Ninguna oportunidad

Manifestantes durante una concentración convocada por los sindicatos de los funcionarios de prisiones por la muerte de una cocinera de la cárcel de Mas d'Enric, en Tarragona. EFE/Quique García
Manifestantes durante una concentración convocada por los sindicatos de los funcionarios de prisiones por la muerte de una cocinera de la cárcel de Mas d'Enric, en Tarragona. EFE/Quique García

El trabajo más jugoso y mejor pagado para la población presa está en la cocina. En la prisión Mas d’Enric, ese puesto lo ocupaba un hombre condenado a 11 años por degollar a una mujer prostituida (sale increíblemente barato degollar a según quien). En la cocina, obviamente, no solo hay presos, también hay personas que trabajan para dar los servicios necesarios para el mantenimiento y funcionamiento de la prisión.

La cocinera de Mas D’Enric se llamaba Nuria, era cocinera y era madre de una niña. Nuria, según algunos de sus propios colegas, ya se había quejado del comportamiento de su "compañero" en la cocina. ¿Por qué Nuria y un hombre que ha cometido un crimen machista eran compañeros? ¿Quién tomó la decisión de meter a un putero y asesino junto a una mujer en un espacio lleno de cuchillos? ¿Por qué el doble asesino fue retirado hace poco del trabajo jugoso por golpear a otro preso y, contra todo pronóstico, volvió a ocupar el mismo puesto de nuevo, para sorpresa del personal? Y sobre todo, ¿por qué aún no se han depurado responsabilidades?

Todas sabemos que cuando algo así ocurre, queda al descubierto solo la punta del iceberg. Si nadie da la voz de alarma o eleva una queja cuando a un putero y asesino se le da acceso a mujeres y armas, es que el sistema está podrido. Pero si encima los propios trabajadores dicen que ya venían avisando de que algo así podría suceder, el sistema no solo está podrido, es que es perverso. Y repito lo de putero porque un hombre que paga por explotar sexualmente a mujeres jamás debería ser considerado un "hombre de confianza", mucho menos en una prisión donde hay mujeres trabajando. Este asesinato se podría haber evitado, lo sabe el personal de las prisiones y lo sabe la sociedad, pero ha pasado casi una semana y parece que nadie es responsable de que la hija de Nuria sea huérfana.

Es vital cuestionar el cómo y el quiénes deciden el destino de presos por crímenes machistas, porque lo cierto es que es evidente que nadie está mirando por las mujeres, y es por ellas por quienes hay que mirar, en esos casos muy especialmente. Ni aquí ni en ningún organismo público o privado -no es ninguna novedad- se aplican miradas formadas en igualdad. Más aún cuando el feminismo ha sido sustituido por otra cosa cuando no había hecho nada más que nacer en las instituciones; el feminismo ha sido sustituido por un discurso misógino que dice que la asesinada era "trabajadora sexual", y el asesino un "cliente". Con estos mimbres, con este blanqueamiento de los hombres que se aprovechan de las mujeres más vulnerables de la sociedad, con esta misoginia rampante y este desparpajo propio de profundos ignorantes, nos encontramos con que un putero asesino es un "hombre de confianza".

Nuria no tenía ninguna oportunidad. La desconexión entre la realidad de la violencia machista y las políticas implementadas dentro de los sistemas penitenciarios no le dejaron ninguna posibilidad.

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Nuria no será contabilizada como víctima de violencia machista en las estadísticas de este gobierno. La mujer prostituida que fue degollada por el mismo asesino y putero tampoco contó para el Gobierno como víctima de la violencia machista en el 2016. Esta mujer, como cualquier otra dentro del sistema prostitucional, no tiene nombre conocido. Ni ahora ni cuando fue asesinada se recogió la más mínima información sobre ella.