Cuando lo que deseas es el Brexit

Matilde Aizpurua Oliden y Piero Piffardi Uribe

Cuando lo que deseas es el Brexit
Boris Johnson da un discurso en el centro de Londres, mientras se encuentra en la campaña electoral general. Foto: James Manning/PA Wire/dpa

El pasado 4 de julio, el pueblo británico se manifestó en las urnas en contra del gobierno conservador de Rishi Sunak. En las elecciones parlamentarias celebradas ese día, los laboristas duplicaron sus escaños. Tras 14 años de gobierno conservador, Keir Starmer consiguió una mayoría histórica. Esta elección abrió un espacio de esperanza para la posibilidad de transformar las desastrosas medidas que en temas de migración han impulsado en los últimos quince años los gobiernos conservadores, a través de su principal puesta en escena, el Brexit.

Apenas un mes después Starmer vivió su primera crisis con los violentos disturbios antimigración desencadenados por una oleada de desinformación tras el apuñalamiento a varios menores en Southport. La ultraderecha difundió falsas afirmaciones de que el presunto agresor era inmigrante, movilizando protestas violentas en varios pueblos y ciudades del Reino Unido. El recién electo Primer Ministro, a la vez que intentaba poner fin a los disturbios, se vio envuelto en una confrontación discursiva. Elon Musk, propietario de la plataforma X, una de las redes sociales donde se organizaron las multitudes ultraderechistas, publicaba en su cuenta comentarios criticando al laborista y cuestionando la gestión del gobierno. Por su parte, Starmer hablaba de la importancia de atender los delitos de odio que se dan también en las redes. Una semana después, miles de personas salieron a la calle en demostración de solidaridad y en contra de los disturbios. Lo sucedido durante el mes de agosto ha abierto una conversación nacional sobre cómo abordar los brotes de violencia antimigratoria y ha dejado en evidencia que la migración es una cuestión política clave en la agenda comunicacional y electoral en diferentes latitudes.

La migración fue un punto que contribuyó en gran medida al éxito del Brexit en 2016. La votación del Brexit fue impulsada por los sectores conservadores de Reino Unido como una elección entre seguir aumentando "el problema" de la migración o acabar definitivamente con ello. Un ejemplo de ello es que en los dos meses previos a los comicios, medios afines a estos sectores  (como el Daily Express o The Daily Telegraph) intensificaron una campaña del terror en contra de la migración, asociándola con consecuencias negativas como la inseguridad o el desempleo: las referencias a la migración en portadas de prensa durante los dos meses anteriores al referéndum fueron más de 100, mientras que en el mismo período el año anterior no llegaron a 40 y al siguiente ni siquiera a 10. 

En este ambiente, el conservador Boris Johnson, que se convertiría en el primer ministro conservador encargado de ejecutar el Brexit, señaló a la prensa que lo que se quería era "recuperar el control sobre la inmigración y tener más justicia en la forma en que se hace". En esa misma línea, el sitio web oficial del voto a favor del Leave -abandonar la UE-, amenazaba con la llegada masiva de nuevos migrantes en caso de permanecer en la Unión Europea. Según el secretario de justicia de ese momento, Michael Gove, habrían sido más de 5 millones para 2030.

Pasados algunos años de la votación del Brexit y con efectos visibles en materia migratoria, se puede afirmar que las consecuencias no son las que los políticos conservadores auguraron. Lejos de disminuir los flujos de migrantes, estos han aumentado, con cifras récord de migración neta superiores a las 600.000 personas en 2022 y en 2023. El nuevo sistema de migración por puntos y de restricciones a migrantes europeos ha conducido a la escasez de trabajadores en sectores claves como la logística y la distribución, con la consecuente ralentización de la actividad económica. La pérdida de colaboración con la UE ha generado problemas para el control, prevención y sanción del tráfico de migrantes y generado un desborde sin precedentes de los sistemas de protección a refugiados.

Según un estudio realizado en el año 2023, el 53% de los británicos creía que Reino Unido se equivocó al abandonar la Unión Europea. Ocho años después, uno de cada cinco votantes a favor del Brexit creen haberse equivocado en su voto. Es evidente que el Reino Unido necesita una conversación sobre una decisión que se tomó tras una campaña erigida sobre bases narrativas antimigratorias y que no reflexionó sobre las posibles consecuencias de la separación de manera rigurosa. 

En la primera reunión del equipo del gobierno en Downing Street, el recientemente electo Primer Ministro anunció el fin de un plan impulsado por el gobierno conservador de Sunak para reconducir a los migrantes en situación irregular a Ruanda. Este plan ha sido una cuestión central en la campaña de los laboristas, que prometían cambiar el rumbo de las políticas migratorias impulsadas por los conservadores. Las encuestas previas ya revelaban un escenario histórico para Starmer, dejando en evidencia el descontento y desacuerdo generalizado de los británicos con el rumbo que habían tomado los conservadores respecto de las migraciones. 

La elección del Brexit permite atender precisamente a la trampa que esconde el discurso antimigratorio. La experiencia enseña que a veces las grandes soluciones propuestas por quienes alzan la voz en contra de los migrantes y en favor de levantar muros, generan costos que no solo afectan la vida de las personas que migran, sino también, de las sociedades que se aíslan en las ideas de "recuperar el territorio". Solo hay que ver el coste de la pérdida de libertades de los ciudadanos británicos que ya no pueden circular y trabajar libremente en el espacio europeo, o los impactos negativos en la economía británica dados por la pérdida de fuerza laboral migrante.