No, no hay crisis migratoria

No, no hay crisis migratoria
Varios migrantes son atendidos por los Servicios de Emergencias en Gran Canaria.

La población de España no deja de crecer desde 2021. Sin embargo, sigue muriendo más gente de la que nace. Según los datos del Ministerio de Sanidad, en 2023 el saldo de nacimientos/defunciones fue negativo en más de 100.000 personas. Es decir, que nuestra población crece gracias a la inmigración.

Llevamos todo el año con imágenes de cayucos llegando a las costas de Canarias. Los titulares hablan de cientos de personas africanas desembarcando en nuestro territorio y poniendo en jaque nuestro sistema de gestión migratoria y de bienestar social. Se habla de crisis migratoria. Pero esta imagen no representa, en absoluto, la realidad migratoria de nuestro paísLa inmigración en España de estos últimos años supera las 700.000 personas anuales. La migración irregular que entra por mar o por las vallas de Ceuta y Melilla nunca ha superado las 60.000 personas, que son las que entraron en 2018, es decir que representa menos del 10% del total.

Y otra cosa importante es que España es una de las puertas de entrada en Europa desde África, pero no es en absoluto uno de los destinos finales prioritarios. De hecho, la gran mayoría de las personas que llegan a nuestro país a quedarse son colombianas y venezolanas. Las personas de Marruecos son el tercer grupo, seguidas de ciudadanas de Perú, Italia, Argentina, Honduras, Ecuador o Rumania, según datos del INE de 2023. Las personas subsaharianas que vemos en las noticias están lejos de ser una población representativa en nuestro balance migratorio.

Entonces, ¿por qué tanto revuelo, tanta crisis, tanta cobertura, tanto debate? Básicamente por dos razones.

La primera es que es un tema que resulta una bomba de humo muy potente. La ultraderecha lleva ya años capitalizándolo, manipulando el debate público, medrando a costa de un discurso que usa el racismo, la xenofobia y la islamofobia para generar sensación de premura y hacer llamadas a la acción a una población que no tiene comunidad y carece de amor. Entre las responsables del éxito de la ultraderecha están todas las partes bienpensantes y llenas de buena voluntad que magnifican y extienden los bulos y los discursos de odio en un intento torpe de pararlos.

La segunda razón, que es mucho más dolorosa, es que hay un interés económico muy fuerte que necesita justificar la deshumanización del sistema. Hay una industria que se desarrolla en el control migratorio de los flujos que provienen de África, que cada vez gana más dinero y es responsable, impunemente, de la muerte de un número creciente de seres humanos. El binomio dinero-muerte es indisociable y viene avalado por gobiernos mediocres y deshumanizados que buscan resultados cortoplacistas y justifican las muertes de personas como un mal menor.

No hay crisis porque todo esto no es nuevo. Llevamos años con flujos migratorios poco relevantes desde África y muy relevantes desde América Latina. Por desgracia, llevamos años también aceptando la muerte de personas como un sistema de control migratorio, y potenciando una industria deshumanizada que no solo no está resolviendo nada sino que está creando un problema.

Hay otras opciones, claro que sí. Pero hay demasiados intereses en este caos maldito como para iniciar un proceso de cambio.