En 2012, antes del auge de la desinformación, un grupo de periodistas deciden crear unos premios europeos independientes para festejar la excelencia periodística. Lo que hace 13 años comenzó como una fiesta informal con pocas pretensiones en las que se celebraban los mejores contenidos periodísticos de Europa se ha convertido a día hoy en el "gran premio" del periodismo europeo.
La semana pasada se entregaron los premios de 2024 del European Press Prize, en una ceremonia que cada vez tiene lugar en una ciudad diferente. La celebración hace ya unos años que se componen de varias actividades la mayoría de ellas dedicadas a crear espacios de encuentro y de intercambio, en los que participan todos los periodistas cuyo trabajos han llegado a la final, 5 por categoría para 6 categorías y los miembros del premio que incluyen al patronato, y a todos los jueces, de la fase preparatoria y de la final.
Durante dos días el premio permite abrazos, cuidados, reconocimiento, dulzura y complicidad entre un grupo de profesionales que suelen llegar exhaustos al encuentro. Porque practicar el periodismo independiente de calidad en estos días es cuanto menos agotador. La mayoría de los trabajos seleccionados este año estaban firmados por freelancers y medios pequeños, que a veces competían solos pero en muchos casos se habían unido en consorcios improbables que cubrían varios países europeos. En un entorno hostil la parte más valiente y precaria del gremio agudiza su ingenio y, lejos de dejarse vencer, se asocia para seguir luchando por sacar a la luz informaciones que deberían abrir grandes medios, o cerrarlos.
Cada año se premia la mejor investigación, el mejor reportaje en profundidad, el producto periodístico más innovador, el mejor artículo de opinión. Además hay un premio especial del jurado y desde hace dos años un premio al mejor reportaje de migraciones. Este año las cinco historias finalistas de esta última categoría son estupendas. La ganadora es sobre la externalización de fronteras europeas en Senegal. Es una historia larga y muy completa que publicó el año pasado el periodista rumano afincado en Dakar, Andrei Popoviciu. Andrei ha formado parte del equipo que ha sacado recientemente la investigación sobre los abandonos en el desierto liderada por Lighthouse Reports. Pero para hacer este reportaje Popoviciu estuvo solo, tirando de recursos propios. Este premio no solo reconoce la excelencia de su trabajo si no que le permite, gracias a su dotación económica, seguir trabajando e investigando en la región.
De entre los otros cuatro trabajos, que son todos de obligada lectura, a mi me fascina el realizado por Ioana Călinescu y Petruț Călinescu, que se titula "Orgullo y hormigón". Este preciosísimo reportaje narra una historia de décadas sobre las esperanzas, ambiciones y sufrimientos de toda una comunidad de migrantes rumanos que utilizan el dinero ganado con mucho esfuerzo en Europa Occidental para construir casas de lujo en sus pueblos de origen. A través de estas casas, que quizás nunca consigan acabar o utilizar, estas personas pretenden representar el "sueño europeo", del que no se habla tanto como del americano pero que en países como Rumanía está muy presente entre las comunidades migrantes. Y el premio especial del jurado de este año también tiene una historia preciosa. Es una investigación que se dedicó a identificar fosas comunes y tumbas sin identificar de migrantes que murieron en su intento de llegar a Europa. Es una llamada de atención sobre la crisis de las fosas comunes que proliferan en las fronteras europeas, fuera de la guerra, a una escala sin precedentes. El equipo de investigación sobre fosas comunes está formado por ocho periodistas freelancers que trabajan en las fronteras meridionales y orientales de Europa. "The Border Graves Investigation", que así se llama, se publicó en más de 40 artículos en 22 medios de comunicación de 9 países y 8 idiomas.
Los miembros del jurado preparatorio, veintiún profesionales periodísticas, nos leímos este año un centenar de trabajos cada una, yo me leí más de 200. Tras varios meses leyendo y eligiendo, consensuamos estos cinco trabajos por categoría que el jurado final dirimió. Es un trabajo enorme que hacemos probono porque creemos que el periodismo es una herramienta indispensable para asegurar el bienestar democrático de nuestras sociedades. Y yo en mi caso disfruto enormemente recorriendo historias que me recuerdan que son más las cosas que nos unen que las que nos separan, en lo malo y en lo bueno. Un día después de las elecciones europeas no puedo dejar de pensar que puede que la ultraderecha se esté aparentemente abriendo paso en la UE, pero a su lado, hay un periodismo único y valiente que está surgiendo con una fuerza increíble dispuesto a contar las historias que deben ser escuchadas. Esto último es con lo que yo me quedo. Se puede. Se debe. Lo conseguiremos.
Comentarios
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