Posibilidad de un nido

El diputado Pisarello Prados como hoja de ruta

Los diputados Javier Ortega Smith, por Vox, (i) y Gerardo Pisarello, por Sumar, durante una sesión en el Congreso.- Eduardo Parra / Europa Press
Los diputados Javier Ortega Smith, por Vox, (i) y Gerardo Pisarello, por Sumar, durante una sesión en el Congreso.- Eduardo Parra / Europa Press

El ultra Javier Ortega Smith ha llamado "tucumano" por segunda vez al diputado Gerardo Pisarello Prados, que es como llamar "andaluz" a un andaluz o "murciano" a un murciano, siempre que un murciano o un andaluz le parecieran a este tipo escoria desde, pongamos por caso, Madrid. O Buenos Aires. 

En todos los cursos escolares había un matoncillo rastrero, ese alumno que no era exactamente el abusón, sino aquel a quien el abusón enviaba a pegar el puñetazo en la nariz o a patear el costado de la víctima ya en el suelo. Yo, cuando veo Ortega Smith, no puedo evitar que el Atila de Novecento, magnífico Donald Sutherland en su papel de fascista camisa negra, se me instalen el ánimo. Él, y esa forma de matar gatitos de un cabezazo contra el muro. 

Llamar "tucumano" al miembro de la mesa del Parlamento Gerardo Pisarello Prados, hacerlo desde la tribuna del Congreso, teniéndolo ahí a escasos pasos al alcance de la mano —o de un golpe de cabeza—, como acto no pretende insultarle, sino señalarlo. De la misma manera que Ortega Smith podía ser el más lerdito de la ultraderecha patria, se me ocurre que Pisarello sería, si no el más inteligente, uno de ellos, de ellas. 

Sin embargo, no es esa la razón de su señalamiento, qué va. Pisarello Prados es inmigrante y, además, racializado. O sea, podríamos decir que el exabrupto de Ortega Smith contra el argentino-español señala la hoja de ruta de la violencia ultra a partir de ahora, y me temo que no solo en España. Pero es que, además de eso que ellos señalan abiertamente, está lo que no dicen, lo que de verdad detestan: el diputado Pisarello Prados es un hombre culto, republicano sólido, doctor en Derecho Constitucional, bien dotado para el humor mordaz y la ternura, dicharachero y conciliador, autor de obras notables como Dejar de ser súbditos, El fin de la restauración borbónica, o La república inesperada. 

En esta España cada vez más desacomplejadamente racista, la extrema derecha señala al diputado tucumano mientras rompe —nada menos que el propio president del Parlament balear en persona— la foto de Aurora Picornell, la líder sindicalista feminista y antifascista, torturada y asesinada la víspera de Reyes del 37 por los criminales golpistas de los que Ortega Smith es heredero sin tapujos. Ambos gestos tienen lugar en sedes parlamentarias, ante los diputados y diputadas, representantes de toda la ciudadanía, sin mayores consecuencias. Lo recordaremos, vendrán tiempos oscuros y recordaremos los momentos de tibieza, los de silencio, esos que siempre abren el paso a la violencia.

Ah, queridas... pero todo esto me pilla empeñada en que no nos borren la alegría; esa idea de que saldremos a poner el cuerpo, faltaría más, pero será cantando, bailando y sin dejar de amar. Así que le he encontrado el lado bueno al gestito del matoncito de turno. Si la violencia contra el diputado Gerardo Pisarello Prados marca la hoja de ruta de las derechas extremas en este país, bien podría resultar útil también a las izquierdas todas, que andan con algunas carencias de referentes entre sus filas. En el fondo, quizás Ortega "Atila" Smith esté haciéndonos un favor. En resumen: Mirar a quién odia tu enemigo, darle espacio y comprender de qué se trata. 

De nada.  

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