Posibilidad de un nido

Plegaria por el fin del ánimo pedagógico en nosotras

Asistentes a un mitin político. Imagen de X.
Asistentes a un mitin político. Imagen de X.

El ánimo pedagógico me parece más inútil que aburrido, y eso que está entre los asuntos más aburridos que se me ocurren, y sin duda es el más tedioso de los ánimos. El ánimo pedagógico hunde sus raíces en el acatamiento, la obediencia y la idea de autoridad. Las gentes de la docencia, si se me permite, deberían ser las depositarias únicas del ánimo pedagógico. Y un poco las madres y los padres, pero ni muchísimo menos a tiempo completo.

El ánimo pedagógico es lo contrario de la transgresión, y de ahí uno de nuestros grandes problemas —valga esto para el feminismo, las izquierdas desunidas, la ecología, la literatura y el resto de las artes en general—. Enfrentarse a una persona adulta con ánimo pedagógico resulta empalagoso, pesado y además raya la falta de respeto. Enfrentarse a alguien joven con ese mismo ánimo lo pone en fuga. Así que solo sirve para sermonear a los ya convencidos, que a su vez bostezan tratando de no abrir demasiado la boca, pero toman ejemplo y pasarán ellos y ellas también a adoptar el insoportable ejercicio de dar la turra. 

El ánimo festivo, por el contrario, mueve el baile, a la parranda común, al sexo rico, al comer y al beber, a la hoguera y el mar. El ánimo transgresor mueve a la audacia, a la imaginación, a la acción y a la irreverencia, bendita sea siempre la irreverencia. Incluso el desánimo, que es lo contrario de todos los anteriores, da mejores resultados que el ánimo pedagógico. Al menos el desánimo se queda en sí mismo, enroscado en su propio no-ser.

He notado últimamente brotar en mí una nueva esperanza, que es una esperanza pequeña, incipiente, sin demasiada fragancia aún, pero esperanza al fin y al cabo. Creo que es posible que el ánimo pedagógico cambie de bando, como decíamos antiguamente sobre el miedo. En ese momento, cuando los nuevos movimientos ultras dejen de resultar revolucionarios y adopten el clásico ánimo pedagógico que caracteriza lo conservador, hoy tan arraigado en sus oponentes, o sea nosotras, quizás entonces los movimientos de izquierdas, los feminismos, las artes y demás asuntos en torno a la decencia vuelvan a ocupar el lugar trasgresor que les corresponde y retornen las cosas a su sitio, y a nosotras los ánimos de baile, fornicación, alegría, transgresión y revolución.

Más Noticias