Posibilidad de un nido

Se puede parar… o no

Se puede parar… o no
La estadounidense Simone Biles compite en el suelo durante la final por equipos femeninos de las competiciones de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de París 2024, en la Arena Bercy. Jan Woitas / dpa / Europa Press

La atleta Simone Biles paró, y así demostró que se puede parar. Paró en 2021, se retiró en las Olimpiadas de Tokio por problemas de salud mental. "Es más importante la salud mental que el deporte", dijo entonces. Esta semana la hemos visto regresar a unos Juegos Olímpicos y nos ha vuelto a dejar con la boca abierta. Nos dejó con la boca abierta cuando se fue, y lo mismo a su regreso. Así que los cronistas deportivos, y no solo ellos, se han lanzado a celebrar aquella retirada que entonces no acabó de convencerles. "Se puede parar y regresar con éxito", aseguran poniéndola como ejemplo. Los gurús de la salud mental se agarran al mito que ya es Biles para engordar lo suyo. Cara pirueta de esa maravillosa mujer parece reforzar la idea de que vivimos en una sociedad que nos castiga y que la solución podría consistir en decir "Basta" y, como afirman aquí y allá estos días, "dejar de pensar solo en producir".

A mí me fascina Simone Biles, todo en ella me parece extraordinario: su vida entera, su tenacidad, su entereza, su valentía, su obstinación, su cuerpo en sentido amplio. Pero también me fascina la mujer que se levanta, da el desayuno a sus criaturas, agarra sus bártulos y se dirige a sus ocho, 12, 16 horas de trabajo detrás de una barra, o en una oficina, o cuidando a personas mayores, o limpiando y arreglando habitaciones de hotel, camas, baños, restos de otras gentes. No es demagogia. Es verdad que me fascinan sus vidas. Piensen, por ejemplo, en una película, a mí me sirve. La película de Simone Biles, atleta olímpica, me parece igual de interesante que la de Yasmin Gonzalez, que encadena una jornada de camarera de piso con la limpieza de dos casas y la noche cuidando de un anciano en una ciudad de un país que no es el suyo. Así es.

"Se puede parar", aseguran quienes glosan las hazañas de Biles, y entre todas sus hazañas, quizás la mayor: abandonar unos Juegos Olímpicos por cuestiones de salud mental, y decirlo sin tapujos. Se puede parar, está claro en ese caso, pero me pregunto ¿De verdad se puede? ¿Puede esa madre que cría sola y encadena varias jornadas laborales decir "hasta aquí he llegado"? Creo que no. Me parece que esa idea de que la salud mental está por encima de lo laboral es cierta, por supuesto, pero solamente para quienes podemos permitírnosla. Existen millones de mujeres que cada día sienten que no dan más de sí, mujeres que arrastran también, como Biles y sus compañeras, abusos sexuales y no solo sexuales, mujeres a las que el término burnout no les suena ni les sonará.

Sin riesgo de parecer una aguafiestas, y celebrando por todo lo alto a Simone Biles, creo que algunas opiniones sobre su regreso y las ventajas de parar cuando el cuerpo o la cabeza te lo piden son de una frivolidad que duele.

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