España es un Estado proxeneta

Hace solo unas semanas, Lorena Ro, superviviente de la prostitución y miembro de Supervivientes en acción, me concedió una entrevista que difícilmente podré olvidar. Ni yo ni quienes la escucharon. Nos contaba su día a día en un piso prostíbulo. Un solo año fue víctima del sistema prostitucional, donde los "días buenos" era explotada por diez o doce hombres en apenas 8 horas. "Días buenos" porque, más allá de cómo estaba afectando a su salud, la acercaban a completar el dinero de la hipoteca que le debía al banco. "Mi proxeneta fue el banco", dijo. Una mujer de 30 años que siempre había sido autosuficiente y había trabajado desde muy joven, se ve de pronto ante un futuro inmediato aterrador: quedarse en paro significaba no llegar a pagar la hipoteca, por lo que su madre y sus animales acabarían en la calle. En esos momentos, la violencia institucional comenzó a ser para su autoestima la puntilla. La mareaban y de un sitio la mandaban a otro, le decían "es que no tienes hijos" como toda excusa para no darle un duro e impedir así desde el Estado que se quedaran en la calle.

Y aún así, como Lorena sabe el idioma y tiene los papeles en regla, se siente una impostora al decirse víctima de la prostitución. ¿Por qué? Porque ha visto el horror también en otras. Mujeres que no saben español, que no son ciudadanas de pleno derecho, a ella la ignoraban en las instituciones, había otras que no podían ni entrar en ellas. Ella, al año, como había seguido buscando trabajo, encontró uno. Las demás mujeres le atormentan la memoria, ¿qué habrá sido de ellas?

Lorena Ro pertenece a Supervivientes en Acción, una asociación formada por mujeres supervivientes del sistema prostitucional, que hace tan solo unos meses se manifestaba frente al Ministerio de Sanidad (del de Igualdad ya no esperaban nada), para reclamar la abolición de la prostitución. Aquí tienen el manifiesto que entregaron en dicho ministerio. Las mujeres prostituidas enferman. Siempre. No necesitan estar expuestas a la violencia demasiado tiempo. Lorena estuvo en el sistema un año y ya hace catorce que salió de él. No solo lleva aún el dolor, la culpa y las imágenes que la aterrorizarán siempre, sino que carga con los estragos de haberse drogado demasiado para adormecer todo el daño acumulado por un año de 10 violaciones en 8 horas y vuelta empezar al día siguiente. Drogas que no había tomado nunca, pero que fueron la única vía que encontró para amortiguar el daño causado.

El PSOE, de cara a la galería, siempre habla de lo muy abolicionista que es, y expresa en voz bien alta que "la prostitución es incompatible con los derechos humanos" (esto lo dijo la misma exdiputada socialista Laura Berja que registró una proposición de ley sobre la prostitución). Una proposición que nunca vio la luz, como ya todas sabemos. Pero a quién le sorprende lo que dice o hace el PSOE a estas alturas de la película. Ni a estas ni a otras alturas: yo era aún pequeña y en las manis a las que me llevaban mis padres podían leerse carteles que decían "PSOE traidor". Es algo con lo que hemos crecido, el PSOE haciendo lo que dijo que no haría. 

Dudo que nadie se sorprenda tampoco a estas alturas al saber que la coalición PSOE y Sumar también ha hecho como si la prostitución no existiese. Sumar aún más. Tanto más que integrantes de la formación, como Errejón (que de alguna manera se las arregla para estar siempre en el lado más antifeminista posible de cada tema) han expresado públicamente su activa negativa a abolir la prostitución. No ya ignorar el asunto, sino posicionarse en contra de su fin. Su partido Más País, de hecho, aboga incluso por la legalización del alquiler de vientres. El desastre, por lo tanto, se explica solo. Sumar es un partido que no está en contra de la explotación sexual ni reproductiva de las mujeres. El género tampoco es su fuerte: no está en contra de las leyes que lo blindan, y por no interesarle no les interesa ni moverse por temas tan infames como la pornografía, cuyos consumidores son, desde hace rato, niños de pocos años.

Ni Unidas Podemos se atrevió a cruzar ciertas líneas. Consideraron ya bastante jodido borrar la categoría sexo y dejar que la libertad individual pesase más que la colectiva, como para embarcarse en más historias que pusieran aún más feministas en su contra. O eso quiero yo pensar que hicieron. Pero ahora, con Sumar, todas esas líneas rojas se están cruzando. Ya es público, ya se sabe y es oficial que la abolición de la prostitución y la prohibición del alquiler de los vientres de las mujeres más pobres ha quedado fuera del pacto PSOE-SUMAR. No les interesa. No se van a pelear entre ellos por esto, quizás por otras cosas sí, pero por las mujeres más vulnerables, que no salen en la tele y encima no quitan votos cuando hablan... Pedro Sánchez puede tragarse una legislatura más las peticiones del feminismo de dentro y fuera de su partido. El PSOE en otra cosa, no, pero en tragarse sus principios tiene ya décadas de experiencia. Es lo que pasa cuando tus principios solo son palabras sobre un papel que cambia de manos.

Los medios de comunicación, como siempre, están a años luz de cubrir los problemas de las más vulnerables de forma profesional y responsable. De hecho, usan el lenguaje perverso de quienes explotan a las mujeres de una u otra forma: usan "gestación subrogada" en  vez de vientres de alquiler. Usan "trabajo sexual" en vez de "explotación sexual", invitan a sus columnas a gente que habla de "mujeres empoderadas" y no "mujeres prostituidas". Maquillan y blanquean dos formas de explotación que no dejan de crecer: la explotación reproductiva y la explotación sexual. Juegan a no bajar mucho al barro, evitan entrevistar a las mujeres ajadas, adictas, rotas y con la mirada perdida que cobran 20 euros por todo lo que quieran hacerles en el polígono Marconi. Prefieren quedar en una cafetería de Malasaña con una prostituta de lujo, que les dice que la vida es maravillosa y su sueldo es mínimo de 3000 euros. Prefieren la historia de mujeres que van bien vestidas y pueden pagarse el muffin de 3 euros mientras charlan con ellos a la mujer sin dientes que no sabe explicar exactamente cuándo se le jodió tantísimo la vida.

Así entró Lorena en el sistema prostitucional, "por esa idea romantizada", confesó. Claro, entró como la empresaria que iba a sacar rendimiento de su cuerpo. Entró con una mentira que no imaginó ella, sino que imaginaron para ella, para todas. Salió con la realidad por delante, en el cuerpo y en la mente. Por suerte, Lorena, salió. Y, como otras tantas que también han conseguido salir -y, más importante, sobrevivir- seguirá denunciando al sistema y al Estado. El sistema prostitucional no se mantendría si España no fuera un Estado proxeneta.