Qurat-ul-anne Sikander Akhter (@quratsikander) / Fundación porCausa
- El Espacio Schengen, que comprende a 27 países europeos, es un área sin control de fronteras interiores y con una política común de visados. Pero, ¿qué supone en términos de movilidad humana?
Hay miedo en las fronteras exteriores europeas, pero no sólo el de las personas migrantes abocadas a rutas mortíferas por la inexistencia de vías legales, o aquellas instrumentalizadas como peones del tablero estratégico. El miedo está en el interior de la UE y de Schengen, el miedo a sucumbir a la presión política que utilizan algunos estados terceros a sabiendas de su creciente poder a las puertas de Europa. Pasó en mayo de 2021 en Ceuta, y actualmente en las fronteras orientales con Bielorrusia.
El Espacio Schengen, en funcionamiento desde 1995, es junto al euro uno de los mayores logros de la integración europea. Para sus 27 miembros es un área sin control de fronteras interiores en la que circulan personas, servicios y bienes a cambio de aplicar unas normas comunes para el control de fronteras exteriores. Schengen tiene su propia política común de visados y coopera estrechamente en materia policial y judicial.
Pero Schengen no es sinónimo de Unión Europea. Tan solo 22 de sus miembros son parte de la UE. Bulgaria, Croacia, Chipre y Rumanía aún no forman parte del Acuerdo aunque están obligados a hacerlo en el futuro, mientras Irlanda y Reino Unido (antes del Brexit) negociaron en su día cláusulas de exención. Este área también incluye a Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein. ¿Por qué Schengen debe importarnos?
Schengen como refuerzo de la Frontera Sur
España es miembro de Schengen y frontera exterior meridional de la UE con algunas peculiaridades en el caso de Ceuta y Melilla y en su relación con Gibraltar. Este último tiene un estatuto controvertido, aún más desde la retirada del Reino Unido de la Unión Europea el 31 de diciembre de 2020. El Brexit suponía la exclusión del peñón de la libre circulación de personas y mercancías aunque España y Reino Unido buscan un nuevo acuerdo político que permita incluir a Gibraltar en Schengen. Esta medida haría desaparecer la Verja a cambio de poner la frontera exterior en el puerto y el aeropuerto. Las negociaciones siguen sin acuerdo.
Ceuta y Melilla no forman parte del Espacio Schengen, y se hallan en un limbo político. Tras los sucesos de Ceuta de 2021, el Gobierno español está replanteando esta excepcionalidad.
Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla son enclaves españoles en el continente africano pero no forman parte del Espacio Schengen. Marruecos nunca reconoció la soberanía española. En las condiciones de adhesión de España, ésta acordó seguir aplicando a las mercancías y viajeros procedentes de Melilla y Ceuta los controles existentes previos a su introducción en el territorio aduanero de la UE. La complicada vecindad entre España y Marruecos, no sólo por la soberanía de los enclaves españoles sino por el Sahara Occidental o los recursos pesqueros, por ejemplo, relegan a Ceuta y Melilla a un limbo político que no se refleja en la intensa vecindad e intercambio comercial atípico con sus gemelas marroquíes (Nador y Castillejos), simbolizado en las porteadoras. Tras los sucesos de mayo de 2021, cuando Marruecos abrió la frontera con Ceuta, el Gobierno español está replanteando esta excepcionalidad. Con esto, se pretende acercar más a Ceuta y Melilla a la Unión Europea y convertirlas en frontera exterior europea con todas las consecuencias, incluido el pleno apoyo de las agencias del Área de Interior y Justicia de la UE.
Tensión en las fronteras orientales
Emmanuel Macron ya ha manifestado su intención, como presidencia rotatoria del Consejo, de reforzar la gobernanza política del Espacio Schengen. Ya venía anunciada en el Nuevo Pacto de Migración y Asilo de 2020, cuando la Comisión propuso cambiar el código de fronteras Schengen para convertir los controles fronterizos internos en el "último recurso" ante crisis sanitarias o de orden público. Macron, también en campaña presidencial, tiene el refuerzo fronterizo como prioridad, no sólo como país de destino, sino como país de tránsito migratorio al Reino Unido y por los movimientos no autorizados o secundarios que transitan su territorio.
Macron tiene el refuerzo fronterizo como prioridad, pero ha sido la crisis de acogida en Lituania, Letonia y Polonia la que ha impulsado el refuerzo de Schengen.
Pero ha sido la crisis de acogida en Lituania, Letonia y Polonia la que ha impulsado el refuerzo de Schengen. La crisis humanitaria en las fronteras, agravada los últimos meses por la postura polaca de rechazos y opacidad en la gestión del control con la frontera bielorrusa, ha convertido el bosque de Białowieża en un teatro estratégico del área post-soviética, en el que se ha instrumentalizado y hostigado a personas migrantes y se ha cercenado el derecho al asilo, entre otros derechos fundamentales.
La propuesta de reforma pretende un espacio más coordinado y resiliente con respuesta unificada a desafíos comunes. Entre esas medidas, se propone procedimientos más estructurados, fomento del recurso a medidas alternativas en momentos de presión, mayor coordinación policial para evitar los movimientos secundarios (no autorizados) dentro de Schengen o, como en el caso de Bielorrusia, herramientas para afrontar situaciones de instrumentalización de la migración con fines políticos.
En 2020, Grecia suspendió unilateralmente el acceso al asilo y la UE en lugar de condenarlo le brindó su apoyo y lo calificó de Escudo de Europa.
La necesidad de las medidas provisionales de emergencia propuestas por la Comisión en diciembre de 2021 es más que cuestionable. La falta de avances en el procedimiento legislativo no justifica medidas excepcionales en cada crisis de acogida, sea producida o no por un ataque híbrido de un tercer estado. Ya ocurrió en 2020, cuando Turquía abrió sus fronteras con Grecia. Entonces Grecia suspendió unilateralmente el acceso al asilo, y la UE en lugar de condenarlo le brindó su apoyo y lo calificó de Escudo de Europa.
Además, esas medidas son desproporcionadas, especialmente en lo que se refiere a la extensión excesiva de los plazos de procesamiento, que se traduce en la práctica en una mayor vulnerabilidad de las personas bloqueadas en las fronteras exteriores. El cuello de botella que surgirá de la reducción de pasos fronterizos y de la extensión del procedimiento de recepción del asilo hasta cuatro semanas (más del triple de los actuales tres a 10 días) abocará a la desesperación, la muerte y el desamparo a familias sin recursos ni redes a las que acudir.
Comentarios
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