

A pesar de mi enorme algarabía por esta medida, pues aunque los ludópatas ya no son atendidos por la sanidad pública, sí gozan de esta compensación humanitaria y muy cristiana de desgravar, a pesar de este enorme contento que me exalta, no entiendo yo por qué, también tratándose de juegos, no desgravan las tragaperras del bar, el mus, las participaciones preferentes o la citada hipoteca, que son un juego de azar igualito que el casino, en donde siempre gana la banca.

Imaginemos el caso no tan improbable de un honrado hombre de negocios que necesita blanquear un dinero negro para su partido político y no tiene a mano el yate de Marcial Dorado Baúlde, profesional experto en la materia, para que le aconseje en la operación.

-Jo, Marci, que necesito ese dinero para el partido.

-Tito... -responde Marci tras su gorra de visera, su pecho descubierto, el timón del yate y un pasado-. Tranqui, Tito. ¿Qué tienes para venderme?

-Yo solo tengo una casa de 200.000 pavos, joer, carallo, Marci, no me jodas.

-No te jodo, Tito -responde Marci con el dorado sol a su espalda derritiendo las inocentes gafas oscuras de Tito-. Yo te doy dos kilitos por tu casa de 200.000 pavos...

-Me vas dar dos millones por el piso... ¿Por esa mierda de pisito...? ¡Ya!

-Ja, ja, ja, ¡qué parviño foches sempre! Tú, de lo que yo te dé, te juegas 800.000 pavos en el casino. Los pierdes. Y los desgravas. Nadie te va a investigar de dónde han venido. Es un casino, parvo. Y con eso y con lo que te sobra de lo otro, ya tienes tu préstamo, hijo, que a veces pareces más tonto que un presidente autonómico... Y déjame que te dé cremiña, que tes o lombo queimado.

-Ay, no sé.

-Tú haz lo que yo te diga. Que el casino es mío.

Esta imposible escena entre los más que ficticios Marci y Tito, podría darse ahora con esto de desgravar las pérdidas en los casinos de Adelston. Y en los otros. Pues bien sabido es que las cuentas de los casinos son como las enredaderas de los números de las empresas que se diluyen en filiales de paraísos fiscales y barcenismos. Una cosiña muy difícil de mirar.

Los jugadores honrados están un tanto disgustados con Cristóbal Montoro o con quien fuere por esto de desgravar por las pérdidas en los casinos, cuando sí están jodiendo a los que ganan a la lotería, que ahora tienen que declararlo y cotizar. Es el caso del honorable Carlos Fabra, ex presidente popular de la Diputación de Castellón que ganó siete loterías seguidas, el hombre. Y ahora, si le sigue la suerte en la lotería, sí tendrá que cotizar. Se dice que los narcotraficantes de antaño, cuando gobernaban los rojos, compraban a los afortunados billetes de lotería premiados para blanquear dineros sucios. Y que esa práctica la aprendieron gentes de los partidos políticos, que son honradas pero no tontas. El caso Naseiro, de financiación ilegal del PP, se destapó por una conversación entre presuntos narcotraficantes cercanitos, que no tocantes, al PP. Era la clásica conversación delictiva locutada en el delito no adecuado, y en eso los jueces son muy suyos y muy justos, y archivaron el temita, desestimaron la conversación grabada entre traficantes, la tiraron a la basura, la quemaron y le escupieron encima. Como debe ser. Y por eso no salió adelante el asqueroso bulo de la financiación ilegal del PP. Se trataba de otro delito. Ay. Las conversaciones grabadas por la policía no valieron. Oh.

Pero no seré yo, ni será usted, manipulable lector, quien dé pábulo a esos bulos jurídico-policiales, por muy bien documentados que estén, pues durante años vienen susurrando los largones que algunos partidos políticos muy decentes nutrieron sus arcas desde el narcotráfico. ¡Son cosas de rojos, de tontos y de meigas!

Los que tenemos yate, como sabe todo el mundo, somos gente honrada. ¿Que de dónde me viene a mí el yate, si yo no tenía ni un duro? ¿Pues de dónde me va a venir? ¡De la mar! ¿De dónde cojones va a venir un yate? Nosotros no somos como esos piernas a los que les rebajan la deducción fiscal por pago de hipoteca. Que paguen más. Esos solo son unos okupas de pago. Le envío a usted un cordial fabrazo estilo Andrea. O sea, un que se jodan. Y disculpe las prisas. Es que tengo un amiguiño muy principal esperando en la playa. No. Se equivoca usted. Yo nunca tuve ningún amigo que se llamara Alberto.

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