La masacre de Melilla: el resultado de 25 años de externalización del control migratorio

Cristina Fuentes

Alrededor de medio centenar de personas han recordado este domingo, con una concentración y varios minutos de silencio a las víctimas de la tragedia del 24-J.- EFE/ Paqui Sánchez
Alrededor de medio centenar de personas han recordado con una concentración y varios minutos de silencio a las víctimas de la tragedia del 24-J en Melilla.- EFE/ Paqui Sánchez

Resulta inevitable pensar en control migratorio y que no nos vengan a la mente las imágenes sobre los hechos acontecidos el 24 de junio de 2022. La AMDH de Nador consiguió grabar unas imágenes que mostraban la crueldad fronteriza y evidenciaban el hecho de que algo había salido mal. En ese momento no se sabía el qué, si la gendarmería marroquí había sido negligente, ni la implicación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado español, ni qué responsabilidad tenía la UE, Marruecos o España en las muertes de las personas migrantes en el paso fronterizo de Barrio Chino. 

La novedad, o más bien la no-novedad, es que dos años después poco se ha avanzado en esta materia. Solo organizaciones y medios de comunicación han hecho una loable labor por avanzar en dilucidar hechos y responsabilidades, como las investigaciones de BBC, Lighthouse Report -con la participación de Fundación porCausa-, la más reciente de Border Forensic -en colaboración con Iridia y AMDH- o los últimos detalles sobre la toma de decisiones ese día del gobierno español publicados por el periodista José Bautista en este medio. Sin embargo, la impunidad sigue siendo el concepto más acertado a la hora de analizar la masacre de Melilla; pero ¿a qué responde esta impunidad?

En 1998 el por entonces presidente del Gobierno José María Aznar pronunció la frase "teníamos un problema y lo hemos solucionado" tras las deportaciones desde Melilla de 103 personas migrantes después de maniatar, vendar los ojos y drogar con un sedante llamado el haloperidol; y pagar, posiblemente, con fondos reservados cinco vuelos militares con destino Mali, Camerún, Senegal y Guinea Bissau. Ahora bien, tras la masacre de Melilla el 24 de junio de 2022, el actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez dijo "ha sido un asalto violento, bien organizado, bien perpetrado y en este caso, yo creo que bien resuelto". Si analizamos ambas oraciones con casi 25 años de distancia, la diferencia es mínima. Lo que ha cambiado es la estrategia de externalización de España.

Tras el incidente del haloperidol esta estrategia se centró en tres puntos: a) lugar, es decir, evitar las entradas por la frontera terrestre de Ceuta y Melilla reforzando la geopolítica con Marruecos; b) modo, o sea, crear mecanismos legales de repatriación a través de acuerdos bilaterales con países de origen de las personas migrantes y c) responsabilidad, o lo que es lo mismo, España adopta el rol de agente pasivo del control migratorio. Si la cosa se complica, quien se mancha las manos es Marruecos, ya que a España no puede volver a salpicarle un escándalo como el del haloperidol.


Ahora pensemos qué ocurrió el 24 de junio de 2022 desde esos tres puntos. El lugar donde sucedió no es reconocido jurídicamente con territorio español, el modo es que existían acuerdos bilaterales para repatriar a las personas migrantes -devoluciones en caliente-; y la responsabilidad fue de la gendarmería marroquí que fueron quienes se mancharon las manos. Dicho de otra forma, el 24 de junio de 2022 ejemplifica no solo el caos sino también, la estrategia Marca España® de la externalización del control migratorio desarrollada y perfeccionada en las últimas décadas. 

Si bien la gestión del hecho y de la ausencia -casi total- de responsabilidades responde a una estrategia, es especialmente cuestionable la escasa movilización social ante la masacre. Tras la tragedia del Tarajal en 2014 la población se movilizó y cada 6 de febrero se organiza una marcha conmemorativa. Por ello, cabe preguntarnos porqué cómo sociedad estos crímenes nos importan cada vez menos. ¿Será qué habremos normalizado la violencia en nuestras fronteras?